El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se estrenó con tal éxito en México en el impulso de proyectos de carácter electoral que, según sus directivos, pronto animará a otros países de América Latina a demandar su concurso.
Entre los comicios presidenciales de 1994, ganados por Ernesto Zedillo, y los del 6 de julio, cuando se renovó el Congreso, parte del Senado y varias gubernaturas y alcaldías, el PNUD gastó de sus arcas alrededor de cinco millones de dólares en diversas actividades electorales.
Además, administró un fondo de alrededor de 1,5 millones de dólares entregado directamente por el Estado mexicano.
El PNUD, agencia de las Naciones Unidas con 48 años de servicio en 175 países del mundo, promovió la observación de los comicios entre organizaciones no gubernamentales locales, evaluó y difundió los alcances de reformas electorales y alentó debates sobre el tema.
"La experiencia mexicana fue tan novedosa y exitosa que creemos que otros países podrían pedir una ayuda similar", dijo a IPS Nguyen Huu Dong, coordinador del Proyecto sobre Asistencia a la Observación Electoral del PNUD.
Los comicios realizados en México el 6 de julio fueron considerados tanto por el gobierno como por políticos y observadores locales como los más transparentes y confiables en el siglo.
En el proceso, el gobernante Partido Revolucionario Institucional sufrió su peor derrota en siete décadas: perdió por primera vez la mayoría absoluta en el Congreso y cedió a la oposición varias gubernaturas, entre ellas la de la capital.
Según un informe suscrito por el PNUD, "el sistema electoral mexicano cuenta hoy con un marco normativo y un aparato institucional idóneos para garantizar la realización de procesos electorales libres, justos y equitativos".
Antes de llegar a esa conclusión, el grupo de expertos contratados por el PNUD para preparar el informe analizó leyes electorales y realizó consultas a representantes de los partidos políticos.
Entre 1995 y 1996, el gobierno y los partidos concertaron una reforma electoral cuyo objetivo central fue alejar las sombras de fraude y la desconfianza, que casi siempre acompañaron procesos comiciales locales y federales.
Así, por primera vez el Instituto Federal Electoral (IFE) quedó completamente en manos de ciudadanos sin ninguna relación con el gobierno ni con los partidos.
Hasta las elecciones presidenciales de 1994 el director máximo del IFE era el secretario (ministro) de Gobernación (Interior).
Para hacer más transparente el proceso electoral del 6 de julio, el gobierno y el IFE pidieron al PNUD realizar varias actividades previas.
Entre ellas organizar un seminario internacional para discutir experiencias de observación electoral en varios países, un curso para observadores locales, otro para los partidos y uno más para conocer las leyes electorales en naciones como Canadá, Estados Unidos, España, Francia y Perú.
Cumplido el objetivo, en mayo el gobierno solicitó al PNUD administrar un fondo de alrededor de 1,5 millones de dólares para la observación de las elecciones.
Ese dinero financió el trabajo de 18.000 observadores de organizaciones no gubernamentales como Alianza Cívica, Presencia Ciudadana, Frente de Derechos Humanos y Consejo Coordinador Empresarial.
"Nuestro trabajo en México, que no tiene antecedentes en América Latina, es una contribución más a la democracia", señaló Huu Dong.
El 28 de julio, en su sede mundial de Nueva York, el PNUD anunció que prepara un proyecto, con un fondo de 36 millones de dólares, para apoyar los procesos democráticos en los países del Sur.
El PNUD pretende apoyar elecciones libres, como las celebradas en México, consolidar los sistemas judiciales y promover la responsabilidad de los parlamentos, así como la libertad de prensa y la participación de la sociedad civil. (FIN/IPS/dc/dg/ip-dv/97