/CIUDADES DEL MERCOSUR/ MERCOSUR: Dependencia energética brasileña se incrementa

Argentina, Uruguay y Paraguay pasaron a depender en gran medida del mercado brasileño para sus exportaciones, pero en contrapartida se está incrementando la dependencia energética de Brasil respecto de sus socios del Mercosur.

El acuerdo firmado el día 13 con Argentina establece un intercambio de electricidad entre los dos países, pero de hecho se trató de abrir camino para que Brasil pueda importar un millón de kilovatios, ante la amenaza de escasez.

Operación similar se hará con Uruguay. Esa integración energética en el Mercosur depende de la construcción de estaciones convertidoras en la frontera, porque la energía eléctrica consumida en Brasil tiene una frecuencia distinta.

Paraguay ya es gran proveedor de electricidad para el mercado brasileño, como socio en la gigantesca central hidroeléctrica de Itaipú que lo hace dueño, formalmente, de la mitad de los 12,6 millones de megavatios generados por la empresa binacional.

A eso se suma la electricidad que Brasil también se apresta a importar de Venezuela y el gas natural, que dentro de dos años estará recibiendo de Bolivia en gran cantidad, y luego de Argentina y posiblemente de Perú. Parte se destinará a la generación termoeléctrica.

En resumen, se trata de un país cercado de proveedores de energía, que ya tiene a Argentina y Venezuela entre sus principales fuentes del petróleo importado.

La compra de electricidad argentina, cuyo inicio está previsto para 1999, responde a un riesgo de colapso en el abastecimiento. El consumo ha crecido en los últimos años a un ritmo que no puede ser acompañado por el incremento de la generación.

Con la crisis financiera de la década pasada, Brasil interrumpió la construcción de casi una veintena de centrales. Ante la escasez de recursos públicos, el gobierno está transfiriendo esas obras al sector privado.

Un millón de kilovatios representa aparentemente un aporte pequeño ante los 57 millones de kilovatios de capacidad instalada en Brasil. Pero será importante porque complementa la oferta en el centro-sur del país, donde se concentran la demanda y los riesgos.

La amenaza de colapso en el suministro de electricidad en el área más poblada e industrializada de Brasil "sólo se alejó porque llovió mucho desde el inicio de este año", llenando los embalses, admitió Firmino Sampaio Neto, presidente de Eletrobrás, holding estatal del sector.

El consumo en las regiones del sudeste, sur y centrooeste del país alcanzó 40,2 millones de kilovatios en julio, acercándose peligrosamente a la capacidad máxima de 42.000 kilovatios, sostuvo Sampaio Neto.

Esa pequeña diferencia aumenta el riesgo de apagones en los períodos de mayor demanda, como el comienzo de la noche y el verano. Como los sistemas de generación y distribución en Brasil están interconectados, un problema puede propagarse por muchas ciudades, como ya ocurrió hace dos años.

La interconexión es vital porque produce una sinergía que, en el caso brasileño, agrega 22 por ciento en la energía consumida por el mercado nacional, correspondiendo a una gran "central virtual", según un estudio de Roberto Pereira D'Araujo y Carlos Amaral Hoffmann para la Confederación Nacional de la Industria.

En una estimación conservadora del crecimiento del consumo, los expertos previeron la necesidad de aumentar la generación nacional en 1,35 millones de kilovatios al año, exigiendo algo menos de 2.000 millones dólares en inversiones anuales.

La importación representa el aporte equivalente a casi un año, sin exigir las inversiones inmediatas en la construcción de una central que requeriría más tiempo. El pago de la energía consumida se sumará al déficit comercial que Brasil viene acumulando con Argentina hace tres años.

La presión de un aumento de seis a siete por ciento al año no logró aún apurar la privatización de las estatales generadoras. Por ahora pasaron al sector privado, con gran participación de capitales extranjeros, algunas distribuidoras estaduales.

Mientras, el gobierno trata de diseñar una nueva estructura para el sector eléctrico en Brasil, que deja de ser monopolio estatal y se convierte en gran importador, pese a su enorme potencial hidroeléctrico. (FIN/IPS/mo/ag/if-en/97

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