Varios países de Europa central y oriental se enfrentan a la urgente necesidad de limpiar los residuos de minas de uranio explotadas en los años de la guerra fría, antes de la disolución de la Unión Soviética.
Los desechos radiactivos se encuentran diseminados en Alemania, República Checa y Hungría. Como primera medida de limpieza, el programa de ayuda Phare, de la Unión Europea, destinó un millón dólares para realizar una evaluación e inventario de las minas.
Un consorcio integrado por la compañía holandesa Iwaco y las alemanas Uranerzbergbau y C&E Consulting and Engineering está construyendo una base de datos informática.
El proyecto costará bastante más del millón de dólares inicial, admite Jan Vrijen, coordinador del programa Phare. "Se necesitará más dinero para la evaluación y el comienzo de los proyectos piloto".
El costo total no podrá estimarse hasta que se realicen el inventario y las investigaciones preliminares. El actual programa multinacional Phare costará entre 10 y 12 millones de dólares, pero la cifra final dependerá de los programas nacionales de limpieza.
Hungría analiza la realización de un programa de limpieza evaluado en 100 millones de dólares. El gobierno ordenó el cierre de la mina de uranio de Mecsek porque ya no era competitiva en el mercado mundial y dañaba el ambiente.
La mina produjo 200 toneladas de uranio en 1996 y se espera que produzca la misma cantidad en 1997. Entonces cesará la actividad minera y comenzará la limpieza ambiental, cuya conclusión está prevista para el 2002.
La extracción de uranio disminuye en el este de Europa por el agotamiento de los yacimientos y la reducción de la demanda que obligó al cierre de numerosas minas.
Pero los problemas ambientales permanecen, aún para el proceso de lixiviación, que se presenta a menudo como un método de producir uranio que no daña el ambiente.
Mediante este proceso, el uranio no se obtiene con métodos convencionales de extracción sino por la inyección de un disolvente en el yacimiento. El mineral disuelto, convertido en líquido, se bombea a la superficie, donde se recupera el uranio.
La lixiviación no requiere de profundos pozos o galerías ni de grandes depósitos residuales, y sólo produce pequeñas cantidades de residuos líquidos.
Pero los problemas surgen tras el cierre de las minas. El gobierno checo está limpiando la mina de lixiviación de Straz pod Ralskem, en Bohemia del Norte, donde se inyectaron cuatro millones de toneladas de ácido sulfúrico a la tierra en una zona de 5,7 kilómetros cuadrados durante más de 25 años.
En la zona de lixiviación, a 200 metros bajo tierra, existen 28 millones de metros cúbicos de líquido con elevada contaminación, con 80 gramos por litro de sólidos disueltos.
En el líquido se hallaron 11 contaminantes en una concentración 100 veces superior a la máxima permitida en el agua potable.
La concentración de aluminio es 30.000 veces superior a la del agua potable, mientras la mayor parte de los contaminantes se encuentran en una proporción de 65 gramos de sulfatos por litro, cifra que 260 veces mayor que la del agua potable.
El líquido pasó a través de la zona lixiviadora y contaminó otros 110 millones de metros cúbicos de agua subterránea en un territorio de 28 kilómetros cuadrados.
Así mismo, el ácido se filtró por pozos defectuosos hacia otro acuífero ubicado sobre la zona de lixiviación, utilizado como reserva de agua potable, contaminando unos 76 millones de metros cúbicos del elemento.
El gobierno checo se enfrenta al problema de limpiar el agua subterránea del acuífero, el mayor de Bohemia del Norte. La compañía minera estatal Diamo elaboró un programa para la potabilización del acuífero mediante el bombeo del elemento contaminado.
Pero no se considera posible la potabilización del agua en la zona de lixiviación y la meta es evitar que los contaminantes penetren en la reserva superior. El bombeo no resuelve el problema porque el agua producida no puede ser retirada, debido a su contaminación.
Por tanto, se está construyendo una planta de tratamiento hídrico que incluye un evaporador para el líquido contaminado. Los residuos evaporados serán procesados y eliminados o, si es económicamente viable, comercializados como óxido o sulfato de aluminio.
Durante los primeros años, los residuos evaporados serán inyectados nuevamente a la zona de lixiviación, dado que la planta de procesamiento será operable sólo en el 2000.
Se estima que el costo total de la limpieza de Straz pod Ralskem será superior a 1.000 millones de dólares, pagados por el Estado. Además de esta mina, la república Checa tiene más de 200 pozos mineros contaminados.
Mientras, en Bulgaria hay más de 150 lugares donde se produce uranio a pequeña escala, y en Polonia, donde la industria de la explotación de uranio ya no funciona, se conoce la ubicación de numerosas pilas de residuos.
La primera etapa del programa Phare está por concluir, y posteriormente se tomará una decisión sobre la financiación de futuros proyectos.
"Los países participantes tienen que conocerse para comenzar a cooperar e intercambiar información técnica. Entonces podrán desarrollar planes nacionales", dijo el coordinador del programa, Vrijen.
La financiación de Phare podrá complementarse con otras fuentes, incluyendo créditos del Banco Mundial y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo. El gobierno de Suiza ofreció su apoyo a Bulgaria.
"Algunos gobiernos están interesados en el proyecto, pero aún no comprendieron que se espera su ayuda para pagar la cuenta", comentó Vrijen. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/aq-ml/en/97