El presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, abandonará el liderazgo del gobernante Congreso Nacional Africano (ANC) en diciembre y anunció que no será candidato a un segundo lustro al frente de la jefatura de Estado y de gobierno.
La presidencia de Mandela concluirá en 1999. Al renunciar a la reelección, el respetado estadista sienta un precedente peculiar en un continente donde los gobernantes no suelen abandonar el poder por su propia voluntad.
La tendencia en Sudáfrica, por el contrario, es que los políticos no se sienten obligados a conservar sus puestos.
Uno de los políticos más respetados del país, Cyril Ramphosa, renunció el año pasado a la secretaría general del ANC para iniciar una carrera en la empresa privada. El secretario general del opositor Partido Inkatha Libertad, Ziba Jiyane, presentó su renuncia el fin de semana.
Tokyo Sexwale, primer ministro de la provincia de Gauteng y presidente de la filial del ANC en su localidad, también abandonará sus cargos en breve.
La lista continúa. La secretaria general del ANC, Cheryl Carolus, no se mantendrá en su puesto cuando se celebre la conferencia nacional del partido en diciembre. El ministro de Trabajo, Tito Mboweni, anunció esta semana que tampoco procurará estar en el cargo el próximo período de gobierno.
Otros políticos menos conocidos también renunciaron y muchos de ellos pasaron a desempeñarse en el sector privado, donde una campaña por fortalecer el papel de la mayoría negra ofrece perspectivas demasiado alentadoras como para rechazar una participación.
"Hay alternativas en el juego político en Sudáfrica. Si a uno le va mal, puede intentar mejor suerte en el sector privado. Aquí es diferente a lo que sucede en el resto de Africa", dijo Norman Aphane, analista del Instituto Africano de Sudáfrica.
Al ex miembro del Comité de Telecomunicaciones del parlamento Saki Mocozoma no le tomó mucho tiempo advertir que había un futuro mejor en la empresa privada. Abandonó la política para asumir la gerencia de Transnet, una corporación de transporte que está a cargo de South African Airways.
Ahora, Mocozoma gana unos 200.000 dólares al año, una buena suma por dirigir una empresa si se la compara con los 122.000 dólares que Mandela obtiene por dirigir un país entero.
Aphane recordó que, de todas maneras, en muchos países africanos la política es la única apuesta que paga.
Para disfrutar de los beneficios del poder que ya detentó, el ex presidente de Congo Denis Sassou Nguesso pretende desalojar del gobierno al actual mandatario, Pascal Lissouba.
Debió mediar una guerra civil para que Mobutu Sese Seko abandonara el gobierno del ex Zaire (rebautizada República Democrática de Congo) luego de tres decenios.
En la frontera oriental de Sudáfrica, uno de los últimos monarcas africanos, el absolutista rey Mswati III, resiste reclamos de democratización en Swazilandia.
Sudáfrica, por el contrario, es la demostración viva para el resto del continente de que la política no es una cuestión de vida o muerte.
Jeremy Cronin, subsecretario general del Partido Comunista Sudafricano, explicó que el liderazgo del país está en una fase de transformación pues la política se está convirtiendo en una carrera más que en una persecución.
En ese sentido, Cronin argumentó que ya pertenecen al pasado los días en que los dirigentes eran empujados a la política en virtud de su activismo. La política se ha profesionalizado.
El portavoz del ANC, Ronnie Mamoepa, tiene otra explicación para la tendencia. Lejos de sufrir una ola de renuncias, en el partido de gobierno se registra "una deliberada reubicación de cuadros en otros sectores de la comunidad tan importantes" como la política, dijo.
Cyril Ramaphosa, por ejemplo, está al frente de las medidas tendentes al fortalecimiento de la participación de la mayoría negra en el ámbito económico.
Cuatro años después de la defunción oficial del apartheid (sistema de segregación racial institucionalizada a favor de la minoría blanca), los negros controlan menos de 10 por ciento de la Bolsa de Valores de Johannesburgo, la principal del país.
Muchos dentro del ANC temen que exista aún demasiada idolatría hacia un solo hombre, Nelson Mandela. Están en curso negociaciones para asignarle un papel especial en la conferencia nacional partidaria de diciembre.
"La conferencia procurará una renovación, o sea elegir nuevas personas de acuerdo con nuevos criterios que tiendan a conducir al partido hacia una nueva dirección", dijo una fuente del ANC que reclamó reserva sobre su identidad.
"De eso se infiere que existe insatisfacción por el poco camino recorrido en los últimos tres años. Uno de los principales debates gira en torno a lo que se percibe como poca influencia del ANC en la dirección que toma el gobierno", agregó el informante.
La fuente atribuyó algunas renuncias de legisladores a que ellos "se sintieron atrapados por ciertas decisiones que no compartían", de lo cual fue ejemplar la votación de la ley sobre aborto en octubre.
El ANC reclamó a sus parlamentarios que aprobaran la ley, pero algunos se retiraron de sala para evitarlo. (FIN/IPS/tra- en/gm/kb/mj/ip/97