El intento de Estados Unidos e Israel por persuadir a la comunidad internacional para que aisle a Irán recibió un duro golpe de Hans Blix, presidente de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), con sede en Viena.
La declaración de Blix confirmando el uso pacífico de Irán de sus instalaciones nucleares fue reiterada este miércoles en una entrevista con la cadena estatal británica BBC.
La afirmación se produjo pocos meses después del fracaso de Washington por convencer a la Unión Europea de imponer un boicot económico a Teherán, tras la decisión de una corte alemana según la cual autoridades de Irán aprobaron el asesinato de líderes kurdos iraníes en Berlín en 1992.
Estados Unidos e Israel acusan a Irán de violaciones de los derechos humanos, promoción del terrorismo y de pretender adquirir armas nucleares, y pretenden que el país sea aislado de igual forma en que lo fue Iraq tras la invasión de Kuwait de 1990.
Sin perspectivas ante el bloqueo de cuatro meses en las relaciones entre Israel y Palestina, la cuestión de la oposición o el respaldo al proceso de paz en Medio Oriente es sólo académica.
El proyecto de energía nuclear de Irán en la ciudad portuaria de Bushahr es considerado por los acusadores el principal sitio para la supuesta investigación y el desarrollo de armas nucleares.
El proyecto para la generación de energía eléctirca fue iniciado a mediados de los años '70, y dejado sin terminar tras el colapso de la monarquía en Irán en 1979.
Desde entonces, Rusia firmó contratos para entregar a la planta dos reactores nucleares enfriados con agua, coincidentemente del mismo tipo que Estados Unidos acordó que entregará a Corea del Norte.
Tras examinar el proyecto de energía nuclear en Bushahr el año pasado, inspectores de la AIEA dijeron que no había evidencias del uso militar de la planta, y de la otra instalación, un reactor nuclear experimental en una universidad iraní.
Desde entonces la AIEA instaló un régimen más estricto para examinar posibles sitios e instalaciones, y demandar la inspección inmediata de ellos.
Ahora Teherán podrá rechazar acusaciones de miembros del gobierno de Estados Unidos e Israel con más argumentos que antes.
No obstante, las especulaciones se centran en el ataque con bomba de un complejo residencial en Estados Unidos cerca de la base aérea saudita de Dhahran, en junio de 1996, en el cual murieron 19 policías estadounidenses, y tienen implicaciones para Riyadh, Washington y Teherán.
Pese a presiones de Washington, el gobierno saudita se negó a que agentes de la policía federal de Estados Unidos (FBI) se involucraran directamente en la investigación de la explosión de Dhahran, para demostrar en parte que Arabia Saudita es un país soberano y en parte que su aparato de inteligencia puede hacer su trabajo sin ayuda.
Arabia Saudita es consciente de que Teherán será en diciembre la sede de la cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica, por lo cual está interesada en que sus relaciones con Irán no sean en los próximos meses el escenario de las prioridades de Estados Unidos e Israel.
La situación se complicó por el hecho de que en marzo el gobierno de Canadá detuvo a su llegada a ese país al ciudadano saudita Hani al-Sayegh, acusado supuestamente de conducir el automóvil que cedió el paso al conductor del camión que contenía los explosivos fuera del complejo militar estadounidense en Dhahran.
Informes estadounidenses describieron a Al-Sayegh como miembro del grupo saudita Hezbollah (Partido de Dios), supuestamente vinculado a Irán.
El mes pasado Al-Sayegh fue extraditado a Estados Unidos. Si Washington establece exclusivamente que Irán estuvo activamente involucrado en el ataque terrorista contra un blanco estadounidense en Arabia Saudita, tendrá un arma con la cual tensionar las relaciones entre Teherán y Riyadh.
Además, podría poner en peligro la realización de la cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica y presionar por sanciones internacionales contra Irán.
Aunque la declaración del jefe de la AIEA sobre las plantas nucleares iraníes brindó gran alivio a Teherán, no constituye una defensa contra la ofensiva que Estados Unidos e Israel lanzarán si Washington presenta pruebas de la complicidad de Irán en el atentado de Dhahran. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/lp/ip//97