La competencia entre el presidente peruano Alberto Fujimori y los partidos opositores por reforzar sus vínculos políticos con las Fuerzas Armadas favorece el surgimiento de tendencias armamentistas en el país, estiman analistas.
El desenlace militar de la guerra contra Ecuador de 1995, en la que el Ejército y la Fuerza Aérea no pudieron desalojar a los soldados ecuatorianos de una pantanosa zona de la selva, cierra el espacio para que algún politico civil se atreva a cuestionar las compras de armas.
La guerra concluyó tras un acuerdo de paz logrado por la mediación de Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, países garantes del tratado limítrofe bilateral de 1942.
El 5 de agosto se reunirán en La Paz los presidentes de Perú, Alberto Fujimori, y de Ecuador, Fabián Alarcón, para impulsar las conversaciones diplomáticas en torno al problema fronterizo que ha provocado dos guerras entre ambos países en las últimas décadas.
Si bien Quito y Lima reiteran su voluntad de paz, han efectuado importantes adquisiciones de equipos militares y negocian otras, agudizando el riesgo de que una escalada armamentista frustre las conversaciones.
En Perú, a ese factor externo, la tensión con Ecuador, se añaden aspectos de política interna como la denuncia de que habría dos proyectos de golpe militar en marcha, uno para desestabilizar a Fujimori y otro para imponer su permanencia más allá del 2000, año en que concluye su mandato.
"En una sociedad política como la peruana, en donde las Fuerzas Armadas suelen tener decisiva influencia de gobierno, el armamentismo parece haberse convertido en el oneroso precio de la estabilidad interna", sostuvo el analista Jorge Arnao.
"Todos los sectores políticos cortejan a las Fuerzas Armadas: la oposición trata de desestabilizar a Fujimori buscando un golpe similar al que derrocó a Abdalá Bucaram en Ecuador, en febrero, en tanto que el presidente hace todo lo posible por mantener el favor de los mandos castrenses", explicó.
"Ningún líder opositor cuestionará las recientes compras de aviones militares, cuyo volumen y condiciones no se han hecho conocer, ni objetará las adquisiciones que se efectúen para el Ejército y la Marina en los próximos meses", expresó por su parte el sociólogo Raul Serrano.
El comentario de ambos analistas fue suscitado por la exhibición esta semana de los cazabombarderos MIG 29 recientemente adquiridos, que convierten a Perú, según Fujimori, en el país con mayor poderío bélico aéreo en la región.
Fujimori no reveló el número de aviones de guerra comprados y y se limitó a decir que fueron pagados al contado. "Tenemos suficientes recursos financieros", indicó, agregando que se efectuarán los gastos de equipamiento que el gobierno y las Fuerzas Armadas consideren necesarios.
La compra de los MIG 29 fue precedida por una sorda competencia propagandística librada en los diarios peruanos por los vendedores de ese aparato de guerra de origen ruso y los fabricantes estadounidenses del F-16.
Cuando fue evidente que los vendedores del caza ruso se habían impuesto sobre sus competidores, el embajador estadounidense, Dennis Jett, deploró que Perú decidiera gastar dinero en armas en lugar de construir más escuelas.
Guillermo Herrera Montesinos, secretario de la Comisión Política del Comité Central del Partido Comunista Peruano, criticó "la falta de transpararencia de la operación, pues no se ha informado al Parlamento sobre su costo ni sobre sus características".
Un oficial de la Fuerza Aérea que pidió reserva de su identidad aseguró que la compra de los MIG 29 tenía el respaldo casi total de los oficiales de esa arma, no sólo por las ventajas técnicas y las condiciones financieras "sino por la inmediatez de las entregas".
"Durante 15 años las razones políticas hicieron retrasar nuestra renovación logística. Nunca más ocurrirá. Tampoco aceptaremos una guerra focalizada", concluyó el oficial. (FIN/IPS/al/dg/ip/97
