La elección de K.R. Narayanan como primer presidente de India perteneciente a la casta "dalit" o de los "intocables" podría tener importantes consecuencias sociales en el país.
Narayanan, vicepresidente hasta este jueves, se convirtió en el nuevo jefe de Estado por un margen sin precedentes, otorgado por un colegio electoral integrado por miembros de ambas cámaras del Parlamento y asambleas estatales.
Cuestionado por un periodista que destacó que se trata del primer dalit en la jefatura de Estado, Narayanan dijo que será "un presidente justo".
Los dalits de India, explotados y oprimidos durante siglos bajo el sistema de castas, comienzan a demandar sus derechos y a organizarse políticamente.
Aunque los perjuicios contra ellos persisten, el movimiento de autoafirmación de un grupo que comprende 140 millones de personas tiene el potencial de transformar la sociedad y la política indias siguiendo una orientación más igualitaria.
Durante la última semana se registraron vigorosas protestas y huelgas en varios estados, particularmente en el oeste, tras la muerte de 13 dalits en un suburbio de Bombay el 11 de julio, cuando la policía abrió el fuego.
Los dalits protestaban contra la violación de una estatua de Babasaheb Ambedkar, el último líder dalit comparable en estatura a Martin Luther King, a quien se atribuye la elaboración de la constitución de India.
La acción de la policía fue condenada por excesiva. El ministro del Interior, Indrajit Gupta, criticó la reacción y dijo que "fue pensada para matar gente, en lugar de dispersar a un grupo de manifestantes".
La protesta tuvo su raíz en varios factores, incluyendo recientes instancias de acoso contra Dalits de parte del partido semifascista Shiv Sena, que gobierna el estado de Maharashtra, en alianza con el conservador e hindi Partido Bharatiya Janata.
A esto se sumaron altos índices de desempleo, y recientes reducciones en derechos a alimentos subsidiados.
Subyacente hay una larga historia de confrontaciones entre el Shiv Sena y el movimiento dalit de Maharashtra. Por este motivo la protesta contra la acción del 11 de julio no se confinó a Bombay, y adquirió dimensiones más amplias y militantes, extendiéndose rápidamente a Gujarat y otros estados.
Este antagonismo se remonta a los años de formación del Sena, a fines de la década de 1960, cuando creció a partir de una plataforma castista y se convirtió en instrumento de ruptura de sindicatos.
En esa época los dalit estaban en gran ebullición, cargados con los ideales de una revolución social que establecería un orden legal igualitario y sin clases, y se organizaron en torno al grupo Panthers (Panteras), inspirado en Karl Marx, Frantz Fanon y Malcolm X, además de Ambedkar, desplegando gran energía en métodos poco convencionales de agitación.
Aunque ahora los Panteras no son una fuerza política cohesiva y organizada, sobrevive el legado de sus protestas militantes contra el sistema de castas, y una nueva generación de dalits jóvenes se inspira en las ideas del viejo grupo.
Hace tres años, los dalits lograron que una universidad en Maharashtra recibiera el nombre de Ambedkar. La demanda había sido concedida por los parlamentarios en 1978, pero fue resistida por la casta de políticos hindi. Aunque la victoria fue simbólica, su significado fue considerable para la casta de los dalits.
Muchos otros estados de India son testigos de avances de los dalits. Por ejemplo, en Tamil Nadu, al sur, hubo un levantamiento de parte de una casta dalit, Devendakula Vellalars, durante largo tiempo dominada por la más numerosa y poderosa casta de Thevars. Los vellalars se rehúsan ahora a ser contratados por los Thevars con bajos salarios.
Uttar Pradesh, el mayor estado de India y el sexto territorio más poblado del mundo, es gobernado por una mujer dalit como primera ministra.
Tradicionalmente, los dalits no tienen permitido vivir dentro de los límites de una villa india, ni comer o beber con hindis, y se vieron realizando los trabajos más duros y desagradables.
Esto cambia gradualmente, pero los prejuicios y el trato discriminatorio continúan, ideológicamente legitimados por las escrituras hindi y las tradiciones y costumbres sociales.
Desde 1950, India sigue una política de medidas positivas, y reserva para dalits 15 por ciento de los escaños en escuelas y colegios y una porción similar de empleos gubernamentales, cuyo índice de alfabetización sólo es la mitad del resto de la población. Pero, típicamente, las cuotas de empleos mejor pagos para dalits nunca se cubren.
Los delitos contra dalits han ido en aumento en los últimos años, en respuesta a su movimiento de autoafirmación. Las atrocidades contra ellos registradas oficialmente aumentaron 89 por ciento entre 1992 y 1994. Sólo en Uttar Pradesh se registraron 48 por ciento del total ellas. Maharashtra registra 2.500 casos de crímenes anuales contra dalits.
No obstante, únicamente 2,6 por ciento de los casos terminan con el procesamiento de los responsables.
Si la agitación actual logra poner sobre la mesa nuevas ideas y genera espacios para nuevos líderes del movimiento dalit, podría iniciar el camino para la emancipación de la casta y una reestructuración radical de la política india. (FIN/IPS/tra-en/pb/an/lp/ip/97