Fabricantes occidentales de armas apuntan ahora a un nuevo mercado, constituido por los tres países que abandonaron el comunismo y fueron integrados este mes a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El ingreso pleno de Hungría, Polonia y la República Checa está condicionado a que sus contingentes cuenten con armas y sistemas de defensa compatibles en su totalidad a las redes operativas de la alianza militar.
Eso significa que todos sus equipos, de radios a municiones livianas, de sistemas de radar a plataformas de misiles tierra- aire e incluso los inyectores de combustible para aviones de combate, deberán seguir los requisitos comunes a todos los países de la OTAN.
Eso implicará ganancias de miles de millones de dólares para las compañías occidentales que producen estos materiales, según todas las previsiones.
"Estos costos son necesarios para que los nuevos socios puedan operar con los ejércitos de la alianza", según el Comité Estadounidense para la Ampliación de la OTAN, un pequeño grupo de presión integrado por prominentes políticos y empresarios.
El Comité defiende "la admisión de países centroeuropeos en la OTAN para fortalecer la tendencia de esos países al desarrollo de instituciones democráticas y economías de mercado".
Analistas del Consejo Británico-Estadounidense de Información sobre Seguridad (BASIC) observaron que la junta que supervisa el trabajo del comité está encabezada por Bruce Jackson, director de Planeamiento Estratégico de la principal empresa de armamentos de Estados Unidos, la Lockheed-Martin.
El Departamento (ministerio) de Defensa de Estados Unidos (Pentágono) prevé que el costo de la renovación de equipos será de más de 35.000 millones de dólares a lo largo de 10 años, de los cuales Washington se haría cargo de 2.000 milones.
Por su parte, la Oficina de Presupuesto del Congreso estimó el costo en 125.000 millones de dólares.
La liberalización económica que llevan adelante los tres nuevos socios de la OTAN provocó una reducción drástica de la inversión en asistencia social en momentos en que el desempleo crece y el capita escasea.
Algunos analistas estimaron el costo de la asociación de Hungría a la OTAN en 1.570 millones de dólares durante diez años y en 840 millones en el caso de Polonia.
"Estos gastos podrían efectuarse a lo largo de uno o dos decenios. El costo es mucho menor del que tendrían que afrontar los nuevos miembros si intentaran asegurar su seguridad fuera de la OTAN", según el Comité.
"Los costos son menores que los beneficios y serían aun más grandes si la OTAN no se ampliara. La omisión de este pago para asegurar la estabilidad de Europa requeriría a Estados Unidos (como sucedió dos veces en este siglo) asumir costos mucho más dolorosos", agregó a modo de advertencia.
Philip Gordon, analista de seguridad europea del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), dijo que se registraron presiones a los nuevos miembros en la cumbre de la OTAN la semana pasada en Madrid, cuando se resolvieron los ingresos.
"Hubo, al parecer, senadores estadounidenses que le decían a los polacos: 'Si ustedes quieren ser buenos aliados, deben saber lo que tienen que comprar"', manifestó Gordon.
Gran Bretaña y otros países europeos con poderosas industrias armamentísticas intentarán pujar en esos mercados, auguró el experto. "Estoy seguro de que ofrecerán el Eurofighter", pronosticó.
El Eurofighter es un problemático prototipo de avión de combate construido por empresas de cuatro países europeos y que, según los especialistas, ya está obsoleto en comparación con productos estadounidenses más baratos.
John Neilson, portavoz de British Aerospace, la mayor productora de armas de Gran Bretaña y una de las socias en la fabricación del Eurofighter, informó que su empresa se ha dedicado a promover sus productos en los tres países durante los últimos 12 meses.
Ninguno de los nuevos socios ha salido aún de compras. Los fabricantes creen que República Checa tomará la delantera este mismo año, seguida por Polonia y luego por Hungría en 1998.
"Se dice que, en efecto, los tres países deberán comprar muchísimo equipamiento. En teoría pueden conservar los aviones y tanques que poseen ahora, pero nadie quiere ser un miembro dde segunda clase en la OTAN", explicó Steven Young, analista de BASIC.
"Estos países tienen pequeños presupuestos de defensa. Polonia gasta unos 3.000 millones de dólares y Hungría 1.500 millones. Un bombardero estadounidense B-2 cuesta tanto como todo el presupuesto húngaro de defensa", sostuvo Gordon.
Young afirmó que ninguno de los tres países tienen necesidad estratégica en comprar esas armas, y que, de todos modos, no podría pagarlas. "No hay amenazas en la actualidad, aunque si las cosas se complican en Rusia sí las habría", dijo.
Pero Rusia afronta desafíos mucho más inmediatos en Chechenia, el Cáucaso y Asia central. Young duda que Moscú procure, en estas condiciones, más problemas con Occidente.
"La posibilidad de agresiones por parte de Rusia es muy poco probable. Pero, por primera vez en 400 años, los polacos estarán preparados para un ataque", coincidió Gordon. Como Polonia desea, más que húngaros y checos, estar preparada para afrontar la amenaza rusa, deberá pagar el precio. (FIN/IPS/tra- en/dds/rj/mj/ip/97