Niños y niñas, parte crucial de la vida y el crecimiento de una ciudad, están expresando opiniones y tomando parte en proyectos comunitarios en ciudad tras ciudad, desde Canadá hasta Italia y Japón, destacó hoy UNICEF.
Los efectos de la desigualdad económica en las ciudades del mundo industrializado están forzando a miles de comunidades a unirse, en un intento por mejorar la calidad de su vida, con la ayuda de los niños.
El informe Progreso de las Naciones de 1997 del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el cual mide los avances hechos desde la Cumbre Mundial de la Infancia en 1990, asegura que "en una ciudad sana, los jóvenes son parte de la vida civil".
El informe sostiene que la acción comunitaria en países ricos del mundo es necesaria por el hecho de que las ventajas de la vida moderna no están disponibles para todos, y además implican un costo.
El precio pagado por los residentes se presenta en la forma de nuevos problemas de salud, menores índices de alfabetización, la pérdida de parques, una negación del desempleo, subestimado por el sistema de libre mercado y la creciente delincuencia.
La situación empeoró por la ruptura de la red de seguridad social. En Estados Unidos, aumentó el porcentaje de niños menores de seis años que viven en la pobreza, de 20 por ciento en 1980 a 24 por ciento en 1995, destacó el informe.
Una forma eficaz de superar estos problemas, según UNICEF, "se basa en la simple pero revolucionaria idea de que la salud tiene menos que ver con la atención médica y más con el acceso igualitario a prerrequisitos básicos como alimentación, vivienda, transporte, aire limpio, agua, educación, seguridad física y empleo con salarios suficientes".
Estas preocupaciones, y la búsqueda de ciudades más sanas y seguras llevaron a la creación de un movimiento llamado "Ciudades Saludables/Comunidades Saludables" en 1984, cuando personal de la Organización Mundial de la Salud vio la oportunidad de poner en prácitca conceptos de promoción de la salud en ciudades europeas.
Actualmente, el movimiento involucra las municipalidades de al menos 50 países, inovlucrando a miles de comunidades.
"Para los niños, en especial los vecindarios más marginados del progreso económico Ciudades Saludables/Comunidades Saludables es una herramienta para satisfacer los derechos garantizados en la Convención de los Derechos del Niño, entre ellos el derecho a la atención de la salud, la educación y la vivienda, y el derecho a jugar y participar en la sociedad", destaca el informe.
El informe subraya que miles de niños han participado en proyectos en vecindarios en varias ciudades.
En Rouyn-Noranda, una ciudad de 30.000 habitantes en Quebec, Canada, se solicitó a 5.000 jóvenes en 1987 que describieran cómo sería el futuro si la urbe fuera más sana.
Sobre la base de la agenda de los niños se organizaron las actividades de la ciudad. Las iniciativas incluyeron actividades para subrayar los logros de los más jóvenes y reducir las emisiones de ácidos y metales pesados de una fundición.
La creación de un Consejo para el Bienestar de la Infancia en la ciudad italiana de Milán hace tres años resultó en que los niños y jóvenes supervisaran sus vecindarios e hicieran planes para la su mejora, incluyendo planos, diseños y modelos.
A medida que ingresamos en el milenio urbano, cuando la mayoría de los niños del mundo nacerá y crecerá en ciudades, la salud y el bienestar de ellos y de las futuras generaciones dependerá de nuestra capacidad para crear ciudades y comunidades más sanas. El progreso de las naciones está atado al progreso de las ciduades", agregó el informe.
El informe destaca además que millones de adolescentes en algunos de los países más ricos del mundo se ven seriamente afectados por el abuso del alcohol y las drogas, lo cual compromete sus posibilidades de ser adultos exitosos.
El informe cita un sondeo de la OMS en 25 países europeos, según el cual Dinamarca tiene el mayor nivel de abuso de alcohol entre sus jóvenes, y Alemania el número más alto de adolescentes con trastornos de conducta en sus escuelas.
Además, más de un cuarto de 22 países miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) tienen índices de desempleo juvenil mayores de 20 por ciento. España está a la cabeza, con más de 40 por ciento de jóvenes de 24 y menos años sin empleo. (FIN/IPS/tra-en/dds/lp/pr-dv/97