Tras la disolución de la Unión Soviética, la disputa sobre Nagorno Karabaj, donde la población mayoritaria armenia pretende la independencia de Azerbaiján, pasó de ser un conflicto soviético a un problema internacional.
Aparte de Rusia, varios países como Turquía e Irán y organizaciones internacionales propusieron sin éxito numerosas iniciativas para resolver el conflicto en el territorio, siendo la más importante la de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).
Desde el verano boreal de 1992, la OSCE facilitó las negociaciones a través del Grupo Minsk, que agrupa a 11 estados, copresidido en la actualidad por Rusia, Estados Unidos y Francia.
El conflicto de Nagorno Karabaj, que data de los años 20, es uno de los más antiguos de la disuelta Unión Soviética. En 1988 resurgió como movimiento de unificación con Armenia, convertido en guerra en 1991.
Tras el derrumbe de la Unión Soviética, Nagorno Karabaj declaró su independencia en septiembre de 1991 y se autodenominó República del Alto Karabaj, aunque no fue reconocido por estado alguno, ni siquiera por Armenia.
La guerra cobró más de 25.000 vidas en ambos bandos, forzó al refugio a más de 450.000 personas en Armenia y 750.000 en Azerbaiján, y destruyó cientos de poblados. El conflicto no terminó en forma oficial, pero el 12 de mayo se celebró el tercer aniversario del cese del fuego.
La mayor dificultad del conflicto son los reclamos opuestos de integridad territorial por parte de Azerbaiján y del derecho a la autodeterminación por parte de los armenios de Karabaj.
La comunidad internacional está más inclinada a apoyar la integridad de Azerbaiján, pero los armenios de Karabaj arguyen que, así como Bakú tuvo derecho legal a la autodeterminación a través de la separación de la Unión Soviética en 1991, ellos tienen derecho a independizarse.
Los dirigentes armenios de Karabaj consideran inaceptable cualquier solución que deje al territorio dentro de la jurisdicción azerí.
Bakú está dispuesta a otorgar un alto grado de autonomía a Karabaj como parte del estado de Azerbaiján, pero considera que la plena independencia infringe su soberanía y, por tanto, su integridad territorial.
La negativa de Azerbaiján a reconocer a los armenios de Karabaj como parte negociadora es un obstáculo para las conversaciones.
Bakú considera al conflicto en términos bilaterales, aunque los representantes de Karabaj estuvieron presentes en casi todas las reuniones de ambas partes auspiciadas por la OSCE.
En más de una decena de reuniones del Grupo Minsk, ambas partes intentaron, sin resultado, elaborar un acuerdo político global entre armenios y azeríes.
Ahora, el presidente azerí, Haidar Aliyev, procura el apoyo directo de Estados Unidos para lograr una resolución del conflicto favorable a Azerbaiján, a cambio de convenientes contratos de explotación petrolera.
El problema más difícil de resolver es el de la determinación del estatuto político de Karabaj en las negociaciones.
Azerbaiján se opone a todo menos la "autonomía amplia", mientras los armenios de Karabaj rechazan cualquier fórmula que otorgue a Bakú jurisdicción legal, política o militar sobre el territorio.
Otros temas problemáticos son la seguridad de Nagorno Karabaj y su población, las garantías brindadas por observadores internacionales y fuerzas de paz y el establecimiento de una conexión terrestre permanente entre Karabaj y Armenia, llamada el "corredor de Lachin".
Un nuevo acontecimiento se produjo en diciembre, en la Cumbre de Seguridad de la OSCE en Lisboa. Azerbaiján pretendía que la declaración final reafirmara su integridad territorial y amenazó con vetar la misma, pero Armenia vetó las exigencias azeríes.
Finalmente, la referencia al conflicto de Nagorno Karabaj se eliminó del documento final y, en su lugar, se adjuntó una declaración del presidente en ejercicio de la OSCE con tres principios claves.
El primero indicaba la inviolabilidad de la integridad territorial de la República de Armenia y la República de Azerbaiján.
El segundo declaraba que el estatuto legal de Nagorno Karabaj sería definido por un acuerdo basado en la autodeterminación que otorgue al territorio el mayor grado de autogobierno posible dentro de Azerbaiján.
El tercero estipulaba que se garantizaría la seguridad de la población de Nagorno Karabaj, incluyendo obligaciones mutuas para asegurar el cumplimiento del acuerdo por las partes.
Los 53 estados de la OSCE, con excepción de Armenia, apoyaron los principios, que se convirtieron en el marco de futuras negociaciones.
Aunque la OSCE no tiene facultades para resolver el conflicto, las negociaciones recibieron nuevos bríos por la participación de Rusia como actor regional, de Estados Unidos como actor internacional y de Francia como representante de los intereses europeos.
A fines de mayo, los copresidentes de la OSCE, incluyendo al subsecretario de Estado estadounidense Strobe Talbott, el director de asuntos políticos y de seguridad de la cancillería francesa, Jacques Blot, y el líder de la delegación rusa, Valentin Lozinsky, visitaron Ereván, Bakú y Stepanakert, capital de Nagorno Karabaj.
Allí, los representantes de la OSCE habrían presentado nuevas propuestas a los bandos en conflicto.
A mediados de junio, negociadores del Grupo Minsk, Yuri Yukalov, de Rusia, George Vojiet, de Francia, y Lynn Pasco, de Estados Unidos, visitaron la zona para obtener la respuesta a las propuestas de mayo.
Según las propuestas, Karabaj gozaría de un estatuto autónomo dentro de Azerbaiján, con su propia constitución y seguridad garantizada por la comunidad internacional, informó el funcionario azerí Vafa Guluzade.
Karabaj reduciría sus fuerzas armadas y se retiraría de cinco regiones en Azerbaiján, incluyendo Shusha y Lachin, que serían arrendadas y vigiladas por la OSCE. Finalmente, el territorio se convertiría en una zona de economía libre.
Es probable que la dirigencia de Karabaj no acepte las propuestas iniciales, en especial la perspectiva de permanecer en Azerbaiján.
Mientras los copresidentes analizan las respuestas recibidas de las partes en conflicto, el Grupo Minsk confirmará su eficacia si logra que las negociaciones en curso modifiquen el carácter de las conversaciones, de multilaterales a directas, entre Azerbaiján y Karabaj.
En diciembre de 1994, en la Cumbre de Budapest, la OSCE creó un Grupo de Planificación de Alto Nivel para una misión de paz en la zona de conflicto, basada en las misiones "tradicionales de paz" como la Fuerza de Protección de la ONU (Organización de Naciones Unidas) en Croacia y Bosnia.
Observadores militares de OSCE creen que están dadas las condiciones en el enclave para permitir la formación de una misión de paz, porque tanto armenios como azeríes están cansados del conflicto, que provocó enormes dificultades económicas.
El cese del fuego brindó una oportunidad de reflexión y tiempo para fortalecer la infraestructura de gobierno y los sistemas de mercado en Azerbaiján, Armenia y Karabaj. Por desgracia, ambos bandos utilizaron el plazo para rearmarse.
Particularmente, el cese del fuego ayudó a la economía de Azerbaiján, que tuvo un crecimiento récord en los últimos dos años. La inversión extranjera se quintuplicó en 1996 a 342 millones de dólares, principalmente en el sector petrolero.
El Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo estimó que, tras cinco años de retroceso, la economía de Azerbaiján creció 1,2 por ciento en 1996, y se prevé un aumento de cinco por ciento en 1997. El ritmo de expansión podría acelerarse en 1998 y 1999 a cifras cercanas a siete y ocho por ciento.
A diferencia de Azerbaiján, la economía de Karabaj retrocede y depende de la asistencia financiera de Ereván. Su presupuesto estatal para 1997 es de 20 millones de dólares, 13 de los cuales serán aportados por créditos a largo plazo de Armenia, para cubrir necesidades básicas como seguro social, educación y salud.
La OSCE continuará siendo el principal foro para las negociaciones. Pero parecería que la influencia de Rusia y Estados Unidos, ejercida mediante la presidencia triple con Francia, tiene las mayores posibilidades de lograr que las partes en conflicto cedan posiciones y lleguen a un acuerdo. —— (*) Hratch Tchilingirian realiza su doctorado en la School of Economics, de Londres. IPS pone a disposición de sus suscriptores este material a través del Instituto de Información sobre la Guerra y la Paz, de Londres. (FIN/IPS/tra-en/wr/rj/aq-ml/ip/97