América Central se apresta a conmemorar el décimo aniversario de la aprobación del plan que posibilitó la paz en el istmo pero la cada vez más aguda pobreza parece llamada a quitar brillo a la fiesta.
El proyecto suscrito hace una década para poner fin a los conflictos bélicos internos en países de la subregión coronó el objetivo en diciembre, cuando en Guatemala terminó un conflicto armado de más de 30 años.
"Se logró la paz pero no la justicia social, pues los graves problemas que generaron las guerras en el área se mantienen", dijo a IPS el analista y ex diputado socialista costarricense Alvaro Montero.
"Sigue pendiente la solución al drama social, la falta de democracia económica, porque los pueblos no sólo lucharon por tener acceso a una urna electoral sino fundamentalmente por mejorar su condición de vida", estimó.
Por su parte, el politólogo Francisco Barahona, rector de la Universidad para la Paz, adscrita la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y con sede en Costa Rica, coincidió en que las motivaciones de la guerra siguen vigentes.
"No puede negarse que hay grandes avances y el solo hecho de lograr la paz es extraordinario, pero debemos ser conscientes de que las causas estructurales de la violencia todavía esperan solución", dijo.
El plan pacificador, diseñado por el entonces presidente de Costa Rica Oscar Arias, fue firmado en la localidad de Esquipulas, Guatemala, el 7 de agosto de 1987.
Junto a Arias, galardonado con el Premio Nobel de la Paz en aquel año precisamente por su iniciativa para América Central, rubricaron el documento los entonces mandatarios de El Salvador, José Napoleón Duarte, y de Guatemala, Marco Vinicio Cerezo.
Además, José Azcona Hoyo, de Honduras, y Daniel Ortega, de Nicaragua, país este último donde se concretó la paz tres años después, en 1990, a pocos meses de asumir el poder Violeta Chamorro, quien derrotó en las urnas al mandatario sandinista.
El acuerdo presidencial posibilitó la paz en El Salvador en enero de 1992, al tiempo que se inició un proceso de diálogo entre la guerrilla y el gobierno de Guatemala que culminó con un acuerdo definitivo el año pasado.
El plan comprometió a todas las naciones centroamericanas a introducir enmiendas que buscaran mayor justicia, tolerancia y respeto a los derechos humanos.
Sin embargo, los avances en el plano político no fueron acompañados por justicia económica y social, según los analistas consultados por IPS.
Las expertas Silvia Fletcher, estadounidense, y María Renzi, nicaragüense, indican en un reciente estudio que entre los primeros años de la década de los 80 y los de los 90 la pobreza se incrementó en el área.
De acuerdo con Fletcher y Renzi, cuyo análisis fue auspiciado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el período citado la pobreza aumentó 60 por ciento en Guatemala, 59 en Nicaragua, 56 en Honduras, 30 en Panamá, 26 en El Salvador y 20 por ciento en Costa Rica.
El estudio refleja también un grave desequilibrio en la distribución de ingresos y en todas las naciones centroamericanas.
Fletcher y Renzi indican que en Guatemala el 20 por ciento de la población más pobre solo capta una vigésima parte de los ingresos mientras el 20 más rico se queda con el 54 por ciento.
En El Salvador el mismo porcentaje más pobre capta únicamente dos por ciento de los ingresos y el más rico 60 por ciento, al tiempo que en Honduras el sector más paupérrimo tiene acceso al 4,3 por ciento y el privilegiado a 59,3.
En Nicaragua, agregan, el 20 por ciento de la población más pobre recibe el tres por ciento de los ingresos y el más rico 58 por ciento, mientras en Costa Rica la relación es de cuatro a 49 por ciento, y en Panamá se ubica en 2,7 y 60,3 por ciento.
Si bien el período comprendido en el estudio de las expertas no alcanza los años de posguerra se muestra una tendencia de empobrecimiento que confirman análisis posteriores.
El último informe sobre Desarrollo Humano divulgado en junio por el PNUD da cuenta de que en el período 1990-95 un 60 por ciento de la población no tuvo acceso a servicios de salud en El Salvador y 43 por ciento padeció el mismo problema en Guatemala.
Lo mismo ocurría con 30 por ciento de los habitantes de Panamá, 31 por ciento de los de Honduras y 17 de los nicaragüenses.
De acuerdo con el documento del PNUD, la tasa de analfabetismo de adultos en 1995 se ubicaba en 44,4 por ciento en Guatemala, 34,3 en Nicaragua, 28,5 en El Salvador, 27,3 en Honduras, 9,2 en Panamá y 5,2 por ciento en Costa Rica.
Estimaciones realizadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe indican que en 1980 la pobreza en el istmo afectaba a 13,6 millones de personas entre una población total de 22,6 millones.
Un lustro después, el número de habitantes ascendió 25,3 millones y la cantidad de pobres a 18 millones, lo que dejó en evidencia que la población aumentó 2,7 millones y el número de pobres en 4,5 millones.
"Los procesos llamados democráticos deben demostrar capacidad para solucionar grandes cuestiones sociales, como la desigual distribución del ingreso y de la tierra", dijo Montero.
Indicó que si bien es necesario educar a la población centroamericana, también lo es que "antes deben ser creadas las condiciones sociales para que la enseñanza caiga en terreno fértil".
Barahona expresó, por su parte, que "la democracia debe probar al ciudadano de la región que es funcional, que le garantiza mejoría, y ese es el reto centroamericano luego de ser consolidada la paz". (FIN/IPS/ug/dg/ip/97