Wang Ming, enfundada en el grueso abrigo verde de los policías de China, cobra un pequeño alquiler por sus prismáticos a los visitantes para que echen un vistazo a través del río Yalu, hacia a la hambrienta Corea del Norte.
Wang desafía al viento helado para encaramarse sobre los restos de un puente destruido por las tropas estadounidenses en la guerra de Corea en los 50. Por el hoy llamado "puente de la Amistad" pasa parte de la asistencia alimentaria china.
Las historias de coreanos desfallecientes por el hambre convirtieron al poblado de Dandong, en la frontera de China con Corea del Norte, en una atracción turística. Pero no es mucho lo que se puede ver a través de los prismáticos. Muchos visitantes se van desilusionados.
"Siempre está tranquilo aquí. Los coreanos se acercan al río Yalu solo en los grandes festivales", dice Wang. En la ribera coreana se ve una sola construcción semiderruida.
Los festivales de los que habla conmemoran el aniversario del fallecido Kim Il Sung, líder de la revolución comunista coreana, el cumpleaños de su hijo y sucesor, Kim Jong Il, y el Día de los Trabajadores.
El espectáculo a través de los prismáticos no es muy alentador. En la orilla del Yalu, un grupo de personas arrojan desechos de metal dentro de una embarcación herrumbrada.
El trueque y el comercio informal se ha convertido en el modo de supervivencia para los hambrientos norcoreanos en la frontera, a razón de tres toneladas de metal por una de harina.
Ma, un camionero que cruza el puente todos los días rumbo a la ciudad coreana de Sinuiju con alimentos para comerciar, habla de muchachas de unos 20 años que cargan esqueléticos niños a sus espaldas mientras llenan su vehículo de trozos de metal.
"Debo ser muy cuidadoso cuando voy a Sinuiju. Si me detengo, es muy posible que me roben toda la mercadería", dijo Ma.
La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial para la Alimentación (WFP) alertaron el miércoles que los alimentos de que dispone el gobierno en Pyongyang podrían agotarse el día 20.
Una misión conjunta de ambas agencias visitó el país entre los días 17 y 24 de marzo y concluyó que el sistema de raciones del país "está en el umbral del colapso" y que no existen "mecanismos alternativos para suministrar alimentos".
Solo se dispone de pequeñas partidas de alimentos importados a través del circuito comercial internacional. La ayuda alimentaria aportada hasta ahora no es suficiente para los platos de los 22,7 millones de habitantes del país.
El WFP lanzó en abril un pedido mundial de asistencia de emergencia por 95,5 millones de dólares. Los donantes ya han suministrado 56 por ciento de las necesidades financieras y 72 por ciento de las de comida, pero no es suficiente.
Las perspectivas agrícolas de este año son algo mejores que los resultados de la cosecha del año pasado, cuando las inundaciones destruyeron los cultivos. Pero la producción será de apenas cuatro millones de toneladas, muy por debajo de las necesidades de la población, según el WFP y la FAO.
Tun Myat, funcionario del WFP que visitó Corea del Norte en mayo, dijo que la segunda ciudad del país, Hamhung, recibió sus últimas raciones a mediados de marzo. Los residentes vendieron ya sus últimos muebles para comprar alimentos y comen de forma habitual fideos de algas, recordó.
La escasez de alimentos ya tiene consecuencias sanitarias, en especial sobre los niños. Un equipo de la Cruz Roja que visitó Corea del Norte informó la semana pasada en Beijing que 16,6 por ciento de los menores de seis años sufren desnutrición.
El sistema de salud "colapsó" y es inoperante para combatir la hambruna, según Michel Tailhades, médico de la Cruz Roja. Muchos norcoreanos apelan a la medicina tradicional "koryo", que es inadecuada para casos de desnutrición grave y enfermedades infecciosas.
La misión de la Cruz Roja examinó a 230 niños y niñas y detectó en varios los efectos permanentes del hambre y la desnutrición.
La mortalidad infantil aumentó a 20 por cada 1.000 nacimientos y el peso promedio de los niños al nacer cayó a 2,8 kilogramos, según la Cruz Roja.
"En ciertos casos, la desnutrición se ha convertido en crónica con amenaza de muerte. En algunos hogares visitados se registraron fallecimientos relacionadas con la falta de comida", agregó el informe.
Los coreanos no comen más carne ni disponen de aceite y azúcar. Todos cultivan verduras en sus viviendas, y aun en los balcones.
"Es un misterio cómo la gente continúa trabajando tanto con raciones de apenas 100 gramos por día", dijo Tailhades. Pero muchas fábricas cerraron. La producción ya cayó a 30 por ciento de los niveles anteriores a la crisis alimentaria.
"La gente sufre, y eso se observa incluso en lugares de libre acceso para los visitantes", dijo Dennis.
Algunos norcoreanos intentan huir hacia China. Varios fueron capturados y enviados de regreso por las autoridades.
Tun Myat observó muchas personas que atravesaban el país en techos de ferrocarriles y camiones. Funcionarios norcoreanos le informaron que se trataba de familias desplazadas por la hambruna que no tenían permiso del gobierno para viajar.
El temor al castigo ya no tiene mucho efecto, a pesar del férreo control que pesa sobre la sociedad de este país. La población fue librada a su suerte para luchar contra la escasez de alimentos y muchos se dedican al comercio informal e incluso tratan de obtener refugio en países vecinos.
Yi Qingnu, una joven de 19 años, trabaja ahora en un bar de karaoke en Dandong, tras cruzar el año pasado la frontera para unirse a sus padres y abuelos.
Yi sigue afirmando que Corea del Norte es un paraíso terrenal. Según ella, no fue el hambre lo que arrastró a su familia a China, sino la añoranza de su abuela, que creció en este país.
Pero Yi admite que del otro lado del río Yalu hay pocas actividades productivas, así que todos se ven obligados a dedicarse al comercio y al trueque.
Su familia se trasladó a Dandong luego de esperar años que el gobierno en Pyongyang les otorgara autorización para hacerlo. A los norcoreanos no se les suele dar permiso para abandonar el país, pero los Yi pudieron hacerlo porque tienen raíces en China.
La mayoría de los norcoreanos no tienen tanta suerte. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mj/dv/97