El coronel Arik Achmon aún siente en el cuerpo la euforia que cundía cuando en 1967 su brigada del ejército de Israel capturó la ciudad vieja de Jerusalén.
Achmon corrió junto a su comandante, el entonces coronel Mordejai Gur, a través de las desoladas calles de adoquines hasta llegar al Muro de los Lamentos, el más sagrado de los lugares del judaísmo.
Allí se unieron docenas de soldados. Algunos bailaban y cantaban. Otros rezaban con sus cascos en la mano.
Lo más conmovedor fue inmensidad del lugar, que alberga la mezquita de Omar con su cúpula dorada en el sitio donde hasta principios del milenio se levantó el templo judío de Jerusalén. Ahora, su pueblo había retornado.
"Me sentía como si hubiera entrado a otro mundo. Fue un sentimiento muy fuerte, no solo por estar ante el Muro, sino por todo el lugar. Era una gran victoria para nosotros", recordó Achmon, hoy retirado.
En solo seis días, Israel capturó Jerusalén oriental y Cisjordania, hasta entonces en poder de Jordania, y los Altos del Golán a Siria. En el segundo día de batalla, la brigada 55, en la que reportaba Achmon, irrumpió en la ciudad vieja de Jerusalén. Ese día fue el 6 de junio de 1967.
Treinta años después, los israelíes celebran la victoria en la guerra de los Seis Días, de la que su estado ganó la extensión territorial que deseaban por razones estratégicas y Jerusalén emergió unida. Pero el triunfo tuvo un regusto amargo.
En su momento, aseguró la supervivencia de Israel, pero también cambió el paisaje político del país y sumió a la población en un agrio debate sobre qué hacer con los territorios ocupados y los palestinos que vivían allí.
"La discusión política se ha reducido en Israel a cuestiones relativas al territorio y la paz y se centra en qué hacer con dos millones de palestinos", dijo Reuven Hazan, cientista político en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Poco después de que acabaran los combates, los israelíes sintieron alivio. Habían ganado una guerra contra todas las previsiones, luchando en tres frentes simultáneos. "Pasamos de ser un país muy pequeño a uno grande", dijo Achmon.
De repente, Israel tuvo bajo su control territorio para negociar a cambio de la paz con sus vecinos árabes. El primer paso se dio en 1979, al devolver el desierto de Sinaí a Egipto y firmar con ese país un tratado de paz.
Pero el tiempo pasó y quedó en evidencia que sería difícil otros acuerdos de tierra por paz.
Los territorios ocupados, en especial los de Cisjordania (Judea y Samaria, según los textos bíblicos), fueron considerados por media nación parte integral de Israel, ganados por milagro. Renunciar a ellos para alcanzar la paz era, para esos israelíes, impensable.
La otra mitad abrazaría de forma definitiva la idea de retirarse de Cisjordania y Gaza, donde dos millones de palestinos que sufrían el estrecho control militar de Israel reclamaban la independencia.
La disputa paralizó una sociedad, inmersa en la discusión sobre la anexión de tierras llenas de significado histórico y religioso o la renuncia a ellas a cambio de la paz.
La intifada, rebelión a pedradas de los palestinos durante siete años a partir de 1987, obligó a Israel a tomar una decisión.
"El debate se convirtió en un intercambio de argumentos que sopesaban costos y beneficios. La derecha sostenía que no se podía confiar en los árabes ni renunciar a la herencia histórica. La izquierda estaba dispuesta a contemplar concesiones territoriales", explicó Hazan.
En 1990, cuando Israel se dispuso a negociar con los árabes en Madrid, los partidarios de la paz ya había consolidado la idea de conceder el autogobierno a los palestinos en Cisjordania y Gaza, proceso que, admitían, podría culminar con la constitución de su propio estado.
Mientras tanto, los nacionalistas cada vez más militantes comenzaron a presionar para llenar Cisjordania y Gaza de pequeñas colonias o asentamientos judíos que harían de cualquier retiro militar futuro una tarea imposible.
En 1977, el derechista partido Likud desalojó por primera vez en la corta historia de Israel al centroizquierdista Partido Laborista del poder. Cuando el laborismo regresó al gobierno, el Likud había triplicado el número de asentamientos judíos en Cisjordania.
El gobierno decidió conceder territorio a los palestinos en septiembre de 1993. Pero el prolongado debate sobre tierras a cambio de paz se convirtió entonces en una polémica agria con consignas en las que, incluso, se calificó al primer ministro Yitzhak Rabin de nazi.
El frenetismo culminó con el asesinato del propio Rabin, uno de los comandantes que participó en la captura de Jerusalén en 1967, a manos de un extremista judío.
Para Achmon y muchos israelíes, ese crimen hunde sus raíces en la guerra de los Seis Días. "Lo malo de la guerra es que deparó el surgimiento de algunas tendencias nacionalistas peligrosas. Luego de un triunfo, uno debe saber usar la fuerza con sabiduría y pensar en el adversario", dijo.
Por cada israelí victorioso en 1967 había un palestino derrotado. Mientras Achmon celebraba frente al Muro de los Lamentos, el palestino Mohammed Sharabati se ocultaba en su casa, a poca distancia de las paredes almenadas de la ciudad vieja.
Cuando los tanques israelíes avanzaban sobre la ciudad, Shabarati huyó junto con su madre y sus hermanos menores a Jordania, donde se ocultó en una caverna. Allí vio a los derrotados soldados jordanos en su retirada hacia Amman.
Cuando regresó, el ejército israelí había ocupado el sector árabe de Jerusalén. "Estaba conmovido. Todo sucedió tan rápido, con tanta facilidad… Pensé: 'Perdimos toda Palestina, perdimos todo…", recordó.
La posición de los palestinos es lo que impulsa a Achmon, al igual que a muchos israelíes, a reclamar la paz. Si Israel mantiene Cisjordania y Gaza bajo su control, piensan, deberán elegir si someten a los palestinos a un "apartheid" o les conceden derechos civiles plenos.
Achmon no quiere que suceda ninguna de las dos cosas.
Por eso, después de 30 años, quiere que Israel ceda parte del territorio por el que luchó tanto para conquistar. "Es mejor que nos separemos y los dejemos gobernarse a sí mismos. Debemos vivir y dejar vivir, aun al costo de una posición geográfica menos segura", dijo. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/mj/ip/97