Ehud Barak hace gala de un estilo similar al de su mentor, el asesinado Yitzhak Rabin. Este hosco soldado devenido dirigente político ha tomado las riendas del Partido Laborista al triunfar en las elecciones internas de forma clara.
Tras las elecciones del martes, Barak reemplazará en el liderazgo laborista a Shimon Peres, premio Nobel de la Paz y arquitecto del acuerdo con los palestinos subrogado en la jefatura de gobierno el año pasado por el actual primer ministro, el derechista Benjamin Netanyahu.
Peres se abstuvo de presentar su candidatura a las elecciones internas abiertas a los 167.000 afiliados al Partido Laborista.
Algunas encuestas señalaban el mes pasado un virtual empate en hipotéticas elecciones generales entre Barak y Netanyahu, cuya imagen sufre el efecto de la interrupción de las negociaciones con los palestinos y un escándalo de tráfico de influencias por el que a duras penas pudo eludir una acusación penal.
Otros estudios de opinión pública muestran, incluso, a Barak delante de Netanyahu en lo que refiere a intenciones de voto.
El nuevo líder laborista formará equipo para abordar el problema palestino con Yossi Beilin, un intelectual que se inclina a mayores concesiones por parte de Israel y que trabajó muy cerca de Peres.
Este dúo recuerda al que constituyeron Rabin y Peres, quienes firmaron los históricos pactos de 1993 y 1995 en Oslo con el líder palestino Yasser Arafat y en 1994 un acuerdo de paz con Jordania.
Barak y Beilin desarrollarán, al parecer, una estrategia de paz a la que los palestinos podrán adherir sin diluir sus reclamos.
"Beilin avanzará en el frente de la paz y Barak se asegurará de que su compañero no coloque a Israel en un atolladero", predijo Reuven Hazan, cientista político de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
La coalición de gobierno del derechista Netanyahu, en la que figuran representantes de los colonos judíos en Cisjordania y Gaza rechazados por los palestinos, se resiste a efectuar concesiones necesarias para la firma de un acuerdo final de paz.
Netanyahu se ha comprometido a impedir la constitución de un estado palestino en Cisjordania y Gaza, territorios ocupados por Israel en la guerra de los Seis Días (1967), y menos aun a reconocer una eventual capital para ese estado en Jerusalén oriental.
Netanyahu provocó la ira de los palestinos cuando ofreció, como primera de las tres "redistribuciones" de fuerzas militares israelíes hoy apostadas en Cisjordania exigidas en los acuerdos de Oslo, un retiro que suponía el abandono de apenas dos por ciento de ese territorio.
La prensa israelí exhibió la semana pasada un mapa que, según distintas versiones luego desmentidas por el gobierno, refleja la intención de Netanyahu. En este mapa, los palestinos tendrían control de alrededor de 40 por ciento de Cisjordania.
En cambio, el Partido Laborista dejó de lado el año pasado su tradicional oposición a la creación de un estado palestino, pero alertó que el territorio del nuevo país debía ser desmilitarizado en su totalidad.
Mientras estuvieron a cargo del gobierno, los laboristas manifestaban su intención de que Israel anexara 11 por ciento de Cisjordania y se constituyera en el restante 89 por ciento un estado palestino.
Las negociaciones finales entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina sobre la situación definitiva de Jerusalén, colonias judías, retorno de refugiados y creación del estado deberían concluir en mayo de 1999, según el cronograma establecido en el acuerdo de Oslo de 1995.
Las tratativas están en suspenso desde que Netanyahu dispuso la construcción de 1.600 viviendas para judíos en Har Homa, zona conocida por los palestinos como Jabel Abu Ghneim al sur de Jerusalén oriental.
Eventuales elecciones anticipadas en las que se pongan en juego las candidaturas de Barak y Netanyahu serían clave en el resultado final.
La victoria de Barak el martes indica que los laboristas eligieron al candidato que mejor representa al "ciudadano medio" israelí y, por lo tanto, tiene mejores posibilidades para desalojar a Netanyahu del gobierno en el 2000.
Al igual que Rabin, asesinado por un judío fanático opositor a los acuerdos de paz en 1995, Barak desarrolló una brillante carrera militar antes de quitarse el uniforme en 1993 para ingresar a la arena política.
Como soldado, ganó fama en 1993 cuando, disfrazado de mujer, participó en un ataque en Beirut en el cual murieron tres militantes de la Organización para la Liberación de Palestina. Barak tiene, por lo tanto, credenciales militares que presentar a una ciudadanía obsesionada con la seguridad.
"¿Quién mejor que un militar para tomar decisiones sobre el tipo de concesiones que se puedan hacer sin amenazar la seguridad de Israel?", se preguntó Hazan.
Igual que Rabin, Barak consolidó su nombre durante la "intifada", los levantamientos que desarrollaron los palestinos durante siete años (1987-1994).
Rabin, entonces a cargo del Ministerio de Defensa, prometió romper los huesos de los palestinos que resistían a pedrazos. Barak supervisó la eliminación de 10 de los 12 combatientes más buscados por las autoridades israelíes.
Ambos hombres eligieron al final la senda de la paz para resolver el conflicto y adoptaron la estrategia de "tierras a cambio de paz" que condujo a la firma de los acuerdos de Oslo.
Barak abatió en las elecciones del martes a sus tres competidores, entre ellos Beilin, representantes todos ellos del ala izquierdista del Partido Laborista, proclives a más concesiones a los palestinos.
Los restantes dos contendientes fueron Efraim Sheh, otro ex militar y médico a cargo del Ministerio de Salud durante el gobierno de Peres, y Shlomo Ben-Ami, profesor de la Universidad de Tel Aviv.
Hazan dijo que Barak es una buena opción para que el laborismo vuelva al poder, para lo cual podría formar un frente común con Beilin y Ben-Ami.
"Beilin, con sus elocuentes planes de paz, Ben-Hami, con su consigna 'regresemos al contacto con los desclasados', y Barak, con sus credenciales militares, constituyen una combinación ganadora", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/dho/rj/mj/ip/97