Senadores demócratas y republicanos, inquietos ante alianzas comerciales logradas por competidores de Estados Unidos, urgen al gobierno a obtener del Congreso la autorización de "vía rápida" para encarar acuerdos de libre intercambio.
El presidente Bill Clinton resolvió postergar hasta septiembre la solicitud al Congreso de auorización de vía rápida para negociar un acuerdo comercial con Chile, que sería préambulo del Area de Libre Comercio de las Américas.
Pero legisladores de los dos partido afirman que Clinton debe luchar por la vía rápida ahora, pues más adelante podría encontrar condiciones políticas desfavorables.
El demócrata Bob Graham, integrante del comité de Finanzas del Senado, advirtió el martes a la representante de Comercio exterior, Charlene Barshefsky, que Washington se arriesga a perder el tren de un comercio mundial en explosiva expansión.
La autorización de vía rápida faculta al presidente a negociar acuerdos de comercio sin temer posteriores enmiendas del Congreso.
Una vez asegurada la vía rápida, el Congreso sólo puede pronunciarse a favor o en contra el acuerdo del caso, sin posibilidad de modificarlo ni de introducir cláusulas adicionales.
Esa facultad es corrientemente concedida al Poder Ejecutivo por un periodo de varios años.
La última autorización expiró en abril de 1994, poco más de un año después de que el Congreso aprobara por estrecho margen el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), que asoció a Estados Unidos con Canadá y México.
Después de varias idas y venidas, la administración de Clinton anunció en mayo que aguardará el receso legislativo de agosto antes de lanzarse en procura de la vía rápida, que sería discutida en septiembre.
"Estados Unidos debe conservar su papel protagónico en el comercio mundial. Es necesario reaccionar ante el sorprendente aumento de las alianzas comerciales concretadas en América Latina, Europa y Asia", advirtió el senador John Breaux.
"Esas negociaciones (de comercio) se cumplen sin participación de Estados Unidos, en lugar de hacerse con este país", observó Breaux.
Los partidarios de la vía rápida señalan que las exportaciones de Estados Unidos aumentan más rápidamente que la producción y que, según los pronósticos, países de América Latina y Asia crecerán a alta tasa en los próximos años.
Con base en esos datos, advierten a la administración que, si no actúa de inmediato para abrir esos mercados, se arriegará a perderlos ante competidores de Europa y Japón.
Pero, pese a su reiterado compromiso público de buscar prioritariamente la vía rápida en su segundo mandato, Clinton no ha lanzado una campaña en forma, como lo hizo efectivamente en el caso del TLC.
El TLC promovió el aumento del intercambio de Estados Unidos con Canadá y México, pero se ha convertido en una onerosa carga política para Washington y, ante esa evidencia, Clinton optó por aplazar su pedido de una nueva autorización de vía rápida.
La prioridad de la administración fue este año negociar con el Congreso, controlado por la oposición republicana, la redacción de un presupuesto que afectará la totalidad del gasto federal en los próximos dos años.
Las conversaciones sobre el presupuesto han finalizado, aunque al costo de una profunda división en el gobernante Partido Demócrata.
La división enfrenta a los llamados "nuevos demócratas", de tendencia conservadora en materia económica, con el sector tradicional del "New Deal", vinculado a distritos de fuerte presencia de sindicatos y de organizaciones ambientalistas y de consumidores.
Más allá del presupuesto, nada divide más a los dos sectores demócratas que los asuntos de comercio. La Casa Blanca renovó a China el estatuto de "nación más favorecida" y esa decisión dará lugar a una serie de debates sobre comercio en el Congreso.
Las facciones demócratas se alinean detrás de dos precandidatos para las elecciones del 2000. Se trata del vicepresidente Al Gore y de Dick Gephardt, líder del bloque demócrata en la Cámara de Representantes.
El "nuevo demócrata" Gore, el vicepresiente más influyente de las últimas décadas, teme que su apoyo al libre comercio le enajene el voto de los sindicatos, a los que necesita para lograr la candidatura presidencial de su partido. Su estrategia consiste aparentemente en postergar el debate sobre la vía rápida.
Mientras, los senadores republicanos endurecen su posición respecto de los asuntos que creen necesario incluir y los que no desean incorporar a la vía rápida.
Los republicanos se oponen a agregar a los nuevos acuerdos de comercio normas de protección de protección del ambiente y de los derechos laborales, dos áreas contempladas en el TLC.
Por su parte, los demócratas anunciaron que negarán su voto a la solicitud de vía rápida si los asuntos ambientales y laborales no son sumados a la negociación de convemios comerciales.
"Estoy dispuesto a acompañar el esfuerzo" por lograr la autorización. "Pero debemos tener la garantía de que la vía rápida se usará sólo para acuerdos de comercio, y no para imponer leyes ambientales ni normas internacionales de trabajo", advirtió el senador republicano Phil Gramm.
La representante de Comercio Barshefsky señaló al comité de Finanzas del Senado que la perspectiva de negociaciones de libre comercio pone en evidencia "una marcada división ideológica entre los partidos, dentro de los partidos y tal vez entre la Casa Blanca y el Senado".
Barshefsky aseguró que continuará su gestión personal, comenzada hace dos meses, en busca de consenso en materia de normas ambientales y laborales, hasta que la administración presente al Congreso su pedido de vía rápida. (FIN/IPS/tra- en/jl/yjc/ff/ip if/97