El avance de la integración en el Mercosur, que todos defienden que vaya más allá de lo comercial, exigirá probablemente una revisión de las historias oficiales sobre la Guerra del Paraguay.
La historia tradicionalmente impartida en las escuelas, especialmente en Brasil, conspira contra la integración y una comprensión del conflicto de 1864 a 1870, que involucró a los cuatro países que hoy se unen por un mercado y un futuro común.
Una nueva publicación en Brasil de "La retirada de Laguna", en que Alfredo d'Escragnolle Taunay cuenta, como participante, la malograda incursión brasileña en Paraguay de 1867, abre ahora una oportunidad de nuevas discusiones sobre el tema.
La historia oficial brasileña, tan laudatoria que celebra como victoria una retirada tras la batalla perdida y como héroes a los autores de masacres contra un pueblo ya indefenso, sufrió un duro golpe en 1979. En aquel año el periodista Julio Jose Chiavenatto publicó su libro "Genocidio Americano: la Guerra del Paraguay".
Fu una guerra de exterminio, según Chiavenatto, en que argentinos y brasileños rivalizaron en crueldades, para eliminar 75,75 por ciento de la población paraguaya, 606.000 en un total de 800.000 personas.
El 96,5 por ciento de los varones habrían muerto. De los mayores de 20 años solo quedaron 2.100, según las cifras del periodista, que historiadores ponen en duda por ausencia de fuentes confiables.
El genocidio aparece también en el libro que se usa en la enseñanza secundaria en Paraguay, pero con cifras distintas: "la población disminuyó notablemente: de 1.300.000 habitantes al comenzar la guerra, quedó reducida a 300.000, en su mayoría ancianos, mujeres y niños".
No hace falta precisión para reconocer que la matanza fue mucho más allá de lo necesario para un triunfo militar, casi exterminando a una nación.
"Paraguay era la Cuba del siglo XIX, que Brasil fue capaz de destruir, al contrario de Estados Unidos en relación a la Cuba actual", según el escritor Joel Rufino dos Santos, coautor a principios de los años 60 de una "Historia Nueva de Brasil" que inició una revisión interrumpida por el golpe militar de 1964.
La guerra de la Triple Alianza -Argentina, Brasil y Uruguay- contra Paraguay no cuenta hasta ahora "una gran historia, global", que corresponda a la importancia que tuvo para la formación de esas cuatro naciones, señaló Rufino.
Paraguay, sin salida al mar, avanzaba en un desarrollo autónomo, logrando un progreso industrial y educativo superior a sus vecinos dependientes del neocolonismo británico. Además, era una nación indígena, que hablaba guaraní y con fuerte influencia de la orden católica de los jesuitas.
Era algo "inaceptable" para un Brasil en proceso de afirmar su nacionalidad con la lengua heredada de los colonizadores, sostiene Rufino.
Los guaraníes se extendían más allá de las fronteras y poblaban varias áreas en Brasil, donde eran sometidos a un gradual exterminio, como los demás indígenas.
La Guerra del Paraguay se justificaba oficialmente como una lucha de la civilización contra la barbarie y la tirania. Y terminó por serlo, pero con efecto búmeran: determinó el fin de la esclavitud en Brasil en 1888 y de la monarquía un año después, coindiden los historiadores.
Fueron esclavos negros, reclutados a la fuerza o atraídos por la emancipación, la mayoría de las tropas brasileñas enviadas al frente. Eso "desmanteló el sistema esclavista", explicó Rufino, al aflojar las cadenas y promover una gran mortandad de los negros, por la guerra y las epidemias.
"Limpiar la herida" con una revisión histórica sería conveniente para el Mercosur y para Brasil, según el historiador.
La investigación universitaria ya sepultó "el patriotismo vulgar" que contaminó la historia de esa guerra, pero su alcance está limitado a una pequeña audiencia. El problema se encuentra en la enseñanza básica y otros medios que forman la opinión pública, evaluó Rufino.
Una historia objetiva de la mayor guerra que hubo en América del Sur no favorecería el orgullo de los brasileños ni la imagen de que se trata de un pueblo cordial, pacífico, justo con sus vecinos y que vive en democracia racial, según Daniel Piza, comentarista cultural del diario Gazeta Mercantil.
Una resistencia es inevitable entre los militares, especialmente en el Ejército, cuyo patrono es el Duque de Caxias, quien comandó las tropas brasileñas de 1866 a 1869. (FIN/IPS/mo/ag/ip/97