Mientras las mujeres de Argentina luchan públicamente por romper con los estereotipos de su género, se multiplican día a día los grupos de varones que, en una forma casi clandestina aún, tratan de liberarse del propio corsé: el que los condena a ser los machos.
La frase tradicional que destacaba que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer podría replantearse para explicar el caso argentino: aquí, detrás de toda mujer que clama por cruzar el umbral de lo privado a lo público, hay un varón más oculto que se plantea realizar el camino inverso.
En diálogo con IPS, Sergio Sinay, coordinador de grupos de varones, reveló que a principios de los '90, cuando lanzó su propuesta de realizar talleres donde los hombres reflexionaran sobre "la trampa del estereotipo", eran unos pocos los que asistían, y lo hacían casi en secreto, con cierta vergüenza.
Hoy, los grupos se multiplican y la franja de edad de los participantes va de los 30 a los 60 años, abarcando sectores de ingresos medios y altos. La excusa de los talleres suele ser un tema concreto: el divorcio, el fútbol o la paternidad. Pero al final, todo deriva en asuntos de género masculino.
"Los varones argentinos están desorientados", opinó Sinay. "Los estereotipos sepultaron y olvidaron rasgos que son en realidad cualidades humanas ancestrales", sostuvo el coordinador, quien es además autor de libros como "Esta noche no, querida" o "Guía del hombre divorciado".
Miguel Snajderman, un arquitecto de 37 años, expresaba ante IPS su queja de varón mezclada con algo de desconcierto ante los cambios de las mujeres: "tantos años estuvieron sometidas, y justo tenía que tocarme el momento en que se liberaran", expresa por lo bajo, para que no escuche su esposa.
La desorientación del varón queda reflejada en programas de televisión en los que se retrata la vida. "Los machos", que se emitía hasta hace poco tiempo, mostraba a hombres inmaduros frente a sus compañeras. Ahora, el mismo fenómeno se ve en un programa que las incluyó en el título: "Señoras y señores".
El psicoanalista Guillermo Villaseca, experto en asuntos de varones, considera que los hombres argentinos hoy son "un grupo de riesgo". Mientras ellas lograron construir un nuevo perfil ellos se quedaron atrás, sin un movimiento positivo que les permita reencontrarse, aseguró.
A diferencia de las mujeres, que plantean sus reivindicaciones como una búsqueda para su crecimiento personal, los hombres llegan al espacio de reflexión a partir de un fracaso. Divorcio, impotencia sexual, quiebra económica o mala relación con los hijos adolescentes suelen ser asuntos desencadenantes.
"Desde los '60, las mujeres comenzaron a romper la trampa del estereotipo, quizás porque ellas estaban peor que los varones, o porque tenían menos que perder. Pero nosotros también padecemos de esos modelos fijos que nos limitan a ser 50 por ciento de las personas que podríamos ser", sostiene Sinay.
Para el experto, no se trata de sumarse a la causa de la llamada emancipación femenina y acompañar sus cambios sino de propiciar también la propia liberación. "No tenemos que liberarnos los unos de las otras sino cada uno de los prejuicios y corsés que nos tienen prisioneros", añadió.
Según ese modelo o estereotipo, los varones deben ser fuertes, fríos, decididos y protectores, y fundamentalmente deben ser proveedores y sostenedores de la familia. En los últimos años, este esquema entró en una crisis acelerada debido al alto desempleo y al creciente número de mujeres jefas de hogar.
El esquema los angustia hasta tal punto que los psicólogos advierten que muchas patologías están siendo analizadas a partir de estos "mandatos culturales". Palpitaciones, estrés, cefaleas, úlceras, trastornos digestivos y problemas cardiovasculares hablan por sí mismas del malestar de varón.
A su vez, de ellas se espera que sean cálidas, hogareñas, amables, sensibles, seductoras, ingenuas, coquetas y maternales. "A los varones les encantan las mujeres inteligentes, independientes, y que toman sus propias decisiones,pero no para casarse", ironizó Sinay.
Estos esquemas también enferman a las mujeres de anorexia, bulimia, contracturas musculares, depresión y otros trastornos psicosomáticos considerados típicamente femeninos.
"El estereotipo dice que el ámbito privado es femenino y eso no sólo engloba el hogar sino también el interior de la persona, sus afectos, sus sentimientos. Las mujeres pasaron el umbral y conquistaron sitios afuera, pero a los varones nos cuesta ir hacia 'adentro' porque es un camino más difícil".
Si llegan adentro, los varones podrán disfrutar más de la familia, del hogar, de los afectos y del mundo de lo cotidiano. "Seguramente, no se sentirán tan solos como ahora, tanto en el éxito como en el fracaso", divisó.
El planteo de Sinay es que varones y mujeres necesitan modelos propios, que potencien las cualidades negadas por los estereotipos. Así, los hombres no deberían "copiar" la sensibilidad femenina y terminar siendo madres de sus hijos. De lo que se trata es de encontrar el propio camino.
Por el momento, los cambios son más de discurso que de actitudes, coinciden en señalar los expertos. Inclusive, los varones argentinos, que se consideran más evolucionados que sus pares de América Latina en relación con las mujeres, no lo son tanto de la puerta del hogar hacia adentro.
En general, varones y mujeres dicen rechazar los estereotipos pero terminan en los hechos reclamando al otro que juegue el papel tradicional que le cabe en la escena, un pedido que potencia una atmósfera de queja e insatisfacción que circula entre casi todas las parejas argentinas de los '90. (FIN/IPS/mv/dg/pr/97)