La paradoja para el mundo laboral en América Latina es que su economía crece, pero sin provocar la caída de la pobreza o el desempleo, salvo en el ascendente y precario sector informal, donde la mujer es mayoría.
Cuando con motivo del día mundial del trabajador, el 1 de mayo, organismos y medios de comunicación ponen sus ojos sobre el área laboral, se repiten esta década las cifras amargas, a consecuencia para sus críticos del triunfante neoliberalismo.
La coordinadora del izquierdista Frente Continental de Mujeres, la venezolana Nora Castañeda, dijo a IPS que una novedad de los últimos 12 meses fue la mayor presencia de la mujer en la población económicamente activa (PEA).
Citó como ejemplo que se repite, los casos de Uruguay, Venezuela y Chile, donde la mujer pasó a representar 50, 43,8 y 38 por ciento de sus PEA, respectivamente.
Pero lo positivo de ese elemento se desvanece cuando se añade que la mujer tiene trabajo sobre todo en el sector informal, con condiciones de gran precariedad, o en la maquila (producción para exportar, a cuenta de otros), un nicho formal con visos de esclavitud, extendido en México y América Central.
El modelo laboral que prospera esta década en la región representa en realidad un antimodelo para el hombre y la mujer, dijo a IPS Isabel Hoterlin, secretaria ejecutiva de la Comisión de Derechos Humanos de la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT), de origen democristiano.
Citó que aumenta la distorsión de hogares que tienen al frente sólo a una mujer, sobre todo en los estratos más vulnerables de las sociedades latinoamericanas, que entran al mercado laboral en las peores condiciones, sin puestos fijos y sin derecho a beneficios como salud y seguridad social.
El drama adicional, dijo la dirigenta de la CLAT que tiene su sede a las afueras de Caracas, es que también sus hijos deben abandonar el sistema educativo para aumentar el ingreso familiar y asumen trabajos ilegales y más precarios aún que los de sus madres.
Castañeda, catedrática de economía en la principal universidad venezolana, dijo que en el circuito formal es la maquila el mayor nicho laboral femenino, y citó que en México la mujer constituye la mitad de la mano de obra en esas empresas, lo que llega a 80 por ciento en Guatemala, Honduras o República Dominicana.
Hoterlin, oriunda de Bélgica con muchos años en América Latina y quien acaba de realizar una gira para analizar los problemas sociales y laborales de la maquila en América Central, dijo que hay denuncias hasta de esterilización oculta, como en Panamá.
Citó también que en las numerosas empresas coreanas existe una sistemática violencia contra las trabajadoras, con cachetadas públicas en la cara y en las nalgas, obligación de limpiar los aseos comunes y su lugar de trabajo, y castigos como sentarlas frente a todas sus compañeras por un día, sin poder hablar.
A la humillación, en ese último caso, se suma el que pierden su jornada laboral. Otra realidad es que aunque las mujeres se sientan mal deben producir a un ritmo esclavizante, con horarios extendidos y sin protección sindical o social.
El perfil de contratación en las maquilas, la mayoría textileras, son mujeres, solteras, de 20 a 25 años, sin hijos y que no permanecen más de ocho años en esos trabajos.
La novedad más positiva en el sector de la maquila es que cada vez contratan menos niños y niñas, porque las campañas internacionales y nacionales han convencido a los empleadores que es más conveniente ajustarse a las leyes en ese aspecto.
Cifras recientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) confirman que está creciendo la exclusión social, de un sistema económico que aparte de modernización y equilibrio en los parámetros macro, ha traido una polarización social.
La OIT indica que más de 80 de cada 100 empleos creados en el último trienio, lo han sido en el circuito informal, que termina por recoger a los expulsados del reducido sector público.
La consecuencia es que cada vez hay ricos más ricos, que concentran casi toda de la riqueza nacional, y al otro lado muchos más pobres y cada vez más pobres.
Castañeda precisó que otros elementos analizados en el mundo laboral durante una reunión regional del frente continental de trabajadoras que coordina, es que la llamada flexibilización laboral impone una precariedad adicional.
En el área de servicios, sobre todo, la mujer es contratada por cinco meses y medio u otro período menor que aquel en que en la legislación nacional el trabajador pasa a adquirir derechos.
También la mujer, mucho más que el hombre, es asumida por las empresas como trabajadora independiente, como prestataria de un servicio, sin ninguna obligación laboral para el empleador.
De todo el universo laboral, quienes peor situación tienen para acceder a un empleo son los jóvenes, y entre ellos la mujer. Si el desempleo promedio en la región es de 12 por ciento, el de los que buscan su primer empleo llega a 20 por ciento y si se trata de mujeres sube varios puntos más, explicó Castañeda.
Según datos de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), de orientación socialdemócrata, la creciente feminizacion del PEA se acompaña también con el hecho de que la mujer en su mayoría no está adscrita a sindicatos, lo que la hace aún más vulnerable.
Castañeda precisó que otro elemento negativo es que pese a su mayor presencia laboral, se mantiene como constante la desigualdad salarial de la mujer respecto al hombre en igual trabajo, así como la dificultad en acceder a altos cargos.
Explicó que en el nivel de las personas obreras, la diferencia salarial es sólo de un 10 por ciento en promedio en la región, a favor del hombre, pero esa brecha se multiplica a medida que se sube a los niveles técnicos, profesionales y gerenciales.
Menos importancia asignó Castañeda al aumento del desempleo femenino en la región, porque consideró que es resultado de que la mujer incrementó fuertemente su salida al circuito laboral, y por tanto aparece más en las cifras oficiales de desocupación.
En su XIV Congreso Continental, celebrado en la capital de República Dominicana entre los días 22 y 26, la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), afiliada a CIOSL, dedicó una resolución especial a la mujer, por ser "las más afectadas" por las medidas de ajuste y flexibilidad laboral.
La ORIT, cuya sede también está en Caracas, indicó que son las mujeres las que más soportan la falta de condiciones de seguridad social y laboral, lo que se traduce en una directa precarización de su extendido núcleo familiar.
La ORIT se marcó como objetivo sensibilizar en todos los países la promoción de un mayor equilibrio en el acceso a la educación, el trabajo y los sindicatos a la mujer, mediante planes especiales, por el impacto social que ese logro tendría.
Castañeda destacó que la sociedad no se da cuenta que sobre la mujer se descarga en la actualidad, en los cada vez más extendidos sectores pobres, una triple jornada.
La mayoría de las mujeres latinoamericanas, explicó, tienen trabajos que las consumen más de ocho horas, deben cumplir todas las tareas de atención a su familia y su hogar, y además han pasado a asumir labores comunitarias, ante el retiro del Estado de la prestación de servicios.
Después que trabaja fuera y atiende a su familia, la mujer es forzada a organizar la recolección de la basura, limpiar las áreas comunes de su barrio, buscar y organizar apoyo para la salud colectiva y cumplir funciones similares, que el hombre no suele compartir. (FIN/IPS/eg/ag/lb-pr/97