La virtual paridad que los sondeos de intención de voto dan a los tres principales partidos mexicanos para los comicios del 6 de julio, han generado una nueva realidad política, en la que se hace difícil prever cómo podrán estructurarse en el futuro las alianzas políticas.
La consulta de julio, para cargos legislativos federales, estatales y municipales, es importante en sí, pero determinará además el escenario del período previo a la elección presidencial del 2000.
Según las encuestas, el oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el poder desde su origen en 1929, por vez primera podría perder su mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.
A su vez el derechista Partido Acción Nacional (PAN), que controla cuatro de los 32 estados, podría ganar otros y ampliar su bancada parlamentaria.
Por su parte, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), de centroizquierda, encabeza los sondeos del populoso Distrito Federal de la Ciudad de México, con más de 10 millones de habitantes.
Más allá de oscilaciones regionales, los tres partidos logran índices de 2O a 30 por ciento, con diferencias entre ellos a veces menores al margen de error técnicamente previsto.
El sociólogo Ricardo Melgar, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), dijo a IPS que no sólo hay paridad en los sondeos sino que "las asimétricas diferencias entre las corrientes en pugna impiden predecir su conducta postelectoral".
A su juicio se está dando "un gradual pero completo reagrupamiento de fuerzas en el cuadro político mexicano".
El politólogo Javier Arzuaga opinó que "las nociones de centro, derecha e izquierda se resignifican mediante coincidencias disímiles en lo económico y político, configurando más bien un triángulo equilátero".
Arzuaga, experto de la Universidad del Estado de México, estimó que "debido a las nuevas perspectivas plurales y a la conformación del esquema partidario, las relaciones de las fuerzas en juego y las políticas de alianzas resultan poco menos que imprevisibles".
En diálogo con IPS adujo que "no es seguro que la oposición, dividida por diferencias ideológicas de fondo, le quite la mayoría al oficialismo, ni que, en ese caso, logre ponerse de acuerdo para hacer causa común en cuestiones fundamentales".
Citó al respecto temas económicos y educativos, la reforma del sistema político y la justicia, el combate a la corrupción, el papel de la mujer, las relaciones con la iglesia y la política cultural, donde predominan discrepancias extremas en el campo opositor.
Para la historiadora María Luz Casal, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el oficialismo podría maniobrar en el Congreso aliándose con la derecha en materia económica y con el centroizquierda en lo político y sociocultural.
"Tal como están las cosas en el plano político-ideológico, el PRI posee más posibilidades de diálogo con el PAN y con el PRD, por separado, que las dos fuerzas opositoras entre sí", añadió.
Según Casal, uno de los pocos puntos donde puede haber acuerdos básicos y prácticos entre los dos polos de la oposición consiste en eliminar irregularidades y maniobras fraudulentas en materia electoral, que de todos modos se están reduciendo a un mínimo.
El PRI cambió desde hace 15 años su estatismo con una apertura que conservó rasgos nacionalistas, como la propiedad del monopolio Petróleos Mexicanos (Pemex) y del Seguro Social, y la intervención protagónica de firmas locales en privatizaciones.
Así, pese al giro pragmático y la venta de empresas públicas, el sistema mantuvo en parte una imagen popular ligada a la economía mixta con rectoría estatal, así como al asistencialismo social.
En materia cultural el PRI sigue fiel a su perfil de laicismo y apertura a la libre expresión, que incluye un apoyo casi sin reservas a expresiones progresistas y experimentales.
El PAN encarna una propuesta que bajo banderas de moralización y honradez postula intensificar el traspaso de la economía al sector privado, incluyendo Pemex, que factura más de 16.000 millones de dólares al año y tiene reservas por un billón de dólares.
En lo sociocultural el PAN expresa al ala conservadora del catolicismo, con nociones tradicionalistas acerca de las libertades individuales y del papel de la mujer.
El moderado centroizquierdismo del PRD -una amalgama de grupos escindidos del PRI a fines de los 80 y resabios de la izquierda marxista tradicional- sólo modificaría el esquema económico para moderar sus repercusiones más graves sobre sectores marginales.
Según Arzuaga, el dibujo distrital y la ley que otorga la mitad más uno de los cargos a la primera mayoría podrían dar al oficialismo quórum propio con menos de 40 por ciento del voto.
"Además seguirá, al menos hasta el 2000, controlando el Ejecutivo, su poder de negociación y de veto", explicó.
Descartó grandes cambios en relación con Estados Unidos porque México está ya muy encauzado en el Tratado de Libre de Comercio de América del Norte, que elevó su comercio externo en 60 por ciento.
Entre otras razones del mantenimiento de nexos estables, Arzuaga adujo que todos los partidos y candidatos cuidarán sus perspectivas para los comicios presidenciales del comienzo del nuevo milenio.
"La inercia neoliberal es fuerte y lo esperable en el 2000 es la continuidad de la política de libre mercado con el PRI, un incremento de la línea privatizadora bajo el PAN o una moderada socialdemocratización con el PRD", añadió. (FIN/IPS/emv/jc/ip/97