A meses de cumplirse un siglo del día en que Cuba dejó de ser colonia de España, los ciudadanos de este país mantienen a la isla caribeña en su corazón, con sentimientos de amor y odio que se manifiestan periódicamente.
Esta vez coinciden dos motivos: el anuncio de un viaje de los Reyes a aquel país y un Congreso de presidentes de Parlamentos Democráticos Iberoamericanos, convocado por el español para realizarlo en Madrid el 29 y 30 de mayo.
El presidente del parlamento cubano, Daniel Alarcón, fue el único invitado como observador, en tanto que todos los demás lo fueron como miembros plenos.
Alarcón rechazó la invitación y recordó al gobierno español que su país dejó de ser colonia hace casi un siglo.
Además, señaló que Cuba participa en igualdad de condiciones con las demás naciones en las Cumbres Iberoamericanas, que se celebran anualmente desde 1991, por lo que no acepta un trato que considera discriminatorio e intervencionista.
El presidente del parlamento español, Federico Trillo, se ratificó en su decisión y recibió el respaldo del gobernante Partido Popular (PP) y del mayor de la oposición, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Sólo la coalición Izquierda Unida (IU, basada en el Partido Comunista) criticó la posición española, a la que calificó de "despropósito" y contraria a los intereses de España.
Fuentes parlamentarias españolas recordaron que en 1986 se produjo un incidente similar, cuando también fue excluida Cuba de la convocatoria y el presidente Fidel Castro llegó a calificar de "tipejo fascistoide" al entonces canciller del gobierno socialista, Francisco Fernández Ordóñez.
En Cuba no deberían molestarse por la distinción entre miembro pleno y observador, dijo el portavoz socialista, Luis Yáñez, quien atribuyó una susceptibilidad excesiva a los cubanos, "provocada por la política de aislamiento dictada por Estados Unidos".
El viaje de los reyes Juan Carlos y Sofía también exterioriza un doble sentimiento.
A pesar de que todos los gobiernos españoles -los de la dictadura franquista (1939-75), los de la transición democrática (1975-78) y los constitucionales- han mantenido las relaciones económicas, culturales y políticas con Cuba, sus respectivos jefes de Estado nunca realizaron una visita oficial al otro país.
Castro estuvo en España en 1992, pero como uno más de los mandatarios participantes en la segunda Cumbre Iberoamericana.
Medios políticos y diplomáticos españoles manifestaron varias veces que el Rey "debe" viajar a la isla, pero ninguno de los gobiernos que se sucedieron desde 1975 encontraron un momento adecuado para prestar su conformidad, indispensable de acuerdo al ordenamiento constitucional.
Ahora, según el canciller Abel Matutes, el gobierno estudia la posibilidad de que se concrete ese viaje. Aunque dijo que no había una fecha prevista, fuentes diplomáticas coinciden en señalar que sería para el año próximo, coincidiendo con el siglo de la independencia.
Esa independencia se concretó en 1898, después que la flota estadounidense derrotó a la española y Cuba se convirtió en un protectorado de hecho de Estados Unidos, al imponer el gobierno norteamericano a los cubanos la "Enmienda Platt".
Esa disposición jurídica otorgó a Estados Unidos el derecho de intervenir militarmente en Cuba "para asegurar la estabilidad".
Ningún español reivindica en público una presencia española colonizante en Cuba, pero muchos se refieren a aquella época histórica con nostalgia y la gran mayoría, sin dudarlo, condenan la intervención norteamericana del siglo pasado.
Esa condena se prolonga en la actualidad, cuando ningún partido político apoya la Ley Helms-Burton ni el embargo estadounidense contra Cuba.
La mayoría de los partidos políticos se pronuncian por la necesidad de apoyar una democratización en la isla, pero ninguno propicia ni siquiera la posibilidad de una intervención extranjera para lograrlo.
Medios diplomáticos consideran que la visita de los Reyes sería en sí misma una contribución para la democracia cubana, sin necesidad de discursos conflictivos.
Esas fuentes recuerdan que el viaje de los Reyes a Argentina, en 1978, cuando gobernaba el dictador Jorge Videla, se convirtió en un aliciente para quienes luchaban por la democracia en aquel país, por representar a un país democrático y por su propia y personal manera de proceder.
Durante la visita el Rey Juan Carlos recibió en la embajada española a las Madres de Mayo y se interesó por la suerte de desaparecidos y presos bajo la dictadura, aunque ese acto no estaba previsto en la agenda oficial.
El corazón dividido no sólo es el español. También se conocen las reacciones argentinas, cuyo presidente, Carlos Menem, suscribe las mismas críticas que Aznar hace a Castro. Sin embargo, como se lo dijo al español en abril, cree que no hay que aislar a Cuba.
Esto lo ha señalado en La Habana, esta semana, el presidente del parlamento argentino y hermano del presidente, Eduardo Menem, quien aseguró que "Cuba debe participar en igualdad de condiciones que el resto de los países latinoamericanos". Resta saber si otras opiniones como esa lograrán cambiar la decisión de Federico Trillo. (FIN/IPS/td/jc/ip/97