El Banco Asiático de Desarrollo (AsDB) celebra su 30 aniversario en medio de críticas a su desempeño, mientras su Junta de Gobernadores se prepara para la 13 reunión anual, a celebrarse entre el 11 y 13 de mayo en Fukuoka, Japón.
Las tres últimas décadas de existencia de la institución fueron testigos del rápido crecimiento de Asia, el cual redujo la pobreza e incrementó los ingresos.
No obstante, abundan las críticas por su fracaso en la ejecución de programas de desarrollo sostenible y la pobreza remanente en el sur del continente.
El producto interno bruto por habitante se triplicó en el este de Asia entre 1965 y 1996, y se duplicó en el sur en el mismo período. En el este de Asia y el Pacífico, excluyendo China, la incidencia de la pobreza cayó a 13,7 por ciento.
Pero activistas que presionan por la ejecución de reformas en el AsDB desde 1988 afirman que el banco está demasiado preocupado por las cifras de crecimiento, sin hacer mucho por la sustentabilidad social y del medio ambiente.
Don Marquez, de la Coalición por la Reforma Agraria y el Desarrollo Rural, con sede en Manila, y Aviva Imhohf, coordinador de la Red Internacional de Ríos, con sede en Nueva York, sostienen que la filosofía básica de la institución es "fomentar el crecimiento a cualquier costo".
Coincidentemente, las declaraciones de los activistas y el informe anual del AsDB expresan conceptos similares.
Ambos sostienen que el crecimiento es vital, pero no suficiente, y subrayan la necesidad de eliminar la pobreza que continúa asolando en especial al sur de Asia, donde con una incidencia de 43,1 por ciento, es la más alta del mundo.
El AsDB afirma que cambió su enfoque, pasando de brindar fondos para proyectos de infraestructura tradicionales a reunir fondos de otras fuentes para proyectos viables, y que utiliza más de sus propios fondos para sectores sociales como educación y salud de la mujer.
Su plan de mediano plazo prevé una proporción 50-50 entre el crecimiento tradicional y proyectos de infraestructura y aquellos con fines ambientales y sociales.
En 1996, según el informe anual de la institución, 39 por ciento de los proyectos son de crecimiento, 40 por ciento sociales y ambientales, y 9 por ciento "orientados al crecimiento", en los cuales el énfasis social es "un objetivo secundario".
Pero de todos modos los activistas cuestionan el juicio del banco sobre cuáles proyectos son sociales. Por ejemplo, preguntan por qué apela a su órgano de préstamos blandos, el Fondo Asiático de Desarrollo, para financiar proyectos hidroeléctricos en los países más pobres como Laos.
Desde 1991, en particular debido a la presión de organizaciones no gubernamentales (ONG), el AsDB emitió normas de política sobre comunidades indígenas, impidiendo el reasentamiento por proyectos de desarrollo, y sobre cuidado del ambiente y divulgación de información.
Pero los críticos señalan que las políticas del banco sólo cambiaron en el papel. "El Banco es 'reformista' en su lenguaje y terminología, pero no de manera sustancial", dijo Gopal Siwakoti Chintan, presidente del Instituto Interancional de Derechos Humanos, Ambiente y Desarrollo, con sede en Nepal.
Proyectos propuestos a lo largo del río Mekong son una preocupación clave de las ONG, las cuales los ven como ejemplo de que el banco actúa como agente del sector privado.
Muchos de los proyectos de represas impulsan el desarrollo, pero dañan irreparablemente a comunidades locales y el medio ambiente, señalan los activistas, y urgen a Asia a estudiar las razones por las cuales muchos países industrializados dejaron de construirlas.
Pero el AsDB sigue con planes de atraer fondos a proyectos en el Mekong, ante lo cual muchos afirman que no aprendió las lecciones del Banco Mundial, el cual debió retractarse de varios proyectos de grandes represas en Asia.
Laos es sitio de al menos dos proyectos hidroeléctricos, el esquema de energía eléctrica de 210 megavatios de Theun Hinboun, que iniciará operaciones comerciales en 1998, y el de Nam Leuk, de 60 megavatios, financiado por el AsDB y el Fondo de Cooperación Económica Extranjera de Japón.
Otros cuatro proyectos hidroeléctricos están en distintas fases de estudio.
No obstante, el vicepresidente del AsDB Bong-Suh Lee, afirma que "nos aseguramos de que todas las preocupaciones ambientales sean totalmente tenidas en cuenta antes de financiar un proyecto". (FIN/IPS/tra-en/js/lp/en/97