Más de 400.000 nicaragüenses se apretujan en Costa Rica, cuya frágil econonomía soporta a duras penas una inmigración que el gobierno considera "desproporcionada", con la única aspiración de sobrevivir mientras mejora la situación en su país.
"Aquí lo único que espero es sobrevivir y dar un tiempo más a que se controle la situación allá (en Nicaragua)", dijo a IPS Juan Antonio Quirós, de 32 años, quien hace siete años cruzó la frontera y se instal'o en Costa Rica.
Quirós, quien trabaja unas horas como zapatero y otras como operario de una máquina pulidora en una fábrica de San José, confió que ahora duda si, de presentarse la oportunidad, realmente estaría dispuesto a tomar su maleta y regresar a su país.
"Es que mis padres se cansaron de esperarme en Nicaragua y se vinieron también, por lo que me queda poca familia por allá", agregó.
Marielos Morales, madre inmigrante que sufre la separación de sus cuatro hijos menores de 12 años, no sabe si podrá volver a Nicaragua y, la verdad, es que casi no tiene tiempo para pensarlo, pues su único objetivo es ganar algún dinero para enviarlo a su familia.
Hace dos años partió de Chinandega, al norte de Nicaragua, en una carrera forzada contra la miseria, pues estaba de por medio la salud de sus niños.
"Trabajo como ayudante de cocina en un restaurante y, aunque gano poquito, doy gracias a Dios por darme salud para luchar y hacer saber a mis hijitos que su mamá está con ellos, aunque estemos lejos", expresó la mujer.
De los 150 dólares que gana por mes, Marielos envía 100 a su familia y subsiste con los restantes 50 para sus necesidades básicas.
Morales y Quirós se encontraban en una larga cola de nicaragüenses, que esperaban desde antes del amanecer la apertura de la oficina que tramita sus permisos de trabajo en Costa Rica.
La avalancha de indocumentados ante las dependencias del gobierno es evidente luego de que los presidentes de Costa Rica, José María Figueres, y de Nicaragua, Arnoldo Alemán, se reunieran el día 13 en la ciudad nicaragüense de Granada para analizar el problemas de la masiva inmigración.
Figueres se comprometió a dar plazo a los indocumentados hasta octubre para que normalicen su situación laboral, mediante la obtención de una tarjeta de trabajo.
Sin embargo, los requisitos de contar con un contrato firmado, en el que el patrono garantice respeto a sus derechos laborales, más la suma de 20 dólares, impiden obtenerla a muchos nicaragüenses.
"Si uno logra convencer al patrón para que le otorgue un contrato luego resulta que le cuesta un mundo obtener los 20 dólares", comentó Fredy González, quien trabaja como chofer.
La ministra costarricense de Seguridad Pública, Laura Chinchilla, advirtió que luego de octubre se reanudarán las deportaciones, pues su gobierno necesita "poner orden a una inmigración desproporcionada".
No obstante, reconoció que "toda medida tendiente a terminar con el drama de los inmigrantes nicaragüenses es insuficiente, si las economías de ambos países no resuelven las necesidades de sus trabajadores".
Chinchilla admitió también que los nicaragüenses asumen tareas en este país que los costarricenses ya no quieren desempeñar, sobre todo en la agricultura y la construcción.
Nicaragua afronta una aguda crisis económica que elevó el desempleo abierto a más del 50 por ciento de la población económicamente activa, mientras las exportaciones generan sólo unos 750 millones de dólares anuales.
La ex presidenta Violeta Chamorro (1990-97) se empeñó en lograr la condonación de buena parte de la deuda externa, que a comienzos de esta década ascendía a 11.000 millones de dólares, mientras Alemán centra sus esfuerzos en atraer inversiones para generar empleo.
"Todos esperamos que Nicaragua vuelva a darnos oportunidad de ganarnos la vida allá. Yo todavía espero poder hacerme abogado", expresó Wálter Amador, de 23 años, oriundo de Rivas, cerca de la frontera con Costa Rica.
Este país, de poco más de tres millones de habitantes, tiene una deuda externa levemente superior a los 3.000 millones de dólares, el índice de desempleo es del cinco por ciento y las exportaciones anuales superan los 4.000 millones de dólares. (FIN/IPS/ug/ag/pr/97
