PESCA: Atlántico Sur, el caladero emite señales de emergencia

Entre 1989 y 1996 la pesca en Argentina dibujó una curva ascendente. Pero en lo que va de este año, los barcos vuelven a las costas pobres de recursos y los pesqueros reclaman al Estado que intervenga para evitar la desaparición de especies del Atlántico Sur.

En diálogo con IPS, un empresario pesquero que prefirió el anonimato advirtió que si en mayo continúa el actual ritmo de captura de merluza -47 por ciento del volumen total de pesca-, las autoridades deberán frenar la actividad hasta que se acuerden medidas de explotación sustentable.

En los últimos 40 años, el avance tecnológico en la industria pesquera, unido al aumento en el consumo, permitieron triplicar las capturas mundiales de pescado. También en Argentina la pesca creció sin pausa, aunque el ritmo de desarrollo acelerado llegó bajo la gestión del presidente Carlos Menem.

En 1989 se capturaron 475.500 toneladas de pescados. Desde entonces, las inversiones y la apertura económica se conjugaron para que el negocio siga un ascenso ininterrumpido hasta 1996, cuando se capturaron 1,225 millones de toneladas de unas 65 especies, principalmente merluza y calamar.

El total de 1996 se acerca peligrosamente al potencial de pesca de todo el Atlántico Sur, estimado en 1,6 millones de toneladas.

En los primeros meses de este año comenzaron las señales de alarma. Los buques ya no vuelven rebosantes a los puertos.

Preocupado por la alarmante escasez, el empresario consultado afirmó que "hay que reducir las capturas en 200.000 toneladas, aunque sea a costa de ganar menos y reducir empleo en los barcos y en las plantas terrestres, porque no se puede seguir pescando estas cantidades, el recurso lo padece".

El caladero del Atlántico Sur representa poco más de uno por ciento del total mundial de especies marítimas, estimado por la FAO en 109 millones de toneladas (1994). Sin embargo, más de 50 por ciento de la captura mundial de calamares se obtiene allí, sobre la costa argentina.

Hasta hace 10 años, el calamar apenas representaba siete por ciento de las capturas argentinas. Este año llegó a 24 por ciento impulsado por la demanda. Del total de especies que se extraen, 90 por ciento se exporta y los principales destinos son Japón, España, Brasil y Taiwán.

La merluza hubbsi y el calamar tienen bajo valor comercial, pero constituyen el principal producto. El langostino o la merluza negra, en cambio, son especies más escasas en el Atlántico Sur y se cotizan mejor en el mercado mundial.

La fuente consultada por IPS señaló que el límite de pesca sustentable para la merluza es de 398.000 toneladas. Sin embargo, en los últimos cuatro años se pasó el límite. En 1996, la captura llegó a 590.000 toneladas, 50 por ciento más del máximo permitido.

Desde mediados de 1996, los empresarios denuncian que a este paso se depredará la merluza, principal recurso de exportación.

Pero las autoridades de la secretaría de pesca se mantuvieron hasta ahora indiferentes al reclamo.

Este año, al observar la llegada de los buques con escasos volúmenes de captura, el negocio de la pesca demostró haber llegado a un límite y la paciencia de los productores también.

Ahora, armadores, pesqueros y productores se reunieron en una comisión que deberá determinar este mes un programa de acción.

Se trata de una serie de principios que se fijarán para una explotación racional de los recursos. De lo contrario, al llegar a las 400.000 toneladas de merluza, la autoridad suspenderá los permisos para extraer la especie.

La comisión analiza la posibilidad de pedir que se incrementen las zonas y períodos de veda. Observa que no sólo es necesario proteger a las especies en el momento del desove sino también en la etapa juvenil, cuando los peces son descartados por los pesqueros que los devuelven muertos al mar.

Los empresarios también consideran imprescindible aumentar los controles y suspender el otorgamiento de permisos de pesca.

Para eso incorporaron a la comisión a oficiales de la Armada y la Prefectura Naval, encargados de observar en el mar si se cumplen las normas establecidas en tierra.

La flota pesquera argentina es hoy capaz de capturar toda la riqueza existente en el caladero.

Esto significa que deberá evitarse el charteo, un sistema establecido en 1992 para que las empresas argentinas arrienden barcos extranjeros.

Esos barcos alquilados para la pesca gozan del reconocimiento y los derechos de los barcos nacionales a los fines del comercio y las comunicaciones. Los empresarios no quieren que este sistema continúe.

"La industria pesquera argentina ya no puede crecer en volumen. Se acabaron los tiempos de promover la entrada de más barcos a la flota nacional", señala un informe de la Cámara de Armadores Pesqueros al que tuvo acceso IPS.

"El crecimiento futuro podrá orientarse hacia el aumento de divisas obtenidas, elaborando productos con mayor valor agregado", sostiene el resumen elaborado este mes.

La Cámara advierte que "el caladero está en emergencia", que se deben frenar los permisos de pesca y controlar dos cosas: que no haya pesca en zonas de veda y que los que tienen autorización para pescar una especie no capturen otras.

De esa manera, se pondrá un límite a la actividad para evitar que la producción disminuya, no por una caída eventual en el consumo sino por la irremediable extinción de los recursos. (FIN/IPS/mv/dg/if/97)

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