El ministro de Hacienda de Brasil, Pedro Malán, declaró hoy que no hay razón para el alboroto provocado por las restricciones que su país impuso a las importaciones financiadas y que el conflicto surgido con los socios del Mercosur "se solucionará con el diálogo".
Las reacciones en el sector empresarial y algunas autoridades de Argentina, Paraguay y Uruguay, sin embargo, revelan cierto pánico tanto por la amenaza de abultadas pérdidas en sus negocios como por la incertidumbre que ven ensombrecer el futuro del Mercosur.
Uruguay puede perder de 70 a 80 millones de dólares en exportaciones este mes si no se suspende la medida brasileña a la brevedad, estimó el presidente interino de la Cámara de Industrias de ese país, Gilberto Rocco.
Si se mantiene la exigencia de pago al contado en las importaciones brasileñas, la pérdida en los próximos meses será de 40 por ciento de las ventas totales a Brasil, ya que se trata de productos zafrales que deben ser exportados ahora, explicó.
Para Uruguay, que en 1996 en el año colocó en Brasil más de un tercio de sus exportaciones, equivalente a 831 millones de dólares, el panorama es abrumador.
El año pasado, Uruguay peleó duro hasta ser excluido de una medida similar aplicada por Brasil a importaciones textiles, un sector que generó al pequeño país sudamerciano unos 80 millones de dólares por sus ventas al mercado de su gigantesco vecino.
Las restricciones, anunciadas por Brasilia el 25 de marzo, anticipan el pago de las importaciones financiadas en hasta 360 dias, con el objeto de anular las ventajas financieras que permiten a los importadores competir en mejores condiciones con la producción nacional.
Ello ocurre por la gran diferencia existente entre las tasas de interés internacionales y las internas.
Productos de venta rápida y al contado en el mercado minorista, como alimentos, textiles e incluso muchos bienes durables, permiten al importador disponer por muchos meses de dinero con el que obtiene altas ganancias financieras.
De ese "dumping financiero" ya se quejaban muchos sectores brasileños.
Ese fue el principal factor de destrucción de la cotonicultura nacional, evaluó Flavio Turra, técnico del departamento económico de la Organización de las Cooperativas del estado de Paraná.
Según datos oficiales, en 1992 Paraná sembraba 705.000 hectáreas de algodón en 1992, en 1996 cayó a 182.700 hectáreas y este año a unas 63.000.
Turra cree que si la financiación a las importaciones es suprimida el área sembrada crecerá a 100.000 hectáreas en la próxima cosecha.
La perspectiva de recuperar mercado es menor en otros sectores, pero suficientes para que empresarios brasileños saluden la medida del gobierno.
La Confederación Nacional de la Industria la calificó de "correcta", pero advirtó que el equilibrio externo sólo se logrará con "estímulos efectivos a la exportación" y destacó la necesidad de medidas para contener un déficit comercial que sumó 6.900 millones de dólares en los últimos seis meses.
Malán trató de tranquilizar a los socios brasileños en el Mercosur, señalando que en todas las controversias anteriores se llegó a soluciones satisfactorias.
Es cuestión "de diálogo, de negociación", afirmó en Brasilia, añadiendo que los conflictos son "normales" entre socios que tienen un gran intercambio.
Pero el temor es más que justificado en países en que se ha generado una suerte de "Brasil dependencia".
El 27,6 por ciento de las exportaciones argentinas se destinan al mercado brasileño.
Tanto en Argentina como en Paraguay las estimaciones indican que la mitad de las exportaciones a Brasil están amenazadas por las restricciones, aunque los argentinos vieron excluídos de la medida rubros importantes como petróleo y bienes de capital.
La medida brasileña excluye a los combustibles, las importaciones inferiores a 10.000 dólares y las financiadas a más de 360 días, plazo usual para máquinas y equipos.
Pequeñas empresas argentinas ya reciben orientación para fraccionar sus exportaciones en varias operaciones, de manera de no alcanzar el límite de 10.000 dólares.
El canciller brasileño, Luiz Felipe Lampreia, dijo que Brasil no aceptará artificios como elevar plazos usualmente inferiores a más de un año.
El canciller chileno, José Miguel Insulza, se sumó a las quejas de argentinos, paraguayos y uruguayos al considerar que el "proteccionismo" brasileño dañará igualmente las exportaciones de su país, que sumaron 930 millones de dólares el año pasado.
Pero también en Brasil la medida provocó descontento. La asociación nacional de la industria del trigo reclama una excepción para el grano, uno de los tres principales rubros importados desde Argentina.
Sin la financiación, los precios de los productos elaborados en base a ese cereal aumentarán hasta 30 por ciento, y se tratad de artículos de consumo popular y no superfluos, advirtió Antenor de Barros Leal, presidente de esa asociación industrial. (FIN/IPS/mo/dg/if/97