Los pobres de Asia buscan trabajo en Japón y las autoridades de Tokio no pueden controlar la inmigración ilegal, especialmente la que viene de China, organizada en conjunto por bandas de delincuentes de ambos países.
Japón siempre fue un polo de atracción para los inmigrantes de las regiones más pobres de Asia, y las autoridades informaron que hubo un aumento sin precedentes del contrabando humano procedente de China desde el comienzo del año. Las patrullas costeras reforzaron su actividad.
Una autoridad marítima advirtió que ya no es posible controlar el desembarco clandestino de inmigrantes, principalmente en la accidentada costa occidental, debido al alto número de embarcaciones empleadas por los contrabandistas.
En enero y febrero, 595 ciudadanos chinos fueron detenidos por ingresar ilegalmente a Japón. En todo 1996, la cantidad fue de 679. El gobierno japonés envió en febrero una delegación de siete miembros a China para discutir la manera de contener la inmigración ilegal.
Las autoridades japonesas habían solicitado a China que reforzara la vigilancia de costas y puertos para desbaratar las bandas de contrabando humano, especialmente a los llamados "cabezas de víbora", que cobran un alto precio por pasar a los inmigrantes ilegales por la frontera.
Los "cabezas de víbora", de China, son las principales responsables del tráfico humano, según Japón, pero un funcionario chino puntualizó que la "yakuza", o mafia japonesa, tiene importante participación en el caso.
China prometió reprimir el pasaje ilegal de sus ciudadanos hacia Japón. Furuichi Shinobu, de la oficina de inmigración japonesa, informó que la policía china detuvo a 200 personas acusadas de organizar el contrabando humano.
En febrero, la policía japonesa arrestó a 31 ciudadanos chinos, supuestos integrantes de la red de "cabezas de víbora".
La policía japonesa sostiene que las "cabezas de víbora" se encargan de la salida de los emigrantes de China, mientras la yakuza elige el punto de ingreso en Japón y traslada a los ilegales a su destino en alguna ciudad.
El precio exigido por las bandas chinas a cada trabajador que intenta obtener empleo en la construcción o en srvicios de limpieza en Japón oscila según el riesgo a enfrentar y la ayuda a otorgar.
Los intermediarios chinos pueden recibir hasta 30.000 dólares si el acuerdo incluye un empleo y alojamiento para el emigrante.
Según otras versiones, las bandas perciben 2.000 dólares como desembolso inicial y el resto se obtiene de la familia del emigrante cuando éste llega a Japón.
La contratación de inmigrantes ilegales es un delito en Japón y las autoridades realizan redadas en lugares de trabajo y granjas para ubicarlos y deportarlos.
Hay 285.000 inmigrantes ilegales en Japón, que viven de trabajos rechazados por los japoneses, de acuerdo con cálculos oficiales. SDu sueldo supera largamente la retribución que lograrían en su tierra natal.
Para muchos emigrantes chinos, conseguir empleo en Japón puede ser difícil. "El mercado de trabajo japonés está afectado por la recesión", señaló Shinichi Ishii, de la Universidad de Kanazawa.
Algunos recurren al delito para pagar las deudas que acumularon para pagar a las bandas de contrabandistas. En los últimos dos años, hubo denuncias de asaltos y secuestros cometidos por ciudadanos chinos.
El gobierno japonés pretende aumentar de 18 meses a 10 años de prisión la pena impuesta por el contrabando de ilegales. Las multas se elevarían de 1.200 a 81.000 dólares.
"Esperamos que el castigo disminuya el ingreso de inmigrantes ilegales", dijo un vocero del Ministerio de Justicia.
Ishii cree que la inmigración ilegal no es sólo un problema de la policía. En su opinión, el aumento del contrabando humano se debe a las restricciones impuestas al ingreso legal de trabajadores extranjeros.
"Japón debería abrirse, dado su importante papel en la mundialización y en los progresos hacia la integración de Asia", afirmó el experto. (FIN/IPS/tra-en/mk/js/kd/aq-ff/pr/97