En un campo abandonado cercano a esta aldea de República Checa, un pelotón de soldados franceses se desplazan lateralmente hacia unos árboles, se tiran al suelo y realizan una serie de disparos.
No se trata de una invasión hostil, sino de un ejercicio militar conjunto entre los ejércitos de ambos países.
"La situación es algo extraña, porque bajo los planes de la OTAN durante la guerra fría, el ejército francés debía enfrentar directamente a los checoslovacos a través de la cortina de hierro", manifestó el capitán francés Patrick Secq.
Actualmente, mientras la República Checa se prepara para ingresar a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), las fuerzas armadas del país participan en casi 100 ejercicios militares conjuntos al año como parte de un programa para ajustarse a las normas de la alianza atlántica.
Se espera que el contacto con tropas de otros países otorgue a los soldados y oficiales checos una mejor comprensión de las demandas de la organización militar a sus estados miembros.
Aunque aún no se prometió a ningún país la admisión en la OTAN, en general se prevé que República Checa, Polonia y Hungría serán invitadas a incorporarse cuando los líderes de la alianza se reúnan en Madrid el próximo julio.
La OTAN ya anticipó que las condiciones primarias para la admisión son políticas: sistema democrático, buenas relaciones con los vecinos, control civil de las fuerzas armadas, garantías a los derechos humanos y economía de mercado.
En principio, no existen requerimientos específicos sobre equipamiento o entrenamiento militar que la alianza haya establecido como condición para el ingreso.
No obstante, funcionarios de gobierno de República Checa, Polonia y Hungría creen que deben perfeccionar en forma notoria sus fuerzas y su material para cooperar plenamente con los actuales miembros.
En áreas que varían desde rifles y proyectiles hasta sistemas de comunicación y defensa aérea, las autoridades procuran transformar y mejorar sus equipos en busca de la "interoperabilidad" con la OTAN.
Los cambios incluyen lo arcano (los tomacorrientes, por ejemplo, deben ser compatibles con los aviones de la OTAN para el servicio en tierra) y lo obvio, como la enseñanza de inglés a los oficiales para que puedan comunicarse con los de otros países miembros.
"En realidad no existen criterios fijos, pero debe haber una mejora significativa para que las fuerzas armadas de estos países puedan interactuar con la OTAN, especialmente en comunicaciones y entrenamiento", opinó Terence Taylor, subdirector del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, de Londres.
Los tres probables nuevos miembros (y en realidad todos los candidatos de Europa central) aún despliegan gran parte de las armas que usaron para enfrentar a la OTAN durante la guerra fría: aviones de combate soviéticos MiG, tanques T-72, y artillería, rifles, pistolas y misiles del Pacto de Varsovia.
Así mismo, los sistemas electrónicos de aviones y tanques son en general de construcción soviética. Esto significa que, en caso de guerra, las fuerzas de la OTAN tendrían dificultades para distinguir los amigos de los enemigos, ya que se presume que el futuro rival usará también equipos soviéticos.
Por otro lado, República Checa, Polonia y Hungría tienen a su favor varios años de cooperación con fuerzas de la OTAN, tanto en ejercicios militares como en operaciones mayores, por ejemplo en la guerra del Golfo y en misiones en Bosnia-Herzegovina.
Además, las dificultades de los checos, polacos y húngaros son ínfimas en comparación con las de otros países de la región, que muy probablemente no llegarán a tiempo para la primera ronda de expansión de la alianza.
Rumania, por ejemplo, no sólo tiene equipos soviéticos, sino atrasados una generación. Eslovenia y los estados bálticos están mejor que Albania o Macedonia, pero como países recién formados debieron desarrollar su capacidad militar prácticamente de la nada.
Nadie sabe realmente cuánto costará la expansión de la OTAN, pero en un reciente informe del gobierno de Estados Unidos al Congreso se estima que los nuevos miembros gastarán de 19.000 a 25.000 millones de dólares en armas, suministros y entrenamiento hasta el año 2009.
Otro estudio publicado en la revista estadounidense Survival calculó el costo de la ampliación entre 30.000 y 52.000 millones de dólares en los próximos 10 a 15 años, aunque bajo determinadas circunstancias la cifra podría ascender a 110.000 millones.
Pese al alto costo de la expansión, los nuevos miembros tendrían que perfeccionar sus equipos se incorporen o no a la OTAN, señalan los partidarios de la ampliación de la alianza.
Además, si estos países mejoran la capacidad de sus fuerzas armadas, gran parte del dinero invertido en la expansión les será devuelto bajo la forma de contratos de defensa.
Finalmente, afirman los partidarios de la expansión, si bien la incorporación a la OTAN es costosa, la no incorporación podría resultar mucho más onerosa en caso de un conflicto bélico.
"Estamos hablando de potenciales ventas de sistemas de comunicación y defensa a los nuevos miembros, por lo tanto, aunque habrá costos, creo que también habrá beneficios", señaló Simon Duke, director del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Europa Central, de Budapest.
Además, "al considerar los costos, también deben tenerse en cuenta los potenciales efectos de la no expansión de la OTAN sobre la estabilidad de los países miembros", destacó Duke. (FIN/IPS/tra-en/dr/rj/ml/ip/97