DERECHOS HUMANOS-AMBIENTE: Activistas dudan de promesas de Shell

El anuncio por la compañía petrolera Royal Dutch Shell de un nuevo código comercial sobre los derechos humanos fue bien recibido por la mayoría de los activistas, pero otros se mostraron escépticos.

La organización de derechos humanos Amnistía Internacional elogió abiertamente el anuncio de Shell, pero grupos ambientalistas como la Red de Acción del Bosque Tropical, de San Francisco, destacaron la falta de acciones concretas de la compañía.

El diario The New York Times opinó en un reciente editorial que los activistas deben "presionar a Shell para que cumpla con la declaración".

La compañía anglo-holandesa declaró que consultará con grupos locales antes de comenzar proyectos sensibles y que exigirá a sus funcionarios que informen si sus operaciones son compatibles con la observancia de los derechos humanos.

La nueva actitud de Shell hacia los derechos humanos se produce luego de la cobertura mundial que recibieron las operaciones de la compañía en Nigeria.

En noviembre de 1995, el novelista Ken Saro-Wiwa y otros ocho defensores de los derechos de la minoría ogoni de Nigeria fueron ejecutados tras intentar llamar la atención sobre el daño que recibió su tierra durante años por la filtración de petróleo y la combustión de gas natural.

El río Delta fue por mucho tiempo escenario de protestas. En 1992 y 1993, a pedido de Shell, el gobierno nigeriano envió a la zona al ejército y la policía para controlar un sabotaje a las instalaciones de la compañía petrolera.

Los disturbios causaron la muerte de por lo menos 2.000 miembros de la tribu ogoni, y posteriormente la compañía se negó a utilizar su poderosa influencia para evitar que los nueve activistas fueran colgados, destacaron activistas de los derechos humanos.

En las últimas semanas, se clausuraron varias de las operaciones de la compañía en Nigeria. Shell atribuyó los cierres a las protestas de las comunidades minoritarias -incluyendo a los ijaw- por la reestructuración de los gobiernos locales.

Sin embargo, el abogado nigeriano Enock Fubara señaló que "el problema de los ogoni parece reproducirse en otras zonas petrolíferas. Las minorías producen el petróleo pero las ganancias obtenidas benefician a las principales tribus del norte, el este y el oeste".

La nueva actitud de Shell incluye la participación de las comunidades locales en sus operaciones de extracción en cualquier país.

En la región de Urabamba de Perú, donde la compañía busca gas natural, Shell está diseñando un modelo de administración ambiental e inversión en "capital social" para proteger a los bosques y la población, según la propia compañía.

El encargado de asuntos ambientales de Shell, Murray Jones, prometió que se tomarán todas las precauciones posibles para evitar problemas y destacó que todos los residuos serán procesados y reinyectados a la tierra para evitar la contaminación del ambiente.

Los críticos plantearon dudas sobre los controles de seguridad de la empresa y sostuvieron que no está equipada para enfrentarse a situaciones catastróficas.

Así mismo, destacaron el incidente producido en febrero, cuando Shell trasladó petróleo en balsas a su planta peruana de Nuevo Mundo para sus cuatro nuevos tanques de depósito.

Aunque la cantidad de petróleo era pequeña, hubo 12 derrames en tierra y cinco en el río, y una de las balsas debió ser retirada ante la persistencia de problemas.

Habitantes locales contratados para la emergencia tuvieron que utilizar equipos improvisados para limpiar la zona. (FIN/IPS/tra-en/pc/yjc/mk/aq-ml/hd-en/97

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