Cubanas y cubanos, sin importar género o color, suelen creerse "irresistibles" en el amor y sexo y encuestas internacionales parecen confirmarlo. La contracara es el avance de enfermedades sexualmente transmisibles.
Las conversaciones de pasillos, las tertulias, las miradas en la calle y hasta los más pequeños detalles de la vida suelen tener en Cuba un secreto sabor a sexo que las personas justifican con "los calores del trópico".
Una encuesta, realizada por la revista italiana Viaggiare en 1996, otorgó a Cuba cinco estrellas por "el nivel erótico general" y la declaró un paraíso para los que viajan en busca de placer sexual.
Sin embargo, esa libertad que buena parte de los habitantes del país caribeño parecen exhibir a flor de piel puede convertirse en un serio peligro cuando van acompañadas de un rechazo casi generalizado a protegerse.
La preocupación fue confirmada este mes por el doctor Jorge Pérez, director del Instituto Cubano de Medicina Tropical durante una reunión de los representantes de más de cien instituciones que integran el programa nacional de prevención del sida.
Pérez reveló que los casos de seropositivos detectados se elevaron de 124 en 1995 a 234 en 1996, un crecimiento de 88,7 por ciento. Hasta el día 5 se reportaron en la isla 1.517 personas seropositivas, de las cuales 406 fallecieron y 154 padecen la enfermedad.
La vía sexual se mantiene como la principal forma de transmisión del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida. Hasta el momento sólo nueve personas han sido contagiadas por vía sanguínea, siete de ellas antes del inicio del programa en 1986.
Voceros del Ministerio de Salud Pública aseguran que en 1995 se registraron 14.339 casos de sífilis y 45.000 casos de blenorragia, una tasa de 130,6 y 411,7 por 100.000 habitantes respectivamente.
En una población de 11 millones de habitantes, la sífilis ascendió de una tasa de 7,2 por 100.000 habitantes en 1970 a 44,7 en 1980 y 86,1 en 1990. El avance de la blenorragia fue más acentuado, al crecer desde 2,8 casos por 100.000 habitantes en 1970 a 168.4 en 1980 y 334 en 1990.
Fuentes especializadas indican que quienes han padecido de enfermedades de transmisión sexual, como sífilis, gonorrea y condiloma, tienen seis veces más posibilidades de contraer el sida que los que no han presentado afectaciones de este tipo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que las relaciones sexuales aparecen como la causa de contagio en 76 por ciento de los casos de sida registrados en la región centroamericana y caribeña.
Un documento divulgado por la OMS en noviembre pasado asegura que la pandemia crece de manera acelerada en América Latina y el Caribe, donde viven 450.500 de los 6,7 millones de adultos enfermos de sida en el mundo.
Autoridades y expertos coinciden en que la detección en Cuba de 1.517 casos, incluyendo portadores asintomáticos, resulta insignificante al lado de los casos más críticos en la región latinoamericana: Brasil (82.852), México (29.954), Argentina (8.505) y Colombia (6.811).
Así y todo, la alarma por el aumento de los casos de sida y de enfermedades de transmisión sexual llegó hasta la prensa.
"El único medio de protección es el preservativo y para ello es imprescindible que se interiorice la percepción del riesgo", dijo José Antonio de la Osa, periodista del diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba.
El semanario Trabajadores, publicación de la Central de Trabajadores de Cuba, afirmó que el programa cubano de control del sida detuvo el avance de la epidemia pero provocó a la vez "una sensación de seguridad" entre la población.
El sistema incluyó el régimen sanatorial para todos los seropositivos hasta 1994, año en que se aprobó la atención ambulatoria a la cual se han acogido hasta el momento 254 portadores del virus.
Considerado uno de los aspectos más polémicos del programa cubano, el tratamiento sanatorial logró controlar la expansión del sida en los tiempos de mayor incertidumbre sobre las características del virus y sus vías de transmisión.
Asimismo, garantizó a los portadores del VIH y enfermos de sida las condiciones de alimentación y salud necesarias para que elevaran su calidad de vida y extendieran el período de sobrevivencia asintomática a un promedio de 10 años.
Además de la apertura del sanatorio, a mediados de la pasada década las autoridades cubanas desecharon toda la reserva de sangre no controlada y ordenaron la realización de la prueba de sida obligatoria a todos los donantes, sin importar los costos.
Más de 16 millones de pruebas, totalmente gratuitas, se han realizado en Cuba desde la implementación del programa, las cuales incluyen a todas las mujeres embarazadas y a una parte de las personas que se atienden en las instalaciones hospitalarias.
Sin embargo, un grupo de seropositivos, expertos y estudiantes de comunicación social alertó hace dos años que los logros en la prevención del sida podrían perderse parcialmente si no se cambian determinados patrones de comportamiento sexual.
A pesar de los anuncios de la televisión, el condón sigue siendo una palabra tabú en amplios sectores de la población que lo identifican con "infidelidad y desconfianza" entre dos personas que se aman, incluso cuando el amor dura sólo una noche.
"Muchas personas vinculan el placer con la penetración y deposición del semen y piensan que, de lo contrario, no hay relación sexual", dijo Manuel Hernández, experto del Centro Nacional de Educación para la Salud, adjunto al Ministerio de Salud Pública.
Un estudio realizado en la isla el pasado año indicó que 31,9 por ciento de las personas solteras y casadas entrevistadas tuvieron relaciones con parejas en los 12 meses anteriores a la encuesta y sólo la quinta parte utilizaron condones.
Otra investigación del Ministerio de Salud Pública, auspiciada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, mientras el 81,2 por ciento de las mujeres entrevistadas en todo el país afirmaron conocer el condón, sólo 9,2 por ciento lo había usado alguna vez.
Por el momento, las autoridades sanitarias decidieron centrar la atención en los proyectos de educación sexual y en el fortalecimiento de una campaña en favor de la práctica del sexo seguro.
Entre los retos aparecen la necesidad de conseguir financiamiento para adquirir fuera de la isla y colocar en el mercado nacional más de 120 millones de condones anuales que garanticen la satisfacción de la demanda en caso de que la campaña dé resultado.
Los expertos destacan la necesidad de descartar la definición de "grupos de riesgo" y comenzar a hablar cada vez con más fuerza de las "conductas de riesgo' en la población sexualmente activa. (FIN/IPS/da/dg/he-pr/97