COREA DEL SUR: Nadie quiere desembarazarse de obreros extranjeros

Las empresas de Corea del Sur aprovechan hace un año toda oportunidad de contratar obreros de otros países asiáticos, que son baratos y aceptan los empleos peligrosos, difíciles y sucios que los surcoreanos rechazan.

Los trabajadores extranjeros recibían, al principio, la mitad del salario promedio de los surcoreanos. Pero hoy son 210.000, alrededor de 16 por ciento de la mano de obra del país compuesta por 1,6 millones de personas, y la alta demanda de sus servicios redujo la brecha existente.

Los extranjeros en puestos calificados del sector industrial reciben ahora 80 por ciento del salario de los surcoreanos en los mismos cargos, informó el Ministerio de Trabajo.

Pero la búsqueda de mejor paga también generó un flujo de trabajadores a los empleos de mayor salario. Los trabajadores surcoreanos están hoy en estado de alerta ante los extranjeros, si bien admiten que son necesarios.

Alrededor de 120.000 personas perdieron sus empleos en conglomerados empresariales que procuraron una reducción de costos. Pero las pequeñas empresas aún demandan obreros y reclaman al gobierno que permita el ingreso de más extranjeros.

El hecho de que surcoreanos y extranjeros trabajen codo con codo en empresas nacionales es algo común, especialmente en la industria.

En una pequeña fábrica de piezas de automóvil en Ansan, al sudoeste de Seúl, cinco extranjeros y 20 surcoreanos procesan metales con productos químicos con máscaras protectoras en el rostro.

Los cinco extranjeros proceden de Tailandia y de Filipinas. Abandonaron a sus antiguos empleadores hace varios meses debido a los sueldos superiores.

Ahora parecen felices con un salario mensual de alrededor de 700 dólares, más alojamiento y horas extra, el doble de lo que recibían en sus empleos anteriores.

Los extranjeros que ingresan, como estos cinco, a Corea del Sur como "aprendices" reciben, de hecho, sueldos más altos. Sus empleadores están preocupados por la detención de actividades que supondría una eventual expulsión.

Los aprendices extranjeros firman un contrato que establece que su permanencia será de menos de tres años y que trabajarán en un solo empleo en ese período. Pero alrededor de 30 por ciento abandonaron sus puestos originales por empleos mejor pagados y se arriesgan al arresto o la deportación.

Los que violan sus contratos viven con el temor permanente de ser detectados por los funcionarios de migración. Las leyes estipulan una alta multa para las empresas que efectúen contratos ilegales de extranjeros.

De todos modos, las empresas continúan reclamando al gobierno un incremento de las cuotas de obreros extranjeros admitidos. Las compañías constructoras requieren 20.000 más antes del 2000.

El Ministerio de Justicia estimó que 81.000 extranjeros trabajan en Corea del Sur, de los cuales 68.000 ingresaron con visado de aprendices y 13.000 con una de empleo, mientras 130.000 trabajan ilegalmente.

El Ministerio de Trabajo procura la aprobación de una ley que abra el mercado de trabajo a extranjeros sin adiestramiento y afiance su control sobre los permisos de empleo.

La norma garantizaría a los extranjeros igualdad de derechos laborales y salariales respecto de los surcoreanos, punto con el que discrepa el Ministerio de Comercio, Industria y Energía con el argumento de que la medida aumentaría el presupuesto de las empresas nacionales.

También se teme que la iniciativa abra la puerta a miríadas de trabajadores extranjeros ilegales.

Una ley aprobada en marzo otorga a las empresas flexibilidad en la fijación de horarios, salarios y despido de trabajadores, medidas que tienen como contrapartida un fortalecimiento de los sindicatos.

Los trabajadores surcoreanos correrán a partir de 1999 riesgo de ser despedidos "en caso de emergencia empresarial". A partir del 2002, por otra parte, podrán formarse sindicatos por empresa y por rama de actividad.

En los últimos años, el proceso de despido era lento y costoso para las empresas.

La nueva ley de trabajo genera preocupación tanto a los sindicatos como a los empleadores, que temen conflictos durante las negociaciones de salario.

"Nos guste o no, deberemos vivir con la ley que, de hecho, afloja la rigidez que sufría el mercado de trabajo, que era una carga para la economía", dijo Kim Young-Bae, director de la asociación de empleadores.

La nueva ley reemplaza la aprobada en diciembre de 1996, que generó una huelga general que paralizó el país durante semanas. (FIN/IPS/tra-en/amy/ral/mj/lb if pr/97

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