El Tribunal de Crímenes de Guerra de La Haya tiene una orden de detención internacional contra Blagoje Simic, pero cada mañana Simic va a trabajar a su oficina, como alcalde de la ciudad de Bosnaski Samac, en Bosnia-Herzegovina.
Stevan Todorovic, de la misma ciudad en territorio serbio, figura en la lista de la misma orden de detención. El también va a trabajar regularmente al mismo edificio, donde es una destacada figura del Servicio de Seguridad local.
En la ciudad de Prijedor, cuatro serbios procesados por crímenes de guerra cometidos en la guerra en Bosnia se desempeñan como policías. Sus nombres son Zeljko Meakic (subjefe de policía), Mladen Radic, Miroslav Kvocka and Nedjeljko Timarac.
Mientras, la fuerza de estabilización de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se la ha arreglado para evitar tropezar con ellos. En efecto, la Fuerza Policial Internacional (IPTF) supo de su ubicación a través de un periodista, a fin de 1996.
Avergonzadas en público, autoridades de la IPTF solicitaron al jefe de la policía serbia, Dragan Kijac, una lista de todos los efectivos, en un intento de descubrir cuáles otros eran fugitivos de la justicia. Seis meses después, aún no hay respuesta.
No resulta sorprendente entonces que el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra de La Haya no infunda respeto o confianza en Bosnia-Herzegovina. Cada vez más, es visto como una institución sin agallas, desarmada, una ironía de la justicia.
La total falta de cooperación con el Tribunal de Serbia y el pretendido cumplimiento de Croacia contrastan con la casi total cooperación del gobierno en Sarajevo. Sólo uno por ciento de los serbios y croatas sobre quienes se emitieron órdenes de detención están tras las rejas.
Los musulmanes bosnios acusados de crímenes de guerra han sido detenidos, extraditados y están bajo custodia del Tribunal, aunque la mayoría de las víctimas de crímenes de guerra en la ex Yugoslavia fueron musulmanes.
El ejército bosnio cometió relativamente pocos crímenes de guerra, y esto permitió que su liderazgo asumiera una nivel moral alto. Los políticos bosnios perseveran en sus esfuerzos por lograr castigo a los criminales de guerra, como un paso clave hacia un fin genuino del conflicto bosnio.
Pero su insistencia en que ubicar y detener a los criminales es la cuestión crucial, la precondición para comenzar a resolver los problemas por los cuales se peleó la guerra, contradice el principio de reconciliación según políticos occidentales pragmáticos.
Pero la política de la comunidad internacional "paz, paz, nadie es culpable", es inaceptable para políticos musulmanes y a la comunidad musulmana en su conjunto.
El pragmatismo occidental compara regularmente la responsabilidad y la reconciliación en Bosnia-Herzegovina con aquellas en Alemania y Europa tras la segunda guerra mundial. Los musulmanes bosnios, no obstante, alegan que nadie forzó a los franceses y los ingleses a hacer la paz con sus asesinos.
Aun así, los muslmanes que viven en áreas bajo control croata se ven obligados a confiar en el actual ministro de Policía del cantón Neretva en Mostar, Valentín Coric.
Coric fue presidente de unidades de la policía militar del Consejo de Defensa Croata (HVO) durante su guerra con el gobierno de Sarajevo. Bajo comando directo de Coric, unos 30.000 musulmanes fueron víctimas de una limpieza étnica del oeste de Herzegovina y enviados a los campos.
Por lo tanto en Bosnia-Herzegovina, los criminales en los territorios de la limpieza étnica, el área bajo control de los serbios y la parte de la Federación aún controlada por la croata HVO, han sido recompensados por las tareas que se les asignaron.
La resistencia de Estados Unidos y países de Europa a correr los riesgos de detener a los líderes serbios acusados formalmente Radovan Karadzic y Ratko Mladic es interpretada en Bosnia- Herzegovina como otro ejemplo de pragmatismo occidental.
Es vista como una recompensa al presidente serbio, Slobodan Milosevic, por su cooperación en las conversaciones de paz de Dayton, aunque liberar a Milosevic de las embarazosas declaraciones que Karadzic y Mladic podrían hacer sobre su participación en los crímenes de guerra no han hecho que mejorara su conducta.
Lo mismo para la dirigencia croata: por los crímenes de guerra, y temas políticos, económicos, religiosos o culturales, los líderes croatas apelan al jefe en Zagreb.
El partido nacionalista croata es un brazo del partido en el gobierno, la Unión Democrática Croata (HDZ). Su ideología y la organización militar del ejército croata y la HVO están firmemente entrelazadas.
La HVO en Bosnia-Herzegovina no puede actuar independientemente del presidente croata Franjo Tudjman y su ministro de Defensa, Gojko Susak. Los altos militares de Zagreb están involucrados en todos los mayores crímenes de los cuales están acusados integrantes de la HVO en Bosnia.
La HDZ bosnia afirma que respalda el trabajo del tribunal, en principio, pero indica que para la federación coopere, necesita instituciones, para que las instituciones existan, debe haber leyes, para hacer leyes, debe haber parlamentos, y una vez que los parlamentos son electos, deben reunirse.
La HDZ evita la creación de un sistema judicial federal y una policía que estaría a cargo de detener a sospechosos de crímenes de guerra en Croacia acusados por el Tribunal de La Haya y ocultos en Herzegovina.
Los crímenes contra no serbios en Bosnia-Herzegovina fueron masivos, y atrocidades formaron parte de la estrategia del ejército serbio, y un objetivo indirecto de la agresiva guerra lanzada por Serbia y el Partido Democrático Serbio contra Bosnia- Herzegovina y sus habitantes musulmanes.
En la Bosnia serbia, la mayoría de los políticos de oposición y casi todas las autoridades de gobierno insisten en que la detención de Karaczic y Mladic equivaldría a la detención de la totalidad del pueblo serbio.
Como me explicó una mujer serbia en Pale, "si detienen y condenan a nuestros líderes, qué podemos esperar que hagan con nuestros hijos, los combatientes comunes?".
Pero la detención de Karadzic y Mladic cambiaría por completo el panorama de largo plazo. Sería un punto de partida para que los serbios se den cuenta por sí mismos de qué sucedió en Bosnia- Herzegovina, y también un preludio a la reconciliación genuina de los pueblos serbio y musulmán.
(*) Rasim Cerimagic es periodista del diario Oslobodjenje, de Sarajevo. Esta nota es presentada por IPS a través del Institute for War & Peace Reporting, editor de la revista Tribunal. (FIN/IPS/tra-en/wr/rj/lp/ip-hd/97