La otrora floreciente industria cinematográfica de Sudáfrica permanece postrada desde la instauración de la democracia, pues los inversionistas no desean arriesgar dinero en una empresa incierta como la producción de películas.
En los años 60, las compañías cinematográficas extranjeras, en su mayoría británicas, producían películas en Sudáfrica atraídas por el clima y los escenarios naturales.
Con estrellas extranjeras y miles de "extras" sudafricanos, la película más famosa de la época fue "Zulú", de 1964, sobre una historia real de soldados británicos enfrentados a guerreros zulúes en una famosa batalla que ocurrió en el siglo pasado.
La película contó con la participación del jefe zulú Mangosuthu Buthelezi, que luego adquiriría fama política como líder de los zulúes impis. El filme es considerado un clásico.
En loa años 70 y 80, el respaldo financiero del gobierno derivó en una gran producción de películas en afrikaans, el idioma heredado de los colonos holandeses hablado por la mayoría de los miembros del Partido Nacional, entonces en el poder.
Se estima que se realizaron 900 filmes, pero pocos de ellos se estrenaron o recibieron distribución internacional.
"Las películas no se hicieron para la pantalla, sino para hacer dinero y evadir impuestos", sostuvo el realizador independiente Jurgen Schadeberg.
Una excepción fue la producción de bajo presupuesto del director afrikaan Jamie Uys, que unió en escena a actores blancos y negros en "Los dioses deben estar locos", una excéntrica comedia sobre un indígena africano que se enfrenta a la "civilización" por primera vez en su vida.
La película fue bien recibida en Sudáfrica, y, a pesar de su tardía distribución en Estados Unidos en 1984, se convirtió en el mayor éxito extranjero en la historia cinematográfica del país norteamericano.
Pero los altibajos económicos de otras producciones generaron reticencia en el nuevo gobierno de Nelson Mandela, que evitó brindar ayuda financiera a la industria cinematográfica. Solo los guionistas se beneficiaron de un programa de capacitación que insumió 2,2 millones de dólares.
"Si acudes a un banco y dices que quieres hacer una película, se ríen. No quieren arriesgarse nuevamente", dijo Schadeberg.
En el resto del continente africano se realizaron 400 largometrajes entre 1963 y 1993, con mayor éxito que las películas sudafricanas.
Las realizaciones de Burkina Faso, Egipto, Etiopía, Ghana, Costa de Marfil, Malí, Nigeria, Túnez, Senegal, Zaire y Zimbabwe son apreciadas en los festivales de cine de Africa y Europa.
Los directores Ousmane Sembene, de Senegal, Med Hondo, de Mauritania, Youssef Chahine, de Egipto, e Idrissa Ouedraogo y Gaston Kabore, de Burkina Faso, son conocidos en el medio internacional.
Entre los temas abordados por las películas africanas figuran la cultura, la búsqueda de identidad, el dominio colonial y las consecuencias de la reforma económica.
La historia de Sudáfrica es fuentes de inspiración de historias que transcurren entre colonos del siglo XVII, inmigrantes de Holanda, Gran Bretaña, Alemania, Francia y los trabajadores por contrato de Malasia, India y otras partes de Africa, o sobre los vaivenes de la política.
Paradójicamente, el fin del apartheid (régimen de segregación racial institucinalizada que imperó en el país hasta 1994) no mejoró las oportunidades de los realizadores negros.
"El problema es la financiación. No hay dinero en este momento aun para los productores independientes blancos", dijo George Menoe, director de la Asociación de Realizadores Cinematográficos Negros (BFA) creada como reacción al dominio de los blancos en la industria.
La BFA está nuclea a 25 realizadores independientes.
La industria local depende de la financiación externa o de producciones conjuntas con empresas extranjeras.
El argumento y el elenco de la nueva producción "El Director" (The Schoolmaster) son sudafricanos, pero el director es belga.
Varias películas clásicas sobre el apartheid fueron realizadas en el exterior, como "Grito de Libertad", del británico Richard Attenborough.
La emisora satelital comercial MNET patrocinó durante los últimos ocho años los All Africa Film Awards, premios a la industria fílmica africana, como incentivo a la producción.
Desde 1993, la MNET organiza un concurso para promover a directores y guionistas nuevos, que partió de Sudáfrica y se extendió a Kenia y podría llegar a Nigeria en breve.
"Nos concentramos sobre los guiones, ya que la industria flaquea en este punto. Sin un buen guión, no se tiene una buena película", sostuvo Letebele Masemola Jones, de MNET.
Los realizadores independientes como Schadeburg afirman que a la industria cinematográfica sudafricana no le interesan los argumentos con trasfondo social sino "aventuras comerciales que sigan las fórmulas de Hollywood, que no tienen en cuenta el desarrollo".
"La vieja guardia blanca ahora está representada por testaferros negros, pero el negocio sigue siendo el mismo", dijo Schadeberg. (FIN/IPS/tra-en/gm/pm/mk/aq/cr/97