TURQUIA: Minoría kurda desterrada sufre pobreza y enfermedad

La familia Yavuz es kurda, una de tantas alejada de su hogar en la campiña sudoriental de Turquía por la guerra o la crisis económica, condenada al refugio miserable de los asentamientos precarios que rodean la ciudad principal de la zona.

"No tuvimos nada para comer en siete días", dijo el padre, Mehmet Yavuz, ex pastor, llevado al hospital local con su familia a fines de febrero. "Los vecinos nos daban comida pero teníamos tanta vergüenza de pedir limosna que nos encerramos en la casa", agregó.

Su caso es cada vez más frecuente a medida que cientos de miles de desterrados por los 13 años de conflicto entre las fuerzas de seguridad de Ankara y la guerrilla del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) se unen a los miles que, como Mehmet, huyeron de la pobreza rural hacia la ciudad hace 15 años.

Necdet Ipekyuz, miembro de la Cámara Médica local, dice que "el padre está desempleado hace seis meses por la competencia laboral de miles de nuevos emigrados. Vienen con hambre y tifus. Imagínense su sufrimiento. Algunos no consiguen trabajo desde hace dos años".

La ciudad está sobrepoblada por la política estatal de despoblar a la fuerza la zona del sudeste, con el fin de eliminar el apoyo local del PKK. Tres millones de personas de 2.600 aldeas fueron trasladadas de la zona de guerra. La población de la ciudad creció de 380.000 en 1995 a 1,5 millones en 1997.

"Quienes emigraron en 1992 terminaron por pedir limosna en las calles" dice el director de la Media Luna Roja de Diyarbakir, Mehmet Aydin. "No hay futuro para la gente en las calles, sencillamente se mueren de hambre, vulnerables como son ante todo tipo de enfermedades".

"El hambre y las enfermedades pueden convertirse en una epidemia", advierte la Asociación de Derechos Humanos de Diyarbakir.

"Setenta y cinco por ciento de la mano de obra de la ciudad está desempleada y muchas familias tienen que alojarse en una sola habitación, sin energía ni alimento en este frío mortal".

Las campañas de caridad organizadas por sectores adinerados de Diyarbakir resultaron en un trágico espectáculo, emitido por la televisión, en el que cientos de personas se enfrentaron por los paquetes de comida.

"Ningún ser humano puede abstenerse de ayudar a estas personas después de haber visto estas escenas", dice el empresario Celal Polat, quien lanzó la campaña contra la pobreza en Diyarbakir.

Sin embargo, las autoridades turcas parecían más interesadas en discutir la decisión de los medios de comunicación de emitir las imágenes del caos y la supuesta 'irresponsabilidad' de los organizadores por haber efectuado la entrega sin respaldo oficial, que en atacar la raíz del problema.

La escena se repitió una semana después cuando el Estado organizó la entrega de ropa en las zonas pobres de la ciudad. Futuras entregas se piensan realizar directamente en las viviendas de los necesitados.

"La situación actual en Diyarbakir no debería sorprender a nadie," dice Yavuz Onen, presidente de la Cámara Turca de Ingenieros y Arquitectos (TMMOB), organismo que estudió el desastre social en la ciudad.

"Divulgamos la situación en nuestro informe de junio de 1996 sobre Diyarbakir, pero como siempre, las autoridades lo ignoraron".

El TMMOB estima que la población de Diyarbakir creció 116 por ciento en los últimos seis años, incluyendo a las 327.000 personas que se refugiaron en la ciudad después de la despoblación forzosa que comenzó en 1992. 58 por ciento de ellos dijeron que sus casas habían sido quemadas.

El TMMOB estima que casi 71 por ciento de la población económicamente activa de la ciudad de entre 12 y 65 años está desempleada. De los que trabajan, 58 por ciento tiene trabajo temporario y 65 por ciento carece de seguridad social.

El 52 por ciento de la población de Diyarbakir vive con sólo 100 dólares o menos al año, frente al ingreso turco per cápita de 2.600 dólares.

"La vida en la ciudad y la campiña es imposible en el sudeste", afirma Onen, debido "al colapso de la vida económica, el efecto sobre la ganadería y la agricultura, la destrucción forestal debida a 13 años de guerra y las políticas de despoblación forzosa del gobierno".

Las cifras estatales mencionan la gran diferencia entre la próspera zona noroccidental de Turquía y el sudeste. Un reciente informe estatal, basado en cifras de 1994, estima que el porcentaje de la riqueza nacional en Estanbul duplica al de las 20 provincias orientales en su conjunto.

"¿Por qué se sorprende el Estado?", pregunta Erdogan Kalker, trabajador kurdo en Estanbul, quien señala que el 20 por ciento más pobre de la población de la ciudad es de origen kurdo. "El informe del gobierno es explícito sobre la situación, ellos tenían información al respecto hace mucho tiempo".

La magnitud del problema hizo que el Estado reconsidere su política. El ministro Sacit Gunbey culpó a "70 años de políticas económicas antiguas" mientras que el ministro Salim Ensarioglu recordó la guerra no declarada en la zona. "Es un desastre", afirmó.

"Los servicios de salud y la municipalidad de Diyarbakir y aún el gobernador tratan de hacer todo lo posible para ayudar a la familia Yavuz desde que se supo su situación", sostiene Ipekyuz. "¿Pero cómo podemos esperar que los esfuerzos individuales ayuden a todas las familias?"

Piensa que el problema habrá de continuar mientras duren la guerra y la migración. "El remedio básico no radica en curar casos específicos de tifus sino en eliminar las condiciones generales que causaron la enfermedad, la pobreza y los insuficientes servicios de salud". (FID/IPS/tra-en/nm/rj/aq-jc/pr-ip/96

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