La llegada a Papúa Nueva Guinea de mercenarios sudafricanos para entrenar a las fuerzas de defensa causó preocupación a grupos humanitarios, que temen que puedan ser utilizados para aplastar la rebelión separatista en la rica provincia insular de Bougainville.
La semana pasada, dos aviones de la línea nacional búlgara Air Sofia descargaron equipo militar y personal extranjero en el aeropuerto de Port Moresby.
El primer ministro, Julius Chan, gastó 25 millones de dólares para contratar los servicios de Sandline International, una compañía militar británica que opera desde Sudáfrica. En Australia se piensa que los mercenarios podrían ser utilizados para acabar con el Ejército Revolucionario de Bougainville (ERB).
Los activistas australianos exigen que el gobierno suspenda la ayuda de 300 millones de dólares anuales a la ex colonia australiana.
El canciller australiano Alexander Downer solicitó una explicación del embajador de Papúa Nueva Guinea en Canberra sobre la fuente de financiación de los mercenarios.
Australia aportó 55 millones de dólares en un paquete de rescate de 225 millones del Banco Mundial para la economía papú en 1995. La última partida de 25 millones de dólares se envió hace unas pocas semanas. La pregunta es si el dinero fue utilizado para contratar a los mercenarios.
El diario 'Post Courier' de Port Moresby informó que el contrato se financió con las ganancias que el Estado obtuvo en la Bolsa de Valores australiana con sus recursos de petróleo y gas.
El diario agrega que el ministro de Finanzas, Chris Haiveta, ordenó que 25 millones de dólares fueran transferidos a la compañía fiduciaria Roadco para pagar por los servicios de Sandline International.
Chan admitió en una entrevista radial esta semana que 40 "consejeros extranjeros" se encuentran en el país para "capacitar a nuestra fuerza de defensa". Agregó que no irán a Bougainville.
"Tenemos que perseguir a los delincuentes. Los delincuentes de ahora no son los mismos de antes con arcos y flechas. Ahora portan fusiles M-16 y granadas", afirmó.
"Sabemos que hay cargamentos ilegales de armas en manos de los rebeldes de Bougainville. No puedo dejar que mis fuerzas de defensa se enfrenten en una batalla campal con estos delincuentes. Tenemos que prepararlos para una confrontación desconocida hasta el momento", añadió el primer ministro.
Amnistía Internacional denunció que los soldados de Papúa Nueva Guinea asesinaron, torturaron y violaron a civiles en Bougainville, y que 44 personas, incluyendo a mujeres y niños, murieron o desaparecieron luego de ser detenidos.
El separatista ERB también fue acusado por 36 asesinatos "intencionales y arbitrarios" desde 1993.
Una investigación realizada en octubre sobre el asesinato del primer ministro del Gobierno de Transición de Bougainville, Theodore Miriung, implicó a las fuerzas de defensa de Port Moresby.
Su sucesor, Gerard Sinto, que busca una solución pacífica al conflicto de ocho años mediante la creación de comités regionales de pacificación, criticó el plan de utilización de mercenarios en la isla. Afirmó que Chan no lo consultó para tomar una decisión.
Los activistas dicen que el uso de los mercenarios sienta un precedente peligroso en el Pacífico Sur. Mencionan la brutalidad y las acciones 'tipo Rambo' del grupo en Africa. Muchos de sus miembros son soldados que integraban las fuerzas de seguridad sudafricanas en la época del apartheid.
En una entrevista con el 'Sydney Morning Herald', un vocero de la Sandline International confirmó que parte del grupo mercenario proviene de Sudáfrica, pero arguyó que la compañía privada fue contratada por un gobierno reconocido a nivel internacional y electo democráticamente.
"El término mercenarios no es el apropiado para referirse a los servicios de seguridad que brinda Sandline", sostiene. "Es un equipo con el personal mejor entrenado del mundo que trabaja en forma dirigida, que trasladó su disciplina militar al sector privado".
La analista política australiana Lucy Palmer sostiene que la incursión mercenaria en el Pacífico fue posible gracias a la incapacidad australiana de ofrecer mayor asistencia militar a Papúa Nueva Guinea para contener la rebelión de Bougainville.
Opina que Australia debe compartir la responsabilidad en el conflicto y ofrecer más asistencia para cesar las hostilidades.
El conflicto en Bougainville ya lleva nueve años, con un costo para el país de millones de dólares y miles de vidas, debido al conflicto en sí como a las consecuencias por la desnutrición y las epidemias.
Todo comenzó en 1988 cuando los masioi, pobladores locales, reclamaron 11.500 millones de dólares en compensación por el daño ambiental causado por la mina de cobre australiana en la isla. El conflicto se extendió y condujo a la insurgencia separatista.
Bougainville cuenta con uno de los mayores yacimientos de cobre del mundo. (FIN/IPS/tra-en/ks/kd/aq-jc/ip/97