Las mujeres luchan en Nicaragua por acceder a las tierras de cultivo y ser beneficiarias directas del proceso de reforma agraria, que se ejecuta desde mediados de la década de los 80.
Pero aún no han logrado romper las barreras que les imponen los bancos estatales y privados para obtener créditos.
De 1992 a 1996 se entregaron títulos de propiedad a 35.000 productores, de los cuales casi 9.000 son mujeres, según datos oficiales del Instituto Nicaragüense de Reforma Agraria (INRA)
"Hubo un impulso fuerte en los últimos años en materia de concesión de títulos, y en este proceso resultaron beneficiadas las mujeres", aseguró a IPS Carlos Guillén, ex director de Titulación del INRA.
En la actualidad, casi 25 por ciento de los beneficiarios de la reforma agraria son mujeres, frente a ocho por ciento en la época sandinista (1979-1990), dijo Guillén.
Las mujeres se colocaron a la cabeza de la producción agrícola en la década pasada, durante el conflicto armado, mientras los hombres iban al frente de batalla. Pero en su gran mayoría no recibían títulos de propiedad, debido a su marginación cultural.
"Los hombres decían que eran solteros, que no tenían pareja, para no poner la propiedad a nombre de las mujeres". En cambio, "ahora es común ver a mujeres como presidentas de cooperativas", comentó Guillén.
La mayoría de las tierras entregadas por el INRA se hallan en el centro del país, escenario en los años 80 de la guerra que el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional libró contra los insurgentes financiados por Estados Unidos.
Pese a este avance social, una encuesta sociodemográfica confirma que las mujeres están todavía marginadas del crédito bancario.
En efecto, un estudio realizado en diciembre por la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global (FIDEG) sobre la base de 3.113 hogares rurales de Nicaragua comprobó que el crédito para el agro se distribuye de modo desigual.
Las campesinas sólo reciben 33 por ciento del total de préstamos, y su participación es seis veces inferior a la de los hombres tratándose del monto de los créditos.
"Los hombres reciben mayores cantidades porque generalmente poseen más extensión de tierra", explicó a IPS Andrea Pérez, dirigente de la Coalición de Mujeres, que agrupa 30 organizaciones femeninas.
La mujer recibe en el mejor de los casos "cantidades menores, para criar aves de corral o para la siembra de granos básicos", pero obtiene crédito para exportación o actividades de engorde", señaló Pérez, que dirige la Secretaría de la Mujer en la Central Sandinista de Trabajadores.
Los montos mayores proceden de bancos y otras fuentes financieras y, en segundo lugar, de organizaciones no gubernamentales (ONG), de acuerdo con la investigación sociodemográfica de la FIDEG.
Como garantías se exigen una fianza solidaria y títulos de propiedad, y la mayoría de las mujeres destinan el crédito a cultivos para comercializar y a trabajos de infraestructura.
A diferencia de los bancos, "las ONG tienen políticas de créditos para las mujeres porque trabajan con enfoque de género", dijo Pérez.
"Tenemos las tierras, pero no tenemos títulos, y menos créditos", añadió. "Los bancos deberían tener una política de créditos para las mujeres".
Según la FIDEG, igual discriminación se observa en materia de capacitación. Más de 95 por ciento de las campesinas consultadas por la fundación respondieron que no tienen ninguna preparación especial, aunque habrían deseado recibir instrucción en medicina natural y producción agrícola. (FIN/IPS/rf/ff/pr/97