El mundo tropezó otra vez en 1996 con dificultades para detener los atentados contra la libertad religiosa y la intolerancia, denunció el relator especial en la materia designado por la ONU, Abdelfattah Amor.
El informante previno sobre la complejidad del problema de las "nuevas religiones" que algunos denominan "sectas", dijo. En ese tema y en todos los religiosos, el experto recomendó actuar con moderación y abstenerse de generalizaciones y de lanzar anatemas.
Durante el período analizado, el relator de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) envió comunicaciones a 49 países con acusaciones de violaciones a la libertad de credo.
Pero las denuncias registradas, sostuvo Amor, representan sólo "la parte visible del iceberg". Los casos de intolerancia y las violaciones a la libertad religiosa "son en realidad más numerosos".
El extremismo religioso tampoco cejó durante 1996 y se extiende por todas partes, comentó el relator en rueda de prensa. El monopolio del extremismo "no pertenece a religión alguna ni tampoco a región alguna", precisó.
Entre las comunicaciones enviadas a gobiernos, el informe de Amor mencionó llamamientos urgentes dirigidos a China, Irán, Egipto y Emiratos Arabes Unidos.
El mensaje a China guarda relación con el encarcelamiento del monje tibetano Yulo Dawa Tsering, a quien el relator especial consultó durante su visita al país asiático. Las autoridades chinas habían prometido que esa entrevista no perjudicaría al monje, dijo Amor.
Otro llamamiento, a Irán, se relacionó con el pastor protestante Yusefi, musulmán de nacimiento y convertido al cristianismo, a quien se encontró ahorcado en circunstancias que aún no se han aclarado.
El relator especial indicó que teniendo en cuenta los asesinatos de pastores protestantes cometidos en 1994, la muerte de Yusefi "puede plantear legítimos interrogantes".
A Egipto, el relator planteó el caso del profesor Nasr Hamed Abu Zeid, de la Universidad de El Cairo, a quién la justicia egipcia declaró apóstata por sus escritos sobre interpretación del Corán, considerados contra el Islam por acusadores islamistas.
La sentencia judicial contra Abu Zeid estableció también que, en consecuencia, no podía seguir ligado por el vínculo matrimonial a su mujer, que era musulmana.
El llamamiento dirigido a los Emiratos Arabes Unidos se refirió a un cristiano, Elie Dib Ghalib, que aparentemente fue detenido y maltratado por haberse casado con una musulmana.
Ghalib fue condenado el 29 de octubre de 1996 a 39 latigazos y un año de prisión por mantener relaciones maritales supuestamente inmorales.
Las comunicaciones del relator especial comprendieron problemas soportados por distintas comunidades religiosas, como las crtistianas, musulmana, budista, hinduista, judía, bahai, testigos de Jehová, Hare Krishna, al arquam, darul arquam, mormones, indios navajos y apaches.
Los países cuestionados pertenecen al mundo industrializado, como Estados Unidos, Australia y Gran Bretaña, y a otros bloques, como Argelia, Bangladesh, Bolivia, Bulgaria, Grecia, Indonesia, Israel, Kuwait, México, Rusia, Turquía y Vietnam.
A Gran Bretaña, el relator envió una comunicación relativa a la publicación de artículos periodísticos que transmitían una imagen negativa y discriminatoria de los musulmanes.
Amor precisó que la intolerancia puede afectar a distintos grupos. En Argelia y Yemen, el extremismo religioso amenaza a toda la sociedad, en Afganistán y Bangladesh, las mujeres son las primeras víctimas, en Chad, los artistas constituyen el blanco preferido.
En Egipto, los docentes pueden ser demandados a causa de escritos por extremistas islamistas. Determinadas minorías religiosas también se ven afectadas por el extremismo en Bangladesh, México, Somalia y Turquía.
En el caso de Argelia, Amor declaró que el problema reside en la instrumentalización política de la religión.
El relator diferenció la libertad de creer, que es absoluta y está tutelada por el derecho internacional, de la libertad de manifestar esa creencia, que puede ser limitada por los estados, sostuvo.
Amor aludió a la Orden del Templo Solar, que en los últimos tres años ha sido considerada responsable de impulsar al suicidio a 69 de sus fieles en Canadá, Suiza y Francia, y este fin de semana reapareció con otras cinco personas que se quitaron la vida en Canadá.
El relator de la ONU mencionó también el caso de la Iglesia de la Cienciología, que goza de respaldo de figuras notorias de la sociedad de Estados Unidos, pero afronta dificultades en Alemania.
El experto recordó que el derecho internacional y el derecho humanitario consagran la libertad de creencia aún en casos en que la espiritualidad esté ligada, por ejemplo, a un árbol o a una serpiente.
"Aún los árboles y las serpientes pueden tener connotación religiosa", sostuvo Amor.
Las distinciones precisas entre libertad de credo y libertad de manifestación de esa creencia resultan difíciles de establecer. Pero esa libertad de manifestar la fe "puede tener usos variables", para lo cual se requiere la participación reguladora del Estado, indicó.
Le corresponde al Estado reglar el ejercicio de esa libertad de manifestación para evitar crímenes como los que se han imputado a la Orden del Templo Solar y a otros grupos.
El relator propuso que la ONU inicie una investigación sobre el problema de las nuevas religiones, sectas o comunidades religiosas minoritarias.
En el informe de Amor presentado a la Comisión de Derechos Humanos que sesiona en Ginebra, se consigna que "la oposición entre religión y secta es demasiado forzada para ser aceptable".
La hostilidad que a menudo padecen las sectas, dijo Amor, puede explicarse, por un lado, por las extravagancias, alteraciones del orden público y, a veces, delitos que cometen ciertos grupos que hacen alardes de religiosidad.
Pero otras veces, esa hostilidad se relaciona con la tendencia de las grandes religiones a combatir todo lo que se sale de la ortodoxia, indicó el experto. (FIN/IPS/pc/ag/cr-hd/97