El aumento de la criminalidad comienza a preocupar a las autoridades policiales de Cuba, que se debaten entre la imagen de una isla tranquila y segura y las manifestaciones cada vez más frecuentes de la violencia.
"Vivimos y viviremos en un país tranquilo", aseguran fuentes oficiales que comparan, con gran ventaja para la isla, los índices de delincuencia de este país con los reportados de otras zonas de América Latina.
Por otro lado, la televisión estatal transmite información sobre asaltos que terminan en la muerte de la víctima y la prensa descubre los detalles de la violación de una menor en un céntrico parque habanero.
Aunque, a lo mejor por costumbre, la mayoría de los habitantes del país caminan con confianza por las calles de cualquier centro urbano, lo cierto es que los homicidios aumentaron, según un estudio gubernamental.
La investigación reveló que este delito se incrementó en los últimos años, fundamentalmente en la capital, donde se registraron 15 casos por 100.000 habitantes en 1994.
Las muertes violentas superan 10 por ciento de total de decesos. Los homicidios aumentaron de 623 en 1980 a 1.085 en 1991, de acuerdo con fuentes oficiales.
Para los especialistas, el aumento de la violencia se debe a la abrupta caída del nivel de vida, a los estereotipos culturales acuñados socialmente, al resquebrajamiento de la disciplina social y a fisuras en la calidad material de la asistencia médica.
"La calle está malísima. Quien llega de afuera puede no darse cuenta. Si lo comparas con Bogotá o Caracas es risible. Pero los cubanos comparamos con nuestra propia vida de hace unos años", dijo una profesora universitaria que evita volver sola a su casa en la noche.
La académica, de 39 años, afirmó que "es la primera vez desde que empecé a salir sin mis padres, cuando tenía 15 o 16 años, que me da miedo andar sola por las calles de La Habana de madrugada", aunque reconoció que "nunca me ha pasado nada".
Por su parte, el general de división Romárico Sotomayor, jefe de la Policía Nacional Revolucionaria, aseguró que entre 1993 y 1995 los delitos en Cuba se redujeron en 30.000 casos y que en 1996 hubo una disminución adicional de nueve por ciento.
"Esclarecimos ocho por ciento de casos más que en 1995", dijo Sotomayor al semanario Trabajadores, órgano de la Central de Trabajadores de Cuba, única organización sindical autorizada en la isla.
El general de división afirma que Cuba es "el país que registra menos homicidios y asesinatos", pero, reconoce que eso "no oculta una realidad que todos hemos vivido" desde el comienzo de la crisis económica en 1990.
"Junto a la escasez material, aumentaron la pérdida de valores en no pocos ciudadanos y la transgresión de la ley, pero nunca hasta límites que son cotidianos en numerosas naciones", puntualizó.
Según se informó en el Seminario sobre Violencia Criminal Urbana en América Latina y el Caribe, realizado este mes en Río de Janeiro, en la región se reportan 30,7 asesinatos por 100.000 habitantes.
La Organización Panamericana de la Salud considera la violencia un problema de salud y sostiene que en El Salvador y Guatemala los homicidios llegan a 150 por 100.000 habitantes, cifra superior a la de Colombia, donde el índice es de 89,5 por 100.000.
Sahid Javed Burki, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, dijo este mes en Washington que el aumento de la violencia criminal se debe al incremento de la pobreza y la desigualdad en el ingreso, y obstaculiza el crecimiento económico.
Sotomayor indicó que las fuerzas de orden público trabajaron el último año en el perfeccionamiento y diseño de los sistemas de lucha contra el delito, a partir de la atención a los escenarios previsibles y priorizando los de mayor impacto social.
Muchos cubanos, sin embargo, se quejan de que a veces la policía no llega a tiempo para impedir delitos, en otros el esclarecimiento se demora, o en ocasiones los agentes no tratan de la mejor forma a quienes presentan denuncias.
"El agente del orden tiene que actuar de manera individual, a veces en fracciones de segundos", dijo Sotomayor, y aseguró que "sólo tienen fundamento 10 por ciento de las quejas de la población".
La Habana, que tiene más de dos millones de habitantes, y Holguín (771 kilómetros al este de la capital), son las provincias con mayor índice de violencia.
La mayoría de las víctimas de homicidios en ambas provincias tenían entre 15 y 49 años, y en 82 por ciento de los casos se trataba de hombres, de acuerdo con un estudio.
Las relaciones entre víctima y victimario eran muy estrechas en más del 70 por ciento de los homicidios ocurridos en la capital cubana en 1994, y en 50 por ciento de los casos, las víctimas habían provocado física o verbalmente a sus agresores.
Los expertos señalaron que de no estar presentas la ingestión de bebidas alcohólicas y la participación de terceras personas que alentaron el enfrentamiento entre cónyuges, amigos o conocidos, en más de 25 por ciento de los casos el crimen no habría ocurrido.
Motivos pasionales como el amor, el odio, el rencor y el miedo al agresor, los litigios por la vivienda y el robo fueron las causas de la mayoría de los homicidios analizados por el estudio.
Entre las peculiaridades psicológicas de los implicados en los hechos, la investigación destacó la terquedad, la seguridad en sí mismos, el optimismo y la tendencia a ser impulsivos, caprichosos y dominantes.
Los fiscales se declaron contrarios a aumentar la población penal, pero también se comprometieron a hacer lo legalmente posible para mantener la tranquilidad en la sociedad. (FIN/IPS/da/ff/ip/97