CHINA: Beijing decidida a recuperar su patrimonio histórico

En un nostálgico intento por recuperar lo que la capital de China perdió en su campaña de modernización de los últimos 30 años, los residentes de Beijing rescatan trozos de una antigua muralla demolida y los devuelven al gobierno municipal.

Probablemente las autoridades de la antigua ciudad nunca soñaron con tan entusiasta respuesta cuando realizaron este singular pedido: "Por favor devuelvan los restos que posean del famoso muro de piedra".

La solicitud se realizó como preparación para un ambicioso plan de restauración de parte de la muralla, de 20 kilómetros de largo, que una vez rodeó a Beijing y fue demolida a comienzos de la década de 1960.

El entusiasmo es tal que Meng Xianlong, un habitante del norte de Beijing, prometió demoler la pared trasera de su pequeña casa con el fin de devolver los ladrillos que tomó de las ruinas del antiguo muro, hace varios años.

"Más de 30 ladrillos de la pared trasera de mi casa pertenecen a la muralla de la ciudad, pero los devolveré", aseguró al periódico Juventud de Beijing.

Construida durante la dinastía Ming (1368-1644), la muralla de Beijing fue desmantelada hace 30 años en medio del proceso de transformación de la capital de una enorme aldea industrializada a una metrópolis contemporánea.

Los perímetros interno y externo del muro, construido para fines militares, pronto se transformaron en un obstáculo para la creciente cantidad de residentes y la expansión de las redes de transporte.

La población de Beijing se estimaba en un millón cuando se fundó la República Popular China, en 1949, pero en los años 60 creció a cinco o seis millones, estimulada por la exhortación de Mao Zedong a un incremento de la tasa de natalidad.

De pronto, los recién llegados deseaban permanecer en la ciudad. La mayoría de ellos eran campesinos que llegaban en busca de trabajo, y cuando la muralla cayó, rescataron trozos para cubrir sus porquerizas.

"Vivían en ranchos improvisados y estaban contentos por tener material de construcción gratuito", recordó Liu Yongding, un viejo manchu (la minoría que conquistó China en el siglo XVII y estableció el último gobierno imperial bajo la dinastía Qing).

Su tono apenas encubre el desprecio que sienten quienes se consideran "reales" habitantes de Beijing hacia los forasteros, que supuestamente destruyeron la vida idílica de la antigua ciudad.

Además de la muralla y miles de arcadas que debieron dar lugar a numerosos rascacielos y autopistas, las improvisadas viviendas utilizadas por los recién llegados a la ciudad desaparecieron gradualmente durante la reconstrucción de Beijing.

Junto con ellas se esfumaron las preciosas piezas de la muralla, considerada por los más antiguos residentes de Beijing como un emblema de la ciudad.

Sólo dos secciones del gran muro permanecen en pie: la pared Dongbianmen, en el este, y la pared Xibianmen, en el oeste.

La sección del este de Beijing sobrevivió oculta en el pueblo dormitorio de la estación ferroviaria por muchos años, y sólo fue descubierta cuando una empresa asumió el desarrollo del área, a comienzos de este año, y empezó a derrumbar las ruinosas viviendas.

El descubrimiento dio comienzo a la "manía de la muralla", y luego de que el gobierno municipal solicitó a los residentes locales que le entregasen restos del muro, recibió 30 ladrillos originales para el plan de renovación en menos de 10 días.

Zhang Changhe, habitante en un condado suburbano del este de Beijing, viajó dos horas en bicicleta para entregar un bloque de cuatro kilogramos. "Sólo quise rescatar algo del pasado", manifestó.

Li Yancheng, gerente de la Compañía de Reconstrucción de Antigüedades de Beijing, afiliada a la Oficina de Reliquias Culturales de la capital, declaró al periódico "Fin de semana de Beijing" que, cuando tenía 12 años, se les solicitó a él y a sus compañeros de clase que tiraran abajo los bloques.

"Era demasiado joven e ignorante para darme cuenta de las consecuencias de lo que estábamos haciendo", dijo. Ahora, en un irónico acto de redención, la compañía de Li trabaja para restaurar la muralla que contribuyó a demoler durante su infancia.

"Cada ladrillo del muro tiene 400 años, más que la historia de Estados Unidos", destacó Li. "Si no los protegemos ahora, ¿quién lo hará y qué pasará en el futuro? Nuestra próxima generación no tendrá posibilidades de apreciar estas piezas de la gloria pasada de China", agregó.

Su opinión refleja la creencia generalizada entre los habitantes de Beijing de que las pocas reliquias que restan de la antigua ciudad son inexorablemente destruidas en el rápido camino hacia la modernización.

"No deberíamos continuar echando abajo las cosas", dijo un residente local. "Es cierto, el país tiene que desarrollarse, pero sin desmantelar nuestra cultura pasada", señaló. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/ml/cr/97

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