ARGENTINA: Productores de soja en el mejor de los mundos

Los productores de soja de Argentina están de parabienes: crece la demanda de harinas, granos y aceites, se está cerca del límite de la oferta y la tendencia de los precios dibuja una curva muy favorable.

Así lo explicó a IPS Alberto Rodríguez, dirigente de la Cámara de la Industria Aceitera.

Argentina es el tercer productor mundial después de Estados Unidos y Brasil, pero el segundo exportador luego éste, su socio mayor en el Mercosur.

En los últimos años el complejo oleaginoso (soja, girasol, lino, maní y algodón) se constituyó en el primer rubro de exportación de Argentina.

Rodríguez admitió que el sector viene atravesando un periodo muy bueno, pero este año, particularmente, confluyeron dos variables positivas: una cosecha récord, que se estima será de 14,3 millones de toneladas, y precios en alza por las bajas existencias mundiales.

El bajo nivel de existencias que acusó esta semana el Departamento de Agricultura de Estados Unidos y el creciente ritmo de la demanda contribuyeron esta semana a elevar los precios en el mercado de Chicago, más aún que en 1996, cuando la producción de soja había llegado a 13,7 millones de toneladas.

La soja se está comercializando a 315 dólares la tonelada.

Estados Unidos produce alrededor de 60 millones de toneladas al año, pero gran parte de su producción la absorbe su propio mercado. Lo mismo ocurre con China, que competía como exportador hasta hace cinco años, cuando se convirtió en uno de los principales importadores.

Los países del sudeste asiático emergen como un bloque de demanda en aumento, no sólo de aceite comestible sino de harinas protéicas de soja, que se destinan a la alimentación de aves, pollos y vacas. Europa, que también produce soja, es otro fuerte comprador.

Los precios internacionales de los cereales, que mostraron una tendencia alcista a principios de 1996, también ayudaron al mejor desempeño del comercio de soja. Los productores cedieron tierra al trigo y al maíz, y menos a la soja, que ahora es la más requerida.

"Otros años, los buenos precios nos encontraban con una baja en la producción, o al contrario, teníamos una buena cosecha pero los valores internacionales no nos favorecían", explicó Rodriguez.

"Este año, las dos variables están a nuestro favor, y creemos que esta confluencia se va a sostener en el tiempo", añadió.

Según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las exportaciones del complejo oleaginoso en Argentina pasaron de un monto de 196 millones de dólares en los años 70, a 3.362 millones en esta década. Este año se proyecta obtener ventas externas por 4.300 millones.

Empujada por el aumento de la demanda mundial, la soja se extendió sobre los campos argentinos y obtuvo una productividad creciente por hectárea a través de una constante inversión en tecnología y una disminución en la mano de obra ocupada.

Este proceso estuvo acompañado de una concentración económica paralela a la caída del empleo. Entre 1970 y 1994, el total de trabajadores empleados en esta actividad bajó 28 por ciento a pesar del fuerte desarrollo alcanzado.

La producción quedó en manos de pocas empresas. Mientras en los años 70 había más de 80 empresas que exportaban oleaginosas, en 1995 sólo 11 compañías concentraban 88 por ciento de las ventas al mundo de soja y 93 por ciento del girasol.

Hoy, si se toman en conjunto, las oleaginosas constituyen el primer rubro de exportaciones del país. Nada menos que 24 por ciento de lo que vende Argentina al mundo sale de este sector. (FIN/IPS/mv/ag/if/97

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