/AMBIENTE/ Desperdicio de agua afecta la seguridad alimentaria

Si el agua es un regalo de los dioses, la generosidad divina se está evaporando por la forma en que se malgasta el recurso, concluyó un estudio patrocinado por el Banco Mundial.

"Desde la antigüedad, la gente consideró el agua un regalo de los dioses. Pero en muchos lugares, la escasez de agua aparece como el principal obstáculo para producir comida suficiente para alimentar a la población", dijo Mark Rosegrant, autor del informe.

La investigación fue publicitada este domingo por el Instituto Internacional de Investigaciones en Política Alimentaria (IFPRI), que integra el Grupo Consultivo Internacional sobre Investigaciones Agrícolas que dirige el Banco Mundial.

El uso de agua aumentó, entre 1950 y 1990, 500 por ciento en Europa, 300 por ciento en Africa y más de 100 por ciento en América del Sur y del Norte, según Rosegrant. Buena parte del recurso fue desperdiciado y mucho de lo que se dejó fluir está ahora contaminado.

El agua disponible restante podría ser suficiente para cubrir la demanda en un futuro previsible, según el experto. El problema es que "el suministro es dispar entre los países". América, en este contexto, posee la mayor "riqueza acuífera", sostuvo.

"Los gobiernos, las empresas, los agricultores y consumidores no deben consumir agua como si se tratara de un bien gratuito, como lo hacen ahora, sino como un recurso escaso por el que se paga cierto precio", advirtió.

La forma de fijar ese precio es motivo de controversia en círculos ambientalistas y económicos.

El Banco Mundial ha presionado a los gobiernos del mundo en desarrollo para que privaticen sus suministros de agua, lo cual es coherente con el principio promovido por la institución de que el estado puede recaudar dinero y reducir los gastos a través de la venta de empresas públicas a inversores privados.

A su vez, los nuevos propietarios privados de las empresas pondrán la infraestructura al día y las dirigirán de forma más eficiente que los estados, según el banco.

Pero la fe en estas ideas no se confirma en la práctica. Los vecindarios de Chile servidos por empresas privadas sufren prolongados períodos de escasez de agua debido a problemas mecánicos y administrativos crónicos.

En cambio, las zonas próximas que recibían el servicio a través de compañías estatales no sufrieron estrechecess, según el informe.

Quienes respaldan la privatización del suministro de agua afirman tamibén que los consumidores malgastarán menos agua si deben pagar (o pagar más) por la que usan. El mercado, afirman, revelará el "verdadero valor" del agua.

Rosegrant coincide con esa visión. "Las fuerzas individuales más importantes detrás de la escasez de agua son las malas estrategias", como los subsidios, afirmó. Como consecuencia, "millones de litros de agua se van por los caños sin ser utilizados todos los días".

El agua de irrigación no tiene precio en los países en desarrollo y supone más de 90 por ciento del uso total del recurso. En las ciudades, por otra parte, el precio del agua no cubre ni siquiera el costo de la entrega, según el informe.

En la mayoría de los casos, los desproporcionados beneficios de estos subsidios son gozados por los más ricos, como urbanizaciones con acceso al sistema público de agua y granjeros rurales con acceso a la irrigación.

En contraste, los consumidores pobres con frecuencia dependen de vendedores de agua y el precio que pagan multiplica por 20 el del líquido en la canilla.

Sin embargo, funcionarios del Banco Mundial ponen en duda que las privatizaciones y subas del precio del agua constituyan la solución.

Si los pobres ya pagan un alto precio, el impacto de la privatización sobre lo que paguen o sus hábitos de consumo no es claro. La industria y la agricultura abarcan la mayor parte del consumo.

Por lo tanto, el desperdicio y la contaminación deben ser resueltos a través de sistemas de incentivos industriales, regulaciones e inspecciones ambientales y en un abordaje del problema de los derechos sobre la tierra, punto en el que coincide Rosegrant.

Activistas en materia de ambiente y alimentación critican la postura que denominan "ortodoxia agrícola" (dentro de la cual incluyen al Banco Mundial), pues entienden que promueve la agricultura a gran escala orientada a la exportación.

La agricultura de subsistencia y la dirigida a la venta a pequeña escala, que ofrecen comida para el consumo de las localidades donde operan, fueron desplazadas por empresas de fluricultura o de otros productos no alimentarios con destino al extranjero.

Los predios que ocupan grandes superficies de tierra son, a su vez, irrigadas por medios mecánicos que suponen desperdicio de agua, afirman los críticos.

"La transferencia excesiva de agua de la agricultura a la industria o el consumo doméstico podría amenazar la seguridad alimentaria. La eficiencia en el uso urbano e industrial del agua debería acompañar el ahorro de agua en la agricultura para mantener el rendimiento de las cosechas", dijo Rosegrant.

Esto involucraría "obstáculos políticos, institucionales y técnicos que deben ser sorteados". Rosegrant propone la construcción de nuevas represas y la "explotación sustentable" de las napas subterráneas.

Para los críticos, sin embargo, las represas tienen un elevado costo financiero, ambiental, social y de derechos humanos.

Pero Rosegrant sostiene que la alternativa de potabilizar el agua marina es demasiado costosa y que la reutilización del agua desperdiciada o la recolección de lluvias solo sería práctica en algunos pocos lugares. (FIN/IPS/tra-en/aa/yjc/mj/en dv/97

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe