Todo indica que, dentro de 20 meses, el dictador de Nigeria, general Sani Abacha, presentará su candidatura a la presidencia del país africano.
El gobernante de 53 años no pierde ocasión de aclarar que su comparecencia ante la ciudadanía para convertirse en el cuarto presidente de Nigeria electo democráticamente no es una idea descabellada.
"La participación de los militares en la vida política no es algo nuevo en Africa ni en Africa oriental", dijo Abacha en una entrevista que concedió al diario estadounidense The Washington Times.
Las intenciones del mandatario se vieron impulsadas en diciembre con la reelección como presidente de Ghana del también militar Jerry Rawlings.
Abacha también se mira en el espejo de Mathieu Kerekou, de Benin, Idriss Deby, de Chad, y Mainasssara Barre, de Níger, tres mandatarios que suelen visitar a su homólogo en Aso Rock, sede del gobierno en Abuja, para respaldar su mantenimiento en el poder.
Estas visitas tienen más motivaciones que la mera solidaridad política, según distintas fuentes. Los carteles de la campaña de Deby, que obtuvo 69,1 por ciento de los votos emitidos en la segunda ronda electoral de julio de 1996, fueron impresos en la ciudad de Kaduna, en la región septentrional de Nigeria.
La esposa de Abacha, Maryam, declaró al diario nigeriano The Guardian el mes pasado que su marido no debería regresar a los cuarteles.
"Muchos generales actuaron en beneficio de sus países en el pasado, y es tiempo que los nigerianos hagamos lo mismo. No veo nada malo en eso. Si él quiere retirarse y esa es la voluntad de Dios, que así sea", agregó Maryam Abacha.
La Comisión Nacional Electoral de Nigeria (NECON) no difundió aún las normas que regirán las elecciones nacionales, pero, si se mantienen las de comicios anteriores, Abacha deberá renunciar al ejército, en cuyas filas revista desde 1962.
También debería renunciar a sus potestades de jefe de Estado, pero muchos analistas afirman que podría mantener su cargo mientras se produce el tránsito hacia un gobierno civil.
En pasadas elecciones, la NECON prohibió candidaturas de militares en actividad a menos que se retiraran un largo período antes de sus nominaciones.
David Dogoh, director de propaganda del Congreso por el Consenso Nacional (CNC), uno de los cinco partidos políticos registrados legalmente en Nigeria, sostuvo que Abacha debería anunciar sus intenciones públicamente para salvaguardar la integridad del programa de transición a la democracia.
Si así ocurre, los restantes candidatos tendrían tiempo de ajustar sus estrategias, dijo Dogoh.
Desde que Abacha declaró anulados los resultados de las elecciones de 1993, toda su gestión tendió a asegurar que el norte del país siguiera dominando el panorama político, según los observadores.
En esos comicios, Moshood Abiola, quien procede del sur, ganó las elecciones, pero no llegó a asumir la presidencia y fue arrestado en junio de 1994. Su detención, que se prolonga hasta hoy, provocó grandes protestas a las que se sumaron los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña.
La anulación de los comicios de 1993 permitió a los políticos del norte del país, de población mayoritariamente musulmana, tomarse tiempo para reorganizarse con miras al futuro, aseguran los analistas nigerianos.
"Una lección que el norte aprendió es que solo un candidato con respaldo militar puede pasar por el ojo de la aguja política. El sur se ha rehusado a aceptar este hecho", dijo a IPS un destacado político del norte que reclamó reserva sobre su identidad.
El régimen de Abacha censuró a los medios de comunicación, prohibió y arrestó a periodistas y ejecutó en noviembre de 1995 al ambientalista Ken Saro-Wiwa y otros ocho activistas de la etnia ogoni que protestaban por las actividades de la petrolera anglo- holandesa Shell en sus tierras.
Nigeria fue suspendida entonces por la Comunidad Británica de Naciones, que la amenazó de expulsión si no restauraba la democracia en dos años. Los gobiernos de Sudáfrica, Estados Unidos y la Unión Europea también tomaron medidas de presión diplomática. (FIN/IPS/tra-en/wm/pm/mj/ip/97