Millones de mujeres japonesas se niegan a tener hijos, y están transformando la demografía del país. Los planificadores de Tokio temen las posibles consecuencias para la economía japonesa en el próximo siglo.
Las últimas estadísticas revelan que la natalidad de Japón disminuyó nuevamente en 1996 y las proyecciones estiman que la población de 125 millones podría reducirse a 55 millones en el 2050 si la tendencia continúa.
Uno de cada cuatro japoneses es mayor de 65 años. Con la disminución en los nacimientos, habrá cada vez menos jóvenes, y se teme que la disminución de la población tendrá un efecto devastador sobre la economía japonesa.
En 1995 había 9,5 nacimientos por cada mil personas, comparado con 28,1 nacimientos por cada mil en 1950.
"Aún el mayor número de casamientos no implica el futuro crecimiento de la población", afirma Makoto Ado, director del Instituto Nacional de Investigación de Población y Seguridad Social. "Las parejas jóvenes tienden a no tener hijos o a tener sólo uno".
Una madre japonesa tiene en promedio 1,4 hijos, porcentaje inferior al del nivel de reemplazo, de 2,1 hijos por mujer. Ello significa que la natalidad es menor que la mortalidad de la población.
La tasa de fertilidad es en Japón inferior a la de Estados Unidos (2,0) pero superior a la de España y Hong Kong (1,2) o Italia (1,3).
"Mi esposo no quiere tener hijos y yo tampoco", afirma Rikako Hamanaka, una joven esposa de Tokio. "Los niños son molestos y a mí me gusta tener tiempo para mí misma, ir a las clases de ikebana y reunirme con amigos".
El desafío del gobierno japonés es persuadir a las mujeres como Hamanaka de procrear para que el país pueda sobrevivir. El ministerio está considerando el aumento de los incentivos financieros.
El gobierno ya ofrece un premio de 5.000 dólares para el tercer y cuarto hijo, y muchos pueblos japoneses ofrecen efectivo por cada nacimiento. Pero los incentivos monetarios por sí solos no bastan debido al costo que implica la crianza de los niños.
"No tengo tiempo ni dinero para tener un tercer hijo", dice Sachiko Tatsuno, madre de dos hijos adolescentes. "Ya estoy cansada con dos hijos".
Tatsuno sostiene que la ayuda del gobierno no es suficiente. Si la ayuda fuera de 5.000 dólares por año, afirma, podría considerar la posibilidad de gestar nuevamente.
Una encuesta reveló que las mujeres japonesas con enseñanza secundaria incompleta tienen dos veces más hijos que las de mayor nivel de educación formal.
Según Ado, no hay un sistema de apoyo gubernamental para facilitar la situación de las mujeres casadas que trabajan fuera del hogar.
"Y como tampoco existe la costumbre de que los hombres realicen tareas del hogar, la mujer debe optar entre la familia y el trabajo", agregó.
Las estadísticas revelan que cada vez más japoneses no se casan o lo hacen más tardíamente que en los años inmediatamente posteriores a la guerra.
Más de dos terceras partes de los hombres japoneses y casi la mitad de las mujeres de entre 25 y 30 años siguen solteras, la tasa más alta en la historia del país.
El gobierno teme que la caída de la población lleve a que el precio de la tierra baje, que se reduzca la mano de obra y que la economía se contraiga. La reducida natalidad y el envejecimiento de la sociedad afectan a los fondos jubilatorios y los programas de seguridad social.
La cantidad de personas en el grupo etario de más de 65 años creció de 3,4 millones hace 30 años a 18,3 millones en 1996, que equivalen a 14,5 por ciento de la población. El grupo de menores de 15 años decreció casi tres por ciento en 10 años.
Los demógrafos sostienen que la única forma de revertir la situación es aumentar los incentivos a las familias. El gobierno tiene un plan por el cual la familia recibe una asignación por cada hijo hasta los tres años mientras el ingreso combinado de la pareja no exceda los 180.000 dólares por año.
Con la ley de 1992, uno de los cónyuges puede tomar un año de licencia en el trabajo para atender a los hijos menores de un año de edad.
Pero una investigación de 1993 del Ministerio de Trabajo revela que 60 por ciento de las mujeres volvieron al trabajo dentro de los seis meses después de haber dado a luz. (FIN/IPS/tra-en/mkz/kd/aq-jc/pr/97