/INTEGRACION/: Frei va a EE.UU con astuta calma ante el TLC

"Astuta calma" es la expresión que mejor resume la actitud que el presidente de Chile Eduardo Frei asumirá durante su próxima visita a Estados Unidos en el tema del ingreso de su país al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).

Thomas McLarty, consejero del presidente estadounidense Bill Clinton, admitió en Santiago que el escenario Chile-TLC ha variado radicalmente desde 1994 y que la Casa Blanca comprende la "cautela" de Frei al respecto.

McLarty finalizó en la noche del lunes una visita de 48 horas a Santiago, preparatoria de la gira que Frei hará entre los días 24 y 28 a los Estados Unidos, que incluye una reunión con Clinton el miércoles 26.

El consejero calificó de "histórica" la presencia en Washington de Frei, quien será el primer jefe de Estado extranjero recibido en la Casa Blanca desde que Clinton iniciara en enero su segundo mandato presidencial.

Frei, a su vez, irá a Estados Unidos con más de 135 hombres de negocios, en lo que representa la mayor delegación empresarial que haya acompañado a un mandatario chileno en un viaje oficial al exterior, según se indicó este martes.

Más allá de los aspectos simbólicos, la visita de Frei significa a Clinton la oportunidad de retomar la ofensiva para que Estados Unidos lidere el proceso de integración comercial en el hemisferio, estiman analistas internacionales.

La iniciativa que el propio Clinton asumió en diciembre de 1994 con la propuesta de crear hacia el año 2005 el Area de Libre Comercio de América (ALCA), lanzada en la cumbre hemisférica de Miami, está congelada desde octubre de 1995.

En esa fecha, como preámbulo de la pugna electoral de 1996, el Congreso estadounidense negó al mandatario la autorización del "fast track" (vía rápida) para negociar la adhesión de Chile al TLC.

Las negociaciones en pos de ese objetivo habían comenzado extraoficialmente a inicios de 1994 y cobraron carácter oficial desde la cumbre de Miami, cuando los tres socios del TLC (Canadá, Estados Unidos y México) formalizaron la invitación a Chile.

El gobierno de Frei apostó casi todas sus cartas a un pronto ingreso al TLC e invirtió millones de dólares en la contratación de asesorías y expertos en "lobby" en Washington en infructuosos intentos de sensibilizar a congresistas para que aprobaran la "vía rápida".

La frustración de octubre de 1995 llevó a Chile a priorizar los acuerdos de asociación con la Unión Europea y el Mercado Común del Sur (Mercosur), así como un tratado bilateral con Canadá, en negociaciones que culminaron exitosamente en 1996.

El acuerdo con el Mercosur, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, en vigor desde octubre, representa el avance más trascendental de Chile en materia de integración, según opinión coincidente del gobierno y los empresarios.

El ministro de Relaciones Exteriores, José Miguel Insulza, dijo que el ingreso al TLC no tiene ya la urgencia de hace tres años, mientras McLarty reiteró en Santiago el compromiso unilateral de Clinton de conseguir este año la aprobación del "fast track".

Insulza subrayó que el tema incorpora como elementos a considerar los acuerdos con la UE y el Mercosur, así como la consolidación de la participación chilena en el foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).

En círculos diplomáticos de Brasilia se estima que el gobierno de Clinton ve como su mayor obstáculo para recuperar el liderazgo de la integración comercial en el hemisferio al creciente empuje del Mercosur.

Bajo ese prisma se analizan las recientes declaraciones de la nueva representante de comercio exterior estadounidense, Charlene Barchefsky, quien calificó en el Senado al bloque sudamericano como una "pequeña unidad comercial".

Clinton necesita obtener este año del Congreso estadounidense el ansiado "fast track" y reactivar el trámite de ingreso de Chile al TLC para llegar como "campeón del libre comercio" a la próxima cumbre hemisférica, que se celebrará en marzo de 1998 precisamente en Santiago.

Esa cita es uno de los puntos centrales en la agenda de la reunión de Frei con Clinton, que incluirá no sólo aspectos comerciales y económicos sino también iniciativas en materias políticas, internacionales e incluso militares.

De esta manera, el gobierno chileno parece en condiciones de sacar buenos dividendos en sus vínculos con los Estados Unidos, en un escenario en que se invirtió el cuadro de 1994 y 1995 y donde es Clinton el encargado de resolver ahora el tema del "fast track".

Con un pragmatismo bien asentado en las tesis del "regionalismo abierto", Frei no necesita tomar partido en una eventual competencia de Estados Unidos con el Mercosur y apuesta a fortalecer su capacidad negociadora con ambos.

Chile, pionero en América Latina de la apertura comercial, era a comienzos de esta década el único país de la región no adscrito a algún acuerdo subregional, condición que en rigor mantiene, ya que desde octubre es socio pero no miembro pleno del Mercosur.

Santiago mantiene así su estrategia de negociar tanto en perspectivas bilaterales como multilaterales, ajeno al parecer a la disyuntiva de crear el ALCA bajo la hegemonía de Estados Unidos o hacerlo a partir de un bloque latinoamericano construído en torno al Mercosur.

En medios políticos y diplomáticos de Chile se comenta que en su viaje a Estados Unidos, Frei estará en condiciones de "dejarse querer" por Clinton, sin necesidad de convertirse en "objeto de seducción". (FIN/IPS/ggr/dg/if/97

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