EEUU: Armas químicas son la prueba de fuego del internacionalismo

El credo "internacionalista" del gobierno de Estados Unidos, enfrentado al "aislacionismo" de la derecha del Partido Republicano, afrontará su primera prueba en el debate de la Convención sobre Armas Químicas en el Senado.

Este asunto, entre otras cuestiones conflictivas de política internacional, pondrá en la vereda de enfrente de la Casa Blanca al influyente presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Jesse Helms, principal exponente del aislacionismo.

Helms dijo la semana pasada que pretende postergar el proceso de ratificación del tratado para obligar al Congreso a asumir las "prioridades" del opositor Partido Republicano, que cuenta con mayoría en las dos cámaras legislativas.

El presidente Bill Clinton, en cambio, pretende que el Senado apruebe antes del 29 de abril el acuerdo internacional, que dispone la prohibición total de la producción, almacenamiento y uso de armas químicas.

La ratificación de la convención requiere el voto de dos tercios del Senado, y las elecciones de noviembre pasado determinaron el retiro de una docena de senadores moderados, que fueron sustituidos por derechistas, algunos aun más extremistas que Helms.

El gobernante Partido Demócrata apelará para presionar a los republicanos a ex altos funcionarios de los gobiernos de Ronald Reagan y George Bush, altos militares, tanto en actividad como retirados, y representantes de grandes empresas químicas de Estados Unidos, que apoyan fervientemente la convención.

Clinton admitió este martes, en su discurso anual sobre el Estado de la Nación, que el debate de la Convención de Armas Químicas será la prueba de fuego del liderazgo mundial de Estados Unidos, pues determinará si mantiene su compromiso internacionalista o se refugia en el aislacionismo.

El líder de la mayoría republicana del Senado, Trent Lott, se ha convertido en un participante clave de las negociaciones parlamentarias que definirán el papel de Washington en materia de política internacional en el umbral del siglo XXI.

Lott, quien sucedió a Robert Dole cuando renunció a su escaño para disputarle infructuosamente la presidencia a Clinton, ha respaldado a Helms en todas las votaciones sobre relaciones exteriores.

Pero el legislador dejó en evidencia su pragmatismo poco antes de las elecciones de noviembre, cuando se comprometió a trabajar con el Partido Demócrata y el gobierno en la elaboración y aprobación de leyes sobre cuestiones internas.

"Ahora debemos descubrir si Lott será tan flexible en materia de política exterior como en asuntos nacionales. Preferiríamos negociar con él a tener que hacerlo con Jesse Helms", dijo a IPS un alto funcionario del Departamento de Estado (cancillería).

Varias iniciativas están en juego, la primera de ellas la Convención de Armas Químicas, y el gobierno pretende que el Congreso las apruebe este año, tal como manifestó Clinton este martes.

En el año inaugural de su segundo período al frente de la Casa Blanca, el presidente dedicó mucho más tiempo del discurso anual a los asuntos internacionales. En tal sentido, sentenció que Estados Unidos afronta una alternativa similar a la de hace 50 años, en vísperas de la guerra fría.

Clinton recordó que su antecesor demócrata Harry Truman propuso con éxito al Congreso de 1947, también de mayoría republicana, asistencia financiera para sus aliados europeos (el "plan Marshall") y una cruzada bipartidista contra el comunismo.

"Hagamos lo que debamos hacer para seguir siendo una nación indispensable, para mantener a Estados Unidos fuerte, seguro y próspero por otros 50 años", dijo.

En ese sentido, el presidente reclamó la ratificación del acuerdo sobre armas químicas, la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), negociaciones de paz con Corea del Norte y la profundización del diálogo con China.

También solicitó potestades especiales al Poder Ejecutivo para negociar acuerdos comerciales, la cancelación de la deuda de Estados Unidos con la Organización de Naciones Unidas (ONU) y agencias internacionales y financiamiento adecuado para la gestión diplomática y la asistencia al exterior.

En su mayoría, estas iniciativas enfrentan la férrea oposición de Helms, considerado el heredero tanto del aislacionismo que primó en los años 30 como del macartismo (anticomunismo como política oficial del Congreso, con el senador Joseph McCarthy como máximo exponente) en la década del 50.

Pero, sobre todas las cosas, Helms es radicalmente suspicaz hacia toda organización multilateral como la ONU, a las que considera una amenaza contra la soberanía de Estados Unidos.

Desde la presidencia del Comité de Relaciones Internacionales, el senador republicano es capaz de provocar más de un dolor de cabeza a Clinton.

Yl senador, en retribución, declaró su beneplácito cuando fue designada en su nuevo puesto y facilitó su confirmación en el Senado el mes pasado.

Pero la luna de miel será breve, si es que aún no termin<<1olítica internacional que requieren intervención del Congreso, como la concesión de asistencia externa y la aprobación de acuerdos comerciales. La flamante secretaria de Estado, la ex embajadora ante la ONU Madeleine Albright, cortejó ostensiblemente a Helms cuando rechazó enérgicamente el nombramiento del ex secretario general del cuerpo mundial Boutros Boutros-Ghali, quien pretendía continuar en el cargo un segundo período. El senador, en retribución, declaró su beneplácito cuando fue designada en su nuevo puesto y facilitó su confirmación en el Senado el mes pasado.

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