CONGO: Ex milicias políticas desafían autoridad del ejército

Los partidos políticos de Congo recurrieron a milicias armadas para resolver sus disputas hace un lustro, a causa de una elección, en un ciclo de violencia que 2.500 congoleses pagaron con sus vidas.

Desde entonces, miembros descontentos de aquellas milicias suelen sembrar inquietud en diversas partes del territorio, ya sea cometiendo actos de bandidaje o rebelándose contra sus antiguos patrones, es decir, el Estado.

Un motín ocurrido en 1992 fue seguido de otros similares en 1995 y 1996. Y un nuevo episodio de esa serie ocurrió en los últimos días, protagonizado por ex miembros de la milicia "Aubevillois", ligada a la Unión Panafricana por la Democracia Social (UPADS), del presidente Pascal Lissouba.

Los ex milicianos -que han recibido cursos en el Centro de Entrenamiento Militar y Desarrollo, sito en Loudima, 350 kilómetros al sudoeste de la capital- exigieron su inmediata incorporación al ejército regular con el rango de sargento, y el despido de los jefes del Centro.

En apoyo de su demanda tomaron la estación ferroviaria de Loudima, interrumpiendo la circulación de trenes entre Brazzaville y la ciudad portuaria de Pointe-Noire, capital económica de este país de Africa occidental.

Además sabotearon el sistema de transporte de energía, dejando sin electricidad las dos principales ciudades del sur de Congo, Dolisie y Pointe-Noire.

Según el acuerdo de 1995, los partidos se obligaron a disolver sus milicias.

Además de los Aubevillois existen los "Zulus" y los "Ninjas" -que responden al Movimiento Congolés por la Democracia y el Desarrollo Integral (MCDDI), que conduce el líder opositor Bernard Kolelas-, y los "Cobras", vinculados al ex jefe de Estado militar, Denis Sassou Nguesso.

Los partidos acordaron también que una parte de las fuerzas paramilitares sería reclutada por el ejército. Unos 1.600 efectivos fueron incorporados el año pasado, sumándose a otros que habían ingresado incluso antes del pacto, y entre ellos el grupo de Loudima.

La mayoría de ellos reciben todavía la formación necesaria para su confirmación como miembros plenos de las fuerzas armadas.

"La rebelión de Loudima debe ser la última", afirmó el jefe del estado mayor del ejército, general Daniel Mabika. "No admitimos motines en el ejército. Los problemas del ejército se solucionan en los cuarteles".

Mabika informó después que los oficiales enviados a Loudima habían logrado restablecer el orden y habían tomado prisioneros a tres amotinados.

Según se informó, el motín alcanzó a un tercio de los 500 ex milicianos que reciben entrenamiento en Loudima antes de ser incorporados al ejército. El general sostuvo que sus exigencias son ilegítimas.

"En 1993, estos jóvenes estaban en cuarteles en Brazzaville. Les transferimos al Centro de Entrenamiento en 1995 y les otorgamos estado militar. Ello hace que sus actos no puedan ser perdonados. Esos actos son propios de un golpe de Estado, de modo que los soldados serán castigados", añadió Mabika.

Según el alto jefe, los amotinados enfrentarán castigos bajo la ley militar y también bajo el Código Penal. Primero les corresponderán 45 días de detención militar y después pasarán a los tribunales civiles.

El general Raymond Damase Ngollo, ex ministro de Defensa, opinó que todos los centros de formación donde los ex milicianos reciben instrucción militar deberían ser clausurados para prevenir nuevos motines.

"No puede haber ejércitos paralelos ni milicias en un país que se rige por el Estado de Derecho", recordó Ngollo, uno de los candidatos para las elecciones presidenciales que se celebrarán en julio de este año.

El motín de Loudima se produjo sólo un año después del alzamiento, en febrero de 1996, de 300 ex milicianos que acababan de ser reclutados por el ejército.

En aquella ocasión los amotinados exigieron su plena integración al ejército y el pago de sus estipendios, para lo cual tomaron el mando de un regimiento armado. Murieron cinco personas en el curso del alzamiento.

Los mismos ex milicianos que se amotinaron en Loudima habían protagonizado las rebeliones de Aubeville, en noviembre de 1992, y de Dolisie, en octubre de 1995.

Mabika opinó que esos motines son consecuencia de la declinación económica que Congo ha soportado a lo largo de muchos años.

"Ningún país cuya economía está deprimida puede mantener un buen nivel en sus fuerzas armadas, y las nuestras están debilitadas y empobrecidas", concluyó el alto jefe. (FIN/IPS/tra-en/nrn/kb/arl/ip/97

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