China aguarda el histórico instante de la recuperación de Hong Kong, prevista para el 1 de julio, entre la reflexión sobre las humillaciones del pasado y el propósito de revivir antiguas glorias.
Una ambiciosa película, que será estrenada en coincidencia con el fin del dominio británico sobre Hong Kong, recrea la desintegración sufrida por China en el siglo XIX a causa de las dos guerras del opio.
Mientras, el proyecto en curso de restauración del palacio de verano de Beijing, destruido por los invasores occidentales, revela el deseo de superar el pasado y revivir un viejo esplendor.
La reincorporación de Hong Kong a China pondrá formalmente fin a un siglo y medio de humillaciones infligidas al país por fuerzas extranjeras, aunque es sólo un primer paso.
En 1999 también volverá a la soberanía nacional la colonia portuguesa de Macao y Beijing confía completar el mapa nacional con la recuperación de Taiwan. Pero las negociaciones en ese frente aún no existen, y China se concentra de momento en el retorno de Hong Kong.
En vísperas de ese momento, las autoridades de Beijing anunciaron su plan de restauración del viejo palacio de Yuanmingyuan, residencia de verano de los emperadores Qing y situado en las afueras de la capital.
Inaugurado al comenzar el siglo XVIII, Yuanmingyuan, el mayor y más espléndido palacio imperial del país, fue destruido en el siglo siguiente por las fuerzas aliadas franco-británicas que humillaron al país en la segunda guerra del opio.
El palacio permaneció en ruinas por más de 100 años, como perpetuo recordatorio de la deshonra, según señalan los intelectuales chinos.
Pero las autoridades municipales están dispuesto a ahuyentar los fantasmas de la antigua residencia imperial, mediante su reconstrucción.
"El palacio de verano fue incendiado por los agresores británicos y franceses en 1860, durante la segunda guerra del opio, y saqueado otra vez en 1900 por las fuerzas aliadas de las ocho potencias", explicó el escritor Cong Weixi.
"La reconstrucción de reliquias se ha convertido en política de Estado para rejuvenecer el país, pero ¿por qué se ha decidido embellecer Yuanmingyuan y hundir en el olvido la deshonra sufrida?", se preguntó Cong.
Sin embargo, una cámara cinematográfica vuelve sobre esa misma humillación en "La guerra el opio", una película de estreno mundial anunciado para el 1 de julio, cuando Gran Bretaña devuelva Hong Kong a China.
La producción se concentra en la lucha librada en el siglo XIX por Gran Bretaña y China, a cuyo término Hong Kong fue convertida en colonia.
"La guerra del opio decidió el destino de China y Asia. En adelante, los extranjeros consideraron a China una sociedad feudal en declinación", indicó el director del filme, Xie Jin.
Xie sostiene que "La guerra del opio" no es una película de propaganda y que el gobierno no participa de su financiamiento, aunque ha aprobado su filmación.
Cincuenta mil personas, entre ellas 3.000 extranjeros, participaron de la producción, realizada al costo de 10 millones de dólares.
"No intentamos satanizar a Gran Bretaña, sino que sólo seguimos las páginas de la historia". La victoria británica en la guerra dio lugar "al mayor tráfico de drogas de la historia y algunos británicos han considerado oprobioso que su país inundara a China de opio", observó Xie.
El director espera transmitir su mensaje a todo el mundo, y "La guerra del opio" es una de las mayores tentativas de la industria cinematográfica de China por llegar al público internacional.
El argumento destaca que Gran Bretaña utilizó el esfuerzo de China por acabar con el tráfico de opio como pretexto para la primera guerra, en 1840.
El filme finaliza con el tratado de Nanjing, el protocolo por el que la derrotada China cedió Hong Kong a Gran Bretaña y abrió a las flotas occidentales cinco puertos que se convirtieron en símbolo de la intervención extranjera. (FIN/IPS/tra- en/ab/cpg/ff/cr ip/97
