En menos de una semana, a comienzos de febrero, más de un centenar de mujeres cosechadoras de frutas y hortalizas en la región de Valparaíso, zona central de Chile, resultaron afectadas por pesticidas altamente tóxicos.
La situación no es única y en verdad se repite, desde hace años, porque en Chile se aplican productos que en otros países están prohibidos por el daño que pueden causar a quienes los manipulan.
Asi lo explicó a IPS Omar Jofré, secretario general del Movimiento Unitario Campesino y Etnias de Chile (Mucech), una confederación de organizaciones de pequeños propietarios agrícolas, campesinos e indígenas.
Uno de los peores efectos de la manipulación de pesticidas altamente tóxicos, mayoritariamente importados, se experimentó con el nacimiento de niños con malformaciones en la región del Libertador O'Higgins, en el centrosur del país.
"Al hospital de Rancagua -capital de la región de O'Higgins- siguen llegando mujeres afectadas", afirma Jofré, residente en la zona.
Denuncias recibidas por el Mucech señalan que hay ocasiones en que las cosechadoras de frutas deben trabajar mientras el avión está rociando con pesticidas las plantaciones, en circunstancias que siempre debería haber un tiempo de espera.
En relación a cada producto hay un tiempo de carencia determinado pero a lo menos no se debería trabajar durante 24 horas después de aplicado el agroquímico, sostiene Jofré.
"En la última temporada hemos tenido noticias de que hay menos denuncias al respecto pero no porque se hayan cambiado los productos sino porque, debido a problemas climáticos, hay menos aplicaciones y menos riesgos", reconoce.
En la zona central de Chile se cosechan entre octubre y marzo grandes cantidades de frutas, destinadas preferencialmente a la exportación. En esas labores el trabajo es hecho, en general, por mujeres conocidas como "temporeras".
Sin contratos, sin previsión social, seguro médico ni organización gremial, cuando son afectadas por problemas de salud esasn mujeres quedan al desamparo.
Pese a las campañas de educación desarrolladas en los últimos años por el gobierno y organizaciones no gubernamentales para que se organicen, firmen contratos que les den seguridad social y médica, la gran mayoría de las temporeras prefiere trabajar sin contrato para "recibir todo el salario".
Tampoco han tenido mayor éxito algunas campañas para el uso correcto de los plaguicidas y los trabajadores siguen aplicando productos nocivos sin protegerse adecuadamente.
"El clima caluroso de la temporada de verano atenta contra el uso de las ropas adecuadas para la protección y los trabajadores terminan operando sin la vestimenta conveniente", aclara Jofré, para quien es necesario estudiar qué vestimenta sería conveniente para este clima.
El dirigente gremial señala que la falta de una legislación específica impide la prohibición de ingreso y aplicación en Chile de productos altamente tóxicos que están en una lista denunciada por ecologistas conocida como "la docena maldita".
"Afortunadamente -añade- algunos países importadores de frutas chilenas prohiben la compra de productos que han tenido insumos agrotóxicos".
En ese sentido el mercado externo está presionando para que en Chile se dejen de usar esos productos, pero la situación no ha sido superada del todo porque el agricultor aplica muchas veces el plaguicida más barato, que suele ser el más tóxico.
El Mucech defiende la aplicación de recursos para el desarrollo tecnológico de productos químicos en Chile que no sean tóxicos y también el control biológico de las plagas.
"Antes de 1956 no había pesticidas en Chile", sostiene Jofré, según el cual el estatal Instituto de Investigaciones Agropecuarias y fundaciones privadas están avanzando en estudios para atenuar el uso de agroquímicos y acentuar el combate natural de las plagas.
Como ejemplo señala el uso de una avispa cuyas larvas atacan una dañina polilla que se instala en el pino, uno de los recursos de mayor exportación de Chile. "Es más sano y es más barato", concluye. (FIN/IPS/gcm/dg/en/97
