Ríos, lagos y embalses de diversas regiones de Chile se han secado en las últimas semanas dejando tierras agrícolas incultivables, animales sin alimento e incluso a la gente sin agua para sus necesidades básicas.
Los expertos afirman que se trata de la peor sequía de este siglo y la situación en algunas comunas agrícolas se ha hecho crítica, provocando desempleo masivo y desesperación entre sus habitantes.
A fines de enero se secó totalmente, por primera vez en los últimos siete años, el embalse Cogotí, situado en la norteña región de Coquimbo, cuya capacidad es de 150 millones de metros cúbicos.
Las aguas del Cogotí sirven para regar 12.000 hectáreas de viñedos, frutales y hortalizas -productos destinados mayoritariamente a la exportación- en el valle del Limarí, unos 400 kilómetros al norte de Santiago.
Gracias al manejo del recurso hídrico de ese embalse, las cosechas de este verano fueron posibles ya que "de no haberse regulado el uso, el embalse se habría secado hace dos años", sostiene la Directora de Riego de Coquimbo, Mirtha Meléndez.
La sequía es un hecho frecuente en Coquimbo, una de las regiones que concentra los más altos índices de pobreza del país, pero en los últimos años el fenómeno ha sido más duro que de costumbre.
De no ser por la ayuda del gobierno, que abastece de agua a las familias y de alimento a parte de los animales que logran sobrevivir, miles de personas que habitan en el interior de Coquimbo habrían tenido que emigrar.
Cientos de personas se movilizaron el fin de semana pasado en otro punto del país en protesta contra una gran empresa productora de energía eléctrica (Endesa), propietaria de las aguas del artificial lago Rapel.
El 95 por ciento de las actividades turísticas y el 80 por ciento de las inversiones agrícolas en el sector se perdieron en esta temporada debido al uso de las aguas que hace Endesa para producir energía, quitando el recurso a otras actividades.
Rapel, situado en la región del Libertador O'Higgins, 90 kilómetros al sur de Santiago, está rodeado de cuatro comunas que dependen de las aguas de ese lago surgido hace 29 años de la construcción de una hidroeléctrica, propietaria de las aguas.
El sector que hasta mediados de 1996 gozaba de un agradable microclima, con actividades agrícolas y turísticas, se transformó en los últimos meses en un extenso terreno de apariencia desértica.
La sequía, que hasta mediados del año pasado era un problema puntual en el país, se transformó en los últimos meses en una cuestión nacional, afectando incluso a los barrios más pudientes de Santiago.
Durante varias semanas en diciembre, a comienzos del verano, los medios informativos se hicieron eco de las protestas que las familias más adineradas de Chile realizaron por la falta de agua en comunas del este de Santiago.
Problemas de manejo de los recursos hicieron quebrar a una empresa privada abastecedora de agua de las comunas de Vitacura y Las Condes, y obligaron al gobierno a decretar la intervención de las aguas del río Mapocho, principal fuente hídrica de la ciudad.
En comunas cercanas a la capital y dedicadas esencialmente a la agricultura, como Melipilla y El Monte, la sequía significa un masivo desempleo y pérdidas millonarias a miles de pequeños agricultores.
Los alcaldes de esas comunas han tenido que apoyar a los habitantes en sus pedidos de ayuda al gobierno para que cubra sus necesidades básicas de agua y, en algunos casos, entregue alimento para salvar a una parte de sus animales.
No sólo el centro-norte del país se ha visto afectado por la falta de lluvias, sino también, para sorpresa de muchos, el tradicionalmente lluvioso sur del país.
En la región del Biobío, unos 400 kilómetros al sur de Santiago, cerca de 6.000 familias se encuentran sin agua potable mientras las tierras de alta producción agrícola han dado grandes pérdidas a sus dueños en la última temporada.
Para apoyar a todas esas familias, el gobierno decretó total o parcialmente la zona de emergencia entre Atacama, 800 kilómetros al norte de Santiago, y el Maule, unos 300 kilómetros al sur de la capital.
A lo largo de esos más de 1.100 kilómetros están situadas las principales ciudades del país y se concentra gran parte de la producción agrícola.
La declaración de zona de emergencia, que permite al gobierno destinar recursos para ayudar a los afectados por la sequía, debería ser extendida incluso a la región de la Araucanía, más de 600 kilómetros al sur de Santiago, según solicitan autoridades y parlamentarios de esa zona.
Para ayudar a los afectados por la sequía, el gobierno ha gastado unos 57 millones de dólares desde 1994, la mitad de ese monto invertido en obras de riego.
Desde 1990 se han quintuplicado los recursos destinados a enfrentar los problemas de sequía, incluso con la construcción de grandes obras de represamiento de ríos.
Chile, situado entre la Cordillera de Los Andes y el Pacífico, tiene un régimen de lluvias abundantes, sobre todo en el sur del país, pero gran parte de esas aguas desembocan en el océano.
Para evitar la pérdida de esas aguas y los efectos de la sequía, el ingeniero hidráulico Héctor Fouquet propuso la creación de una red de embalses que conecte al sur lluvioso con las otras regiones del país.
"Hay que aprovechar los excedentes de agua del sur, trasladándola al norte por medio de la creación de embalses y canales interconectados", sostuvo el especialista al presentar su proyecto, cuyo costo inicial es de 70 millones de dólares.
La idea, que contempla una red de cerca de 740 kilómetros de largo, surgió entre 1970 y 1973, cuando luego de la entonces peor sequía del siglo, en 1968, Fouquet estuvo a cargo de la Dirección Nacional de Aguas. (FIN/IPS/gcm/ag/en/97