AMBIENTE: Las represas no pueden silenciar los ríos

El gobierno de California, en Estados Unidos, se propone revisar radicalmente el sistema de represas y canales creado en ese estado, que no pudo impedir las catástroficas inundaciones de principios de este año.

Las torrenciales inundaciones causaron la muerte de nueve personas y destruyeron 24.000 viviendas en California, y las demandas de indemnización presentadas al estado suman 1.000 millones de dólares.

Los ingenieros se comprometieron a estudiar mecanismos para la remoción de las represas y los diques del San Joaquín y de otros ríos.

Mientras, Martin Lancaster, secretario adjunto del Ejército para obras civiles, anunció un estudio completo de las causas de las inundaciones en el Valle Central de California.

Las autoridades californianas construyeron en los últimos 80 años una amplia red de obras de ingeniería en el oriente y el norte del estado para controlar y regular el agua de los ríos a un área más amplia.

El propósito fue evitar riadas, irrigar tierras en el sur y abstecer de agua a las ciudades del oeste.

Las riadas amenazan cada tres años a la capital de California, Sacramento. Diques y canales de desagüe construidos en el río San Joaquín bloquearon inundaciones menores, y llevaron agua a las granjas.

No lejos de Sacramento, en las estribaciones de Sierra Nevada, fueron levantadas varias represas para atrapar el agua de lluvia del invierno y canalizar el agua hacia las sureñas tierras agrícolas del Valle Central.

También se habilitaron diques al norte de Sacramento, sobre el río Feather, para llevar agua a la ciudad de Yuba y a las tierras del sur. Así mismo, fueron construidas represas sobre los ríos Stanislaus y Tolumne, al sudoeste de Sacramento, para irrigar la zona de granjas cercana a la localidad de Modesto.

La apertura de tierras a la agricultura atrajo a nuevos granjeros. La población de Modesto creció de 17.389 a 181.800 personas de 1950 a 1996, y en la vecina Manteca aumentó de 13.845 en 1970 a 27.000 en la actualidad. Stockton, que tenía 107.000 residentes en 1970, llegó a 233.600 en 1996.

Pero esos sistemas de regulación y control de aguas no estaban previstos para enfrentar "las mayores inundaciones del siglo", verificadas a principios de este año.

Miles de familias fueron evacuadas de Modesto el 1 de enero, cuando las aguas alcanzaron la altura máxima de las represas de New Melones, sobre el río Stanislaus, y de Don Pedro, en el río Tuolumne. Las aguas del Tuolumne alcanzaron una altura de 21 metros, el mayor nivel en medio siglo.

Mientras, el río Sacramento llevó un volumen de 21.735 metros cúbicos de agua por segundo al embalse de Shasta, que en pocos días fue colmado.

"Fue necesario dejar correr el torrente. No había otra elección", dijo Bill Mork, el meteorólogo del Departmento de Recursos de Agua que anunció grandes inundaciones para poco después de Navidad.

El río Feather arrastró 13.800 metros cúbicos por segundo de agua y fango, y destrozó la plataforma en que los turistas podían admirar una represa que supuestamente había domesticado la salvaje naturaleza.

"Al hacer creer erróneamente al público que es posible controlar las grandes inundaciones", los constructores de represas "alientan el asentamiento de pobladores en tierras bajas, y las inundaciones se vuelven devastadoras", advirtió Patrick McCully.

McCully, autor de "Ríos silenciados: La ecología y la política de las grandes represas", arguye junto a otros especialistas que esas obras, destinadas ya sea a la distribución de agua o electricidad, atraen a migrantes a tierras inundables, haciéndolos vulnerables a desastres súbitos.

Otras represas han sido levantadas en áreas densamente pobladas, para controlar ríos impredecibles. Si bien en el corto plazo los problemas parecen superados, el resultado final es muchas veces el desastre.

El libro de McCully pasa revista a catástrofes de las últimas décadas. Unas 230.000 personas murieron en China en agosto de 1975, cuando las represas de Banqiao y Shimantan cedieron al torrente de un río tributario del bajo Yangtze, en la provincia de Henan.

La ruptura de la represa de Vaiony, en los Alpes italianos, causó la muerte de 2.600 personas en 1963, y la catástrofe en 1979 del dique de Macchu II, en India, se cobró 2.000 víctimas. (FIN/IPS/tra-en/pc/yjc/ff/en/97

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