Dos jóvenes mujeres de la Universidad de Jartum, haciendo frente a amenazas de musulmanes fundamentalistas, decidieron vestirse de hombre para recordar que tienen iguales derechos que los estudiantes varones.
Justina James y Amou Akol, quienes como cristianas no recibieron educación musulmana, afirman estar dispuestas a seguir adelante con su lucha contra el velo y las clases separadas para hombres y mujeres.
La asamblea nacional de Jartúm decidió el año pasado que las estudiantes de las universidades deben usar velo y participar en clases separadas.
Muchas universidades se negaron a poner en práctica la decisión sobre clases para un solo sexo debido a carencia de personal, y muchas de las estudiantes se negaron a llevar el velo.
No obstante, estudiantes islámicos presionan a las autoridades universitarias para imponer las disposiciones.
Mohammed Abu Yousif, estudiante musulmán en esta capital, afirma que las mujeres jóvenes deberían cumplir la orden de usar el velo, porque la prenda es, más que una violación de derechos individuales, una señal de respeto.
"No estoy en contra de las mujeres o sus derechos, los cuales son otorgados por el Creador del universo, pero si nuestras señoras imitan a la civilización occidental inconscientemente, perderán todo respeto", dijo Yousif.
Las mujeres en este país de gobierno islámico están atrapadas entre la búsqueda de educación y capacitación y una cultura influida por una religión que les demanda permanecer en sus hogares.
Según el informe de 1996 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en 1993 las sudanesas representaban solo 27,3 por ciento del total de alumnos de enseñanza primaria, secundaria y terciaria, mientras sólo 32 por ciento de la población adulta femenina estaba alfabetizada.
La mayoría de los sudaneses, que aún vive en áreas rurales, considera totalmente inútil enviar a las niñas a la escuela. El escaso acceso de las mujeres a la educación, combinado con la religión y la cultura, también condujo a su participación mínima en todos los sectores de la sociedad.
Desde que el gobierno del general Omar Hassan al Bashir llegó al poder en 1989, sólo dos mujeres en un país de 26 millones fueron designadas a puestos ministeriales. Ellas fueron Anges Lukudu, gobernadora del estado de Bahr El Jabel, en el sur de Sudán, e Ishan Kasbour, ministra federal de Salud.
Las mujeres sólo ocupan 8,2 por ciento de los escaños parlamentarios, comprenden 2,4 por ciento de los gerentes y administradores y 28,8 por ciento de los profesionales y especialistas técnicos del país.
Las mujeres sudanesas comenzaron esta década a desafiar muchos valores religiosos y sociales que impiden su desarrollo, indicó James, y añadió que "sólo un pequeño cambio podría generar una nueva cultura para las sudanesas". (FIN/IPS/tra-en/nb/pm/lp/pr-hd/97