Corea del Norte comenzará en breve la construcción de dos reactores nucleares de agua liviana, según los términos de un acuerdo concluido con Estados Unidos en octubre de 1994, el cual podría ser firmado este miércoles.
Según el acuerdo, Corea del Norte recibirá dos reactores de energía nuclear de 1.000 megavatios cada uno, que serán construidos por un consorcio internacional estadounidense-japonés a cambio del desmantelamiento de su programa nuclear original.
La Organización para el Desarrollo de la Energía en la Península de Corea (KEDO), formada en 1995 con la participación de Corea del Sur, Estados Unidos y Japón, será la entidad que formalmente firmará los acuerdos con Corea del Norte y suministrará los reactores.
Este arreglo, que involucra un negocio por valor de 4.500 millones de dólares, terminó con una larga disputa generada cuando Estados Unidos alegó que Corea del Norte utilizaba sus instalaciones nucleares anteriores como base para desarrollar un programa de fabricación de armas atómicas.
Rusia había sido hasta ese momento el principal proveedor de tecnología nuclear a Corea del Norte, pero cuando este país se retiró del Tratado de No Proliferación Nuclear en 1994, Moscú cedió a la presión occidental y suspendió la ejecución de su acuerdo con Pyongyang y el suministro de reactores nucleares.
La KEDO, que adopta en este momento las medidas conducentes a financiar la construcción de los reactores, insiste en que el principal contratista de la operación debería ser Corea del Sur.
Los funcionarios norcoreanos habían reiterado que preferían utilizar tecnología rusa, pero finalmente se han inclinado ante lo inevitable: las ventajas de la tecnología y la financiación occidentales, y el temor de ser objeto de sanciones internacionales.
Los problemas para Corea del Norte comenzaron en 1993, cuando Pyongyang firmó un Acuerdo de Salvaguardias con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), que fue el punto de partida de una serie de inspecciones en sus instalaciones.
Los dispositivos declarados por Corea del Norte incluían un tipo de reactor de fabricación soviética que funcionaba bajo las normas de salvaguardia de la AIEA, ya que utilizaba uranio altamente enriquecido, suministrado y reprocesado por la ex Unión Soviética.
El combustible nuclear no es un problema para Corea del Norte, que dispone de dos minas de uranio y dos instalaciones para el procesamiento.
Con una planta de separación de plutonio en funcionamiento, Corea del Norte habría estado en condiciones, hacia 1995, de procesar combustible usado para fabricar siete bombas.
Los reactores de agua liviana que serán suministrados por la KEDO son generalmente considerados de mayor seguridad y de una menor potencialidad militar.
Sin embargo, los reactores de agua liviana que Rusia hubiera construido habrían sido igualmente seguros, y con ellos Moscú esperaba poner un pie en el mercado asiático.
Las razones comerciales parecen sumarse, en el caso de Corea del Norte, a los temores estadounidenses sobre el posible poderío nuclear de Pyongyang. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/arl/ip/97